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SETH

Ni siquiera tenía muy en claro porque había venido a ver a mi padre. Supongo que el sentimiento de culpa me perseguía. Como si de alguna forma, yo hubiese hecho algo para merecer esta mentira que llevaba cargando tantos años sin siquiera saberlo.

¿Quién era?

Me miraba por el espejo retrovisor, y no sabía que veía.

En ocasiones, veía al niño asustado que habían ingresado en servicios sociales, y que lloraba por las noches abrazado a la única foto de su madre.

Otras, veía al monstruo que me había convertido luego con el boxeo: golpeando y lastimando personas, descargando toda la ira que iba acumulando en mi vida.

Y a veces, por momentos, vislumbraba un atisbo de felicidad viéndome como la persona que era cuando estaba con Alana. Me sentía lleno de amor, completamente feliz y en paz con todo.

Pero, ¿Quién era en verdad?

Me había pasado toda mi vida buscando una familia, un lugar al que pertenecer: desde el club, hasta Piper, lo único que había intentando era encontrar alguien que en verdad me viera, que se preocupara por mi. Alguien que no me utilizara para obtener algo, o que me engañara con otras personas diciendo que me amaba.

Hoy, me preguntaba si todo lo que buscaba fuera, no debería haberlo buscado en mi primero.

Me estaciono frente al club. Hace semanas que no vengo, pero luce igual que siempre. El cartel de neón está apagado porque es temprano, y las puertas bloqueadas. El sol apenas se está ocultando, Bajo de la camioneta, y rodeo el edificio hasta llegar a la parte trasera. La puerta del deposito está cerrada, y no tengo llave, por lo que golpeo el metal con fuerza para llamar.

Espero aproximadamente un minuto, cuando James abre la puerta. Sus ojos marrones me analizan el rostro sombrío algunos segundos, y luego se mueve, dejándome pasar.

— Hace tiempo que no te veía por aquí.— comenta despreocupadamente.— ¿Cómo estás?

— He estado mejor.— admito.

Se ríe por lo bajo:— Bueno, supongo que no has venido a hablar sobre esto conmigo, ¿O si?

— ¿Está Dominic?— pregunto y él asiente.— Necesito hablar con él.

— Está en el fondo, como siempre. — responde señalando el corredor.— Iré a encontrarme con un proveedor, luego nos vemos.

— Seguro, nos vemos.— lo saludo, y él sale por la puerta del deposito.

Camino hacia el fondo, donde se encontraba mi antiguo escritorio, y donde ahora mi padre estaba sentado. Estaba analizando unos papeles, con su usual rostro de pocos amigos. Cuando me ve, levanta la vista. Por como lo miro, sabe lo que voy a decir.

— Lo siento tanto, Seth.— se disculpa.

— No es tu culpa.

Suspira:— Si yo hubiese estado allí, ella...

— Nada justifica que te engañen.— lo interrumpo.— Y que nos haya mentido, a ambos, por muchos años.

A pesar de todo, siempre amaría a mi madre. Pero la verdad, es que nos había mentido a ambos: a él haciéndole creer que era mi padre, y a mi por vivir con la culpa de que había hecho algo malo para que Dominic no hubiese venido a buscar.

— No podemos cambiar el pasado, Seth.— comienza a decir.— Pero podemos decidir que hacer con el futuro.

— Tu eres mi padre, no hay otra cosa.— digo con convicción.

Dime Que Me Amas (3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora