Una Estimulante Lectura (parte 2)

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Caitlyn acompañó a Jayce hasta la sala de estar y estiró la arrugada colcha del sofá.

— Perdona el desorden. Debo haber dado muchas vueltas mientras dormía.

Jayce sacudió la cabeza y levantó una mano para tranquilizarla.

— No te preocupes. A veces las pesadillas pueden ser muy reales.

En eso, Vi salió del dormitorio, saludando con la mano.

— Hola, Jayce. ¿Cómo tú por aquí?

Caitlyn se quedó mirando a la mujer.

— Sí, pero que muy reales... 

Vi le devolvió la mirada.

— Se podría decir incluso que son un dolor en el culo, ¿no? — dijo, riendo.

Jayce se incorporó y le dio la mano. Luego se volvió a sentar. Reparó en que la mujer vestía solo una camiseta y unas bragas, al igual que antes.

— ¿No habré interrumpido nada, verdad?

Vi se cruzó de brazos. 

— Pues si te digo la verdad, justo cuando has llamado a la puerta — Caitlyn abrió los ojos como platos e hizo un gesto con la mano delante de la garganta, indicándola que parase de hablar — estaba dándole bien duro al trasero de...

— ¡De una buena vez! ¿Eh, Vi? — la interrumpió Caitlyn, fingiendo una carcajada. Jayce se volvió para mirarla — ¡Sí! ¡Es que aquí Vi lleva toda la semana diciendo que iba a hacer glúteo en la sala del gimnasio, pero al final siempre le podía la pereza! ¿Verdad, Vi?

— No, lo que yo quería decir... 

Caitlyn se levantó de un salto y le colocó el brazo sobre el hombro.

— ¡Lo sé, lo sé! ¡No te preocupes, amor! ¡Me alegro de que al final hayas vencido la pereza y te hayas puesto a trabajar bien esos glúteos!

— No, la verdad es que todavía no he podido trabajarlos del todo. He tenido que parar el ejercicio justo cuando ya estaba notando resultados.

Caitlyn tragó saliva.

— Es culpa mía, Vi — dijo Jayce — Tal vez no he debido venir hasta aquí pero, como había quedado con Caitlyn en el laboratorio, me he preocupado al ver que no aparecía.

— No, es culpa mía por quedarme dormida — respondió esta, sonriéndole. Luego, se giró de nuevo hacia Vi y le dio una palmada en la espalda —  Pues si no has podido completar el ejercicio, ¿por qué no vuelves al gimnasio y terminas? Nosotros en seguida nos vamos y te dejamos la casa para ti sola. 

Vi sacudió los hombros en señal de indiferencia y empezó a caminar, levantando una mano a modo de despedida.

— Nos vemos en otra ocasión, Jayce. 

Este levantó una mano también.

— Nos vemos, Vi.

Caitlyn dedicó otra amplia sonrisa a Jayce. El hombre no la había visto nunca sonreír tanto y de forma tan espeluznante. 

— ¿Estás bien, Cait?

La mujer levantó un pulgar en señal de afirmación.

— Tengo vino en la cocina. Sírvete un poco en lo que me cambio y en nada nos vamos. No tardo. 





Momentos Íntimos de ViolynDonde viven las historias. Descúbrelo ahora