Ya había anochecido, Joey y Arthur estaban en su departamento, sentados en el sofá viendo el techo; esperando que el propietario tocara la puerta para cobrar el alquiler.
—¿Ya sabias que era policía? —. Pregunto Joey, sin dejar de ver el techo húmedo y deteriorado.
—Desde el primer día que me dio trabajo—. Con la voz ronca y mareado de tanto beber.
—¿Cuál fue tu último trabajo como para que te pagara esa cantidad?
—Ya sabes la respuesta Joey—. Se levantó del sofá, y se dirigió a la pequeña cocina. —¿Me pregunto si Rise, dormirá otra noche en la casa de su tío? —. En voz baja, preparándose un sándwich.
—¿Acaso pienso lo que creo que es? —. Despavorido e inquieto.
—Piensa lo que quieras creer. Tenemos para pagar el alquiler y mucho más—. Tras haberle dado un bocado a su sándwich.
En ese momento, Joey comenzó a reírse como un desquiciado sacando en uno de sus bolsillos un cigarrillo.
—¿Que sucede? —. Pregunto Arthur, acercándose al sofá mientras comía.
—Espero que Rise, no se dé cuenta de tu trabajo—. Encendiendo su cigarrillo.
—Solo será temporal, hasta limpiar mi nombre—. Muy serio.
En ese momento, tocaron la puerta. —Debe ser el maldito viejo que vino por mi dinero—. Aclaro Arthur, dirigiéndose a la puerta.
—¿Ya te encuentras sobrio? —. Pregunto Marcelino en el corredor.
—¿Qué mierdas haces aquí? —. Pregunto Arthur, sin darle paso para entrar.
—¿Se encuentra Rise? —. Inclino la cabeza, intentando ver hacia dentro.
—Aún no ha llegado....
—¡Por favor Arthur! Déjalo pasar—. Comento Joey interrumpiéndolo.
Marcelino entro, tomo asiento detallando el lugar, observo ciertas partes del techo con humedad, la ventana de la sala torcida; con el vidrio un poco trillado, el suelo era una alfombra grisácea con pequeños puntos marrones, y las puertas de las habitaciones estaban desgarradas de quien sabe qué. — Hoy no fue a visitar a su madre, y es raro de ella, ya que siempre lo hace—. Dijo, mientras seguía viendo a su alrededor.
—¡Quizás! Se haya quedado donde su tío—. Aclaro Joey con el cigarrillo entre los labios.
—Me extraña eso de ella, ya que siempre me dice a donde va...—. Dijo Marcelino observando el humo de la nicotina—. Tiene una gran obsesión con querer encontrar libros distintos—. Continuo.
—¡Como si tu no hicieras lo mismo! —. Dijo Arthur, comiendo su sándwich.
—¿Disculpa? —. Pregunto Marcelino impaciente. —los libros que busco, son para mi proyecto de estudio. Los que busca ella, son para su tío—. Continuo.
—Si... Pero fuiste tú. El de la idea de ir al museo... —. Respondió Arthur encogiéndose de hombro.
—¡Peor son ustedes! que fueron con ella. Y ni se dieron cuenta, cuando se fue—. Dijo Marcelino interrumpiendo.
—Esperamos toda la noche, hasta le dijimos al guardia que; aun Rise seguía dentro—. Replico Joey.
—¿Y? —. Pregunto Marcelino esperando que Joey terminara de concluir.
Volvieron a tocar la puerta, el rostro estresado de Arthur; se desvaneció. —¡Rise! qué bueno verte—. Dijo sonriendo, teniéndola frente a sus ojos.
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Los Alquímicos: INICIOS
Ficção CientíficaCuenta la historia del detective Miguel Ángel, quien a principios de la década de 1906, viaja a Celsus City, la ciudad de la alquimia. Para interrogar a un asesino misterioso, queda atormentado al darse cuenta que muertes paranormales ocurren mientr...