PRÓLOGO

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1. Primer arco: La verdad no contada 

Una enorme sonrisa adornaba el rostro de un omega rubio y de ojos azules, sus ojos brillaban con amor, con anhelo e ilusión, sus manos estaban en la  corbata de su Alfa, podrían haber pasado años y aún así Jimin sentía que jamás dejaría de amar a Agust, era el Alfa perfecto, tan bueno, amoroso, era su mejor amigo y amante, era toda su vida y todo para él.

Agust le sonreía a su Omega Jimin, sus oscuros ojos negros brillaban al ver la enorme sonrisa, sabía que no merecía el amor de Jimin, sabía que era un maldito, pero, él era un maldito y un egoísta que no iba a dejar a Jimin jamás, no hasta que muriera, esa sería la única manera en que Jimin dejaría de ser suyo.

Jimin observó a su esposo, era alto, guapo, su piel blanca como la más fina porcelana, sus labios delgados, los duros ojos negros que a pesar de parecer dos perlas negras, lo veían con amor.

— ¿cuánto tiempo durará el viaje? — preguntó Jimin a su esposo, con su suave voz.

— Bueno, solo será una semana y pronto estaré de vuelta — le dejó un beso suave en los afelpados labios del Omega

— En una semana es nuestro aniversario y yo estaba, estaba pensando que tal vez, ¿podríamos ir al hospital y averiguar del tratamiento? — pidió Jimin tímidamente

— Jimin, ya discutimos eso, el tratamiento no funcionó una vez — el rostro de Agust se había tornado serio y hasta casi molesto

— ¡Pero es que no lo entiendo! ¿Por qué no podemos tener un niño? ¿Qué clase de problema tengo? — Agust se sintió culpable, Jimin no era el problema, él lo era

— Ninguno, amor, cuando vuelva veremos otras alternativas — no, no sería así, evitaría a toda costa el tema de una familia pero, no quería irse peleando con Jimin

— ¿Lo prometes? — preguntó Jimin con un dulce puchero

— Lo prometo — dijo abrazando a Jimin y oliendo las feromonas de su glándula de olor

Sin decir más, el Alfa dejó un beso en la cabellera rubia de Jimin y salió por la puerta hacia el auto donde su chófer le esperaba.

— Ve a casa — le dijo al chófer

— Sí, señor — el Beta estaba tan en desacuerdo con su jefe, ¿cómo podía hacerle aquello a quiénes supuestamente amaba?







Habían pasado horas desde que Agust había salido de la casa y Jimin aún no había recibido la llamada que siempre le hacía cuando salía de viaje, sabía que el viaje a Estados Unidos no era rápido pero, ya era pasado de media noche y nada, no debía preocuparse quizás su esposo sólo había llegado demasiado cansado.

Excepto que Agust jamás había sido así, él siempre le llamaba sin importar la hora. Agust había viajado a Estados Unidos por un problema en su empresa de licores, él solía viajar mucho, a veces incluso meses, Jimin lo comprendía pero, viendo aquellas paredes blancas de la enorme casa que compartían, se sentía tan sólo, no tenían mascota porque Agust era alérgico, llevaban años intentando tener un bebé y nada que ocurría, en momentos como ese simplemente se hacía bolita en la enorme cama con cobertores color crema.

Cerró los ojos y se dijo que no dormiría, sin embargo, sucumbió al sueño y se durmió, hasta que el sonido insesante de la puerta siendo azotada con furia lo hizo despertar de golpe, sus ojos vislumbraron las letras rojas del reloj en la mesa de noche, el reloj marcaba las 05:14 a.m.

Mil Lágrimas | By @Akucintakamu  ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora