XIII

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Wanda se despertó en medio de la madrugada. Miró la hora en su móvil con los ojos entrecerrados por la claridad de la pantalla, apenas eran las tres de la mañana. Suspiró dejándose caer de nuevo sobre el colchón, odiaba cuando se desvelaba porque luego no podía volver a dormir. Intentó cerrar los ojos y dormir, pero no lo hizo. Después de dar vueltas en la cama, se rindió y se levantó para salir de la habitación. El pasillo estaba completamente a oscuras y todo estaba en silencio en la torre. Bajó hasta la cocina en busca de chocolate o cualquier cosa dulce que se le antojara antes de volver a la habitación.

En medio de la cocina, de espaldas a ella, se encontró a Natasha viendo al frente muy quieta. Era incluso demasiado pronto para que ella estuviese despierta, a pesar de que siempre madrugaba para entrenar a horas impensables mientras todos dormían.

—¿Nat? ¿Qué haces aquí? —Preguntó con la voz aun adormilada mientras avanzaba hacia ella.

Natasha se sobresaltó al escucharle, pues estaba perdida en sus pensamientos. Se dio la vuelta para mirarle, se veía un poco pálida y cansada, las ojeras se marcaban bajo sus ojos. Tenía un vaso de agua lleno entre sus manos.

—No podía dormir. —Se encogió de hombros—. ¿Y tú?

—Tampoco. ¿Pesadillas? —Natasha asintió sin darle mucha importancia. Se llevó el vaso de agua hasta sus labios y bebió, evitando hablar—. ¿Quieres hablarlo? —insistió.

Natasha no dijo nada. Solo se mantuvo en silencio mientras miraba fijamente el vaso entre sus manos. Se perdió en sus pensamientos de nuevo. Y no fue que volvió en sí hasta que el ruido de un taburete arrastrándose alcanzó sus oídos. Wanda había apartado un taburete de la isla de la cocina y se sentó, mirando a Natasha que estaba de pie al otro lado de la mesa. No hacía falta que hablara para que supiese lo que pasaba por su mente.

—Mis pesadillas volvieron cuando te fuiste —comenzó a hablar Wanda para allanar el terreno. Natasha le miró entonces—. Soñaba con la muerte de mis padres, con la de Pietro... —Su voz se interrumpió ahogada por un segundo—. Soñé que te perdía también a ti y no podía hacer nada para evitarlo.

Natasha se estiró por encima de la mesa que estaba entre ambas y dio un apretón a la mano de Wanda que descansaba encima de esta. Su expresión se suavizó al conectar con sus ojos y le dio una pequeña sonrisa para animarle.

—No vas a perderme —susurró Natasha mientras le miraba con seguridad.

Wanda sonrió de vuelta con las mariposas volando por su estómago.

—No pude dormir esas semana al menos no sin despertarme sobresaltada. Aunque... —Se rascó la cabeza, avergonzada al recordarlo—. Dormí en tu cama un par de días.

—¿En mi cama? —Wanda asintió sonrojada.

—No era mi intención —explicó rápidamente. Ignorando la sonrisa ladina de Natasha—. Pero el caso es que acabé allí y las pesadillas no aparecieron.

—Soy mano de santo —bromeó.

Wanda rió por su ocurrencia mientras negaba con la cabeza. Era algo que siempre le había gustado de Natasha, aunque lo negara.

—De alguna forma me ayudó y quisiera poder ayudarte a ti, si me dejas.

—¿Me estás invitando a tu cama? —dijo Natasha levantando las cejas.

Wanda abrió mucho los ojos y sus mejillas enrojecieron de golpe. Natasha se rió fuerte por su reacción. Balbuceó algo incomprensible haciéndole reír más aún y apartó la mirada hacia la mesa, avergonzada.

—Solo tenías que decirlo —siguió diciendo.

—¡Natasha! —Se quejó Wanda sonrojada, aunque la sonrisa seguía en su rostro.

Suero rojo | Wandanat / ScarletwidowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora