7. DICIEMBRE V

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HYUNGWON

Subí los escalones de la residencia de dos en dos y llamé con los nudillos a la puerta de su habitación. Esperé inquieto. Kihyun me había contestado al mensaje para quedar el lunes en un rato libre entre clase y clase, algo que, evidentemente, había hecho a propósito para no alargar demasiado nuestro encuentro. Yo había accedido porque…, bueno, porque le habría dicho que sí a cualquier cosa que él me hubiese pedido, ¿a quién iba a engañar? Estaba así de jodido.

Kihyun abrió. Me miró antes de apartarse.
Entré en su habitación y contemplé cada rincón mientras él cerraba la puerta a mi espalda. Había esperado ver alguna lámina suya, pero las paredes estaban vacías. En cambio, tenía el escritorio repleto de libros y material. Me acerqué para ver mejor un dibujo a carboncillo que sobresalía entre varios folios, pero él lo alejó de mí con brusquedad en cuanto lo rocé con los dedos.

—No toques nada —susurró casi sin aire.

Me fijé en cómo su garganta se movía y deseé besarlo justo ahí, en ese hueco de piel que siempre pensé que estaba hecho para mis labios.

—De acuerdo, aunque ya sabes que tocar es una de mis especialidades…

Kihyun me taladró con la mirada. Yo sonreí, porque prefería esa reacción que la indiferencia. Me bastaba con despertar de nuevo algo en él, aunque fuese enfado.

—Tengo poco tiempo, Hyungwon.

—Está bien —suspiré hondo.

—Está bien —suspiré hondo

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KIHYUN

Me obligué a tragar con fuerza para deshacer el nudo que tenía en la garganta mientras él se sentaba en mi cama y abría la carpeta. Me tendió dos contratos grapados.
—Uno es para mí, la otra copia es tuya.

—Vale. ¿Puedo echarle un vistazo?

—Claro. No soy yo el que tiene prisa.

Estuve a punto de poner los ojos en blanco, pero lo evité en el último momento porque conocía a Hyungwon y sabía lo que quería: provocarme, desestabilizarme. Me senté en la silla que estaba delante del escritorio y lo leí en silencio. Tan solo levanté la vista cuando vi por el rabillo del ojo que él se tumbaba en la cama. Mi cama. Tomé aire, incómodo, porque la idea de tener que descubrir esa noche que las sábanas olían a él era más de lo que podía soportar. Me sujeté un mechón tras la oreja mientras sentía cómo la habitación se iba haciendo más y más pequeña a cada segundo que pasaba, como si Hyungwon encogiese las paredes con su mera presencia, hasta el punto de que su aroma me envolvió y me transportó a otro lugar: el mar, el sol, la sal...
Terminé pasando las páginas casi sin leerlas tan solo para llegar cuanto antes a la última, firmar y evitar que el encuentro se alargase más.

—Ya está. Toma —le tendí su copia.

—¿Ves como no era tan difícil?

Un «cállate» me bailó en la punta de la lengua, pero conseguí tragármelo, porque no quería darle la satisfacción de caer en lo que buscaba. Noté que el bocado también estaba lleno de rabia. ¿Qué sabría él de cosas difíciles? ¿Qué sabría él de todas las noches que me había dormido llorando en esa misma cama en la que estaba tumbado?
¿Qué sabría él de sentimientos, de ser fiel a ellos, de luchar por algo aunque no fuese fácil?

Lo que somos 2° Parte // HyungKi (Ad3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora