Enero, 2032-Parte 1.

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Ciro iba bajando por las escaleras del hospital hacia el primer piso donde se encontraban los consultorios generales y de salud bucal, se encontraba haciendo la residencia pero había pedido cambio de ciudad ya que ella estaba terminando Medicina, tenía miedo de seguirse encontrando con su ex suegra que aunque nunca la había conocido ella a Ciro. 

Ciro reconocía por apellidos a la señora y estaba en el mismo hospital que ella ya que Ciro años atrás había estudiado Enfermería y Obstetricia en ese entonces cuando tuvo que asistir a  practicas la administración le solicitó quedarse como parte del personal, por el tipo de especialidad solía tener encuentros con la doctora que quería evitar. 

Algo en ella infantilmente le decía que huyera por eso el cambio de ciudad. 

Ciro tenía doble carga laboral, por un lado tenía la residencia dentro de las instalaciones del Hospital Central y trabajaba por las tardes como enfermera en otro, pese a ello, ese día era uno de los libres en su trabajo y había llegado a sus oídos por solicitud de una compañera que le cubriera en el área de enfermería en hospitalización.

Solía tener jornadas laborales algo extensas porque quería mantenerse ocupada aunque también le servían para no pensar mucho en el varón que ya no se encontraba con ella y sus sentimientos vivaces cuando no estaba distraída le hacían una mala jugada por ello si no estaba ocupada trabajando buscaba algún diplomado o certificación para hacer.

Pasaba por los pasillos del primer piso para salir a su auto y traer su mochila con sus cosas para cambiarse ya que aún portaba el uniforme de Médico, pues había salido de guardia. Miraba sus pies recordando su aprendizaje de enfermería antes de volver a subir y quedarse en el área; una presencia hizo que elevara el rostro enganchándose a una mirada profunda e indiferente, reconocía esa mirada y sensación en cualquier lado donde se encontrase. Aquél varón portaba una quirúrgica  con su respectivo gafete, ella ni siquiera tuvo que mirar la identificación colgante para identificar de quién se trataba.

Después de haber pasado el uno a uno, lado a lado, Ciro volvió la vista al piso pensando si realmente se trataba de quién creía que se trataba. Parpadeó varias veces boquiabierta y se detuvo abruptamente, volteó el rostro por encima de su hombro para ver si el caballero se había detenido y podía ver su rostro a detalle habían pasado tantos años que su visión no lo reconocía pero su corazón y el hormigueo en sus manos le daban la razón.

El chico ya no se encontraba tras ella, lo que ocasionó que ella sintiera decepción volvió al frente cerrando los ojos con las manos en las bolsas de la bata y respiró profundamente porque aunque vio una persona real, quizá se trató de algo que ella quería ver y no de la persona que era, es decir, creyó reconocer a él.

De la nada, justo cuando iba a comenzar a caminar y volviendo a sus principales pensamientos sintió que alguien le tomó del brazo girándola hacia él. Las manos contrarias se acomodaron en los hombros de Ciro y quien la había detenido inclinó su rostro para ver a detalle el de ella.

—Eres tú.

Dijo la voz grave sonando  algo feliz, a la vez una sonrisa a penas visible se mostró en el rostro contrario. El corazón de Ciro se aceleró, sus mejillas se tornaron rosadas y sus ojos se cristalizaron en un segundo cuando volvió a encontrarse con esos ojos oscuros. Andrew había aparecido en su vida nuevamente pero ahora frente a frente.

—Mírate, con tu bata blanca y cabello agarrado—dijo mirando de pies a cabeza a la joven con un tono emocionado e inclusive sonriente, soltó sus hombros y se incorporó de vuelta cruzando los brazos y dejando uno libre a tocarse el mentón propio—Me sorprende verte, me alegra.

Ciro no sabía cómo reaccionar hacia él, él parecía tratarle como una amiga de hace tiempo aunque igualmente, no es como si fuera algo incorrecto, porque eso eran, amigos. El corazón de ella seguía acelerado y sus respiraciones también se habían elevado, un nudo en su garganta se había creado y tragaba saliva para poder decir algo, aunque sus ojos lejos de llorar sólo estaban cristalizados con una luz como si viesen lo sublime.

Una sonrisa se dibujó en el rostro de ella, tomó aire y lo soltó en un soplo asintiendo con la cabeza —Sí, así es, bata blanca—soltó una pequeña risa encogiéndose de hombros algo nerviosa.

—Al parecer no te da el mismo gusto que a mí.

Comentó el caballero habló desmotivado pensando en que a ella le disgustaba volverlo a ver por todo lo que había sucedido y que la última conversación fue hacía unos meses o quizá el año.

—No es eso Andrew, es porque me tomaste de sorpresa y no sé qué estoy sintiendo, realmente acabas de hacer un corto circuito en mí. Estaba pensando en cosas de enfermería porque entraré a turno y fuiste como una bomba—explicó soltando una pequeña risa y esbozaba también una sonrisa amplia y cálida hacia el chico— También me da mucho gusto verte, sobre todo si te desapareces tan seguido—elevó una ceja y cambiando la expresión a una sonrisa burlona mientras negaba con la cabeza.

—Entonces ¿trabajas aquí?—preguntó curioso porque nunca la había visto, ni escuchado de ella en el tiempo que llevaba.

—Sí y no, estoy haciendo mi residencia aquí pero son las guardias. Trabajo en otro hospital pero hoy es mi día de descanso y aquí necesitaban una enfermera en pediatría así que acepté, no tengo mucho qué hacer o realmente nada, mis uniformes están limpios, mi departamento también y no tengo tareas pendientes.—sonrió encogiéndose de hombros.

Andrew estaba atento a ella y sonría constantemente junto con ella mientras le explicaba y se preguntaban el uno al otro. La conversación fluía e incluso él la acompañó hasta el auto para tomar las cosas y cambiarse. Andrew le dijo sus horarios laborales y le propuso una reunión de viejos amigos para contarse lo que había ocurrido en tantos años y tenía curiosidad por muchas cosas. 

Ciro había aceptado la idea, no le molestaba para nada ir con un viejo amigo, menos si se trataba de él. 

Sólo por última vez.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora