1° Año, Capítulo 13: Superestrella.

7 4 0
                                    

12 de Abril, 1966.

— Eskolcito...

— No me dirijas la palabra... —Sentenció con severidad el profesor mientras pasaba por al lado del albino sin dirigirle la mirada.


20 de Abril, 1966.

— Eskol, yo... —Berbi se acercó nervioso hasta el escritorio de su hermano mayor.

— No quiero escucharte...


25 de Abril, 1966.

— Profesor Evans... —El peliblanco se atrevió a interrumpir por primera vez en el mes la clase que este dictaba, pero no obtuvo respuesta alguna que no fuera del castaño ignorándolo, lo que le hizo sentir el ser más despreciado de toda la existencia, provocando que sus mejillas se enrojecieran y que él se ocultara bajo la capucha de su uniforme, intentando desaparecer del mundo «¿Por qué me humilla de esta manera?»

— No he dado permiso para hablar, 5 puntos menos para Gryffindor.


30 de Abril, 1966.

— Hermanito...

— ¿Qué hace a estas horas y en mi oficina, Señor Aeneas? —Increpó el mayor de los niños (no tan niños) Aeneas con indiferencia— ¿No sabe que ya estamos en el horario del toque de queda? ¡5 puntos menos para Gryffindor!

— Eskol, yo necesito que me hables, por favor... —Respondió algo desesperado, de verdad le estaba volviendo loco el que su hermano le ignorara, por ello no le importaba en absoluto haberse escapado de noche ni arriesgarse a castigos con tal de hacer las paces con él.

— 10 puntos menos para Gryffindor, y le costarás 5 más si no te vas en seguida —Sentenció con severidad.

— ¡Vamos! ¡¿En serio?! ¡¿No puedes hablarme?!

— No, ya van 15 puntos menos, 5 más y te castigaré un mes...

— ¡No seas pesado! Soy tu hermanito, no puedes pasar toda una vida enojado conmigo.

— Claro que puedo, además, acabas de insultar a un profesor, con eso ya son 25 puntos que le has restado a tu casa.

— Por favor...

— No, 30 puntos menos...

— ¿Sabes qué? Me largo, fui un imbécil al intentar dialogar contigo...

— 35... —Lo miró serio, esa misma expresión que colocaba antes de que mandara todo al carajo, señal que le hacía a entender al albino que era momento de largarse. Gracias a los dioses le tomó atención, marchándose antes del caos, pero no sin antes voltearse a medio camino para gritar a todo pulmón.

— ¿Sabes qué, Kol? ¡Vete a... a la punta del cerro! —El Gryffindor salió corriendo como si su vida dependiera de ello, sabía que aquello lo haría enfadar absolutamente y no quería las represalias que eso le traería, aunque eso no evitó que a lo lejos pudiera escuchar.

— ¡50 puntos menos!


6 de Mayo, 1966.

Ya se cumplía un mes desde que su hermano mayor se había enfadado con él, provocando que este no le dirigiera la palabra por haber mandado la carta a esa tal "Emi", ¿Era tan terrible? ¿Había hecho todo mal? Él sólo quería defenderlo de cualquier decepción amorosa, algo que evidentemente pasaría por enamorarse de alguien que vivía tan lejos, además que esa tipa sólo se dedicaba a buscar lo más vital con Baloo o a bailar con el rey Lou «¿Por qué nadie puede ver mis buenas intenciones?», por otro lado, no había sido tan terrible aquello que le dijo, total, ella ya sabía de su existencia, incluso más de lo que a él le gustaría que supiera alguien que no conocía «¿Qué tanto le habrá contado? ¿Por qué ella sí puede hablar de mí, pero yo no puedo hablar de ella? ¿Por qué todos deben ser tan injustos? ¿No que él estaba en contra de las injusticias? ¿Por qué quería a una persona que estaba en un país tan desconocido como Brasil y no puede conformarse conmigo que estoy a su lado? ¿Acaso a ella le da algo que yo no? ¿También la tratará así cuando se enoja con ella? ¿La habría ignorado por tanto tiempo?» Eran muchas interrogantes que el albino se hizo durante aquel mes, día tras día y a todas horas, por la mañana al ducharse, en clases de encantamientos, en cada comida en las que se quedaba mirándolo fijamente mientras intentaba llamar su atención mentalmente, ignorando a todo el resto del mundo, en cada broma, en cada vuelo en escoba, pero sobre todo al acostarse, donde no podía conciliar el sueño hasta casi 4 horas después por tener la mente hecha un lío pensando en cómo o qué hacer para que este le disculpara por aquel acto de valentía, incluso ya no podía disimular aquellas moradas ojeras que tenía bajo sus cansados ojos grises que le daban una apariencia tan demacrada como enfermiza, provocando que su padre le preguntara varias veces si se sentía bien o si le ocurría algo pero ¿Cómo poder decirle lo que pasaba sin que él le castigara? «Mientras nos dejaste acá por no estar en casa yo le mandé una carta a la novia de mi hermano» «¡No!» Eso sonaba muy patético, además le había prometido a Eskol que no culparía a su padre por la ausencia en ese mes, aunque aún ni le había mencionado el porqué de aquello, pero gracias a Merlín de que ya se había acabado, por lo que ahora estaba gran parte del tiempo en el colegio, lo cual era una preocupación menos en la vida del incoloro, en la que últimamente no había nada más que líos, preocupación y miedo.

Star-ManDonde viven las historias. Descúbrelo ahora