Luisita observaba con una sonrisa a Amelia y Bruno jugando en la arena. El niño reía divertido cuando las torres del castillo que estaban intentando construir se venían abajo.
Amelia ponía pucheros cada vez que pasaba, y al niño le hacía todavía más gracia.
Estaban pasando el día en la playa. Un día perfecto.
La rubia consultó la hora en su móvil y suspiró porque se acercaba la hora de separarse. Se quitó las gafas de sol y se levantó de la toalla en la que estaba sentada.
- ¡Vosotros dos! - llamó la atención de Amelia y el niño. - ¡Ya va siendo hora de marcharse!
La cara de Bruno cambió a una expresión triste. Entonces Amelia lo levantó y le hizo cosquillas mientras besaba su mejilla regordeta, haciendo que volviera a reír escandalosamente.
La morena se acercó a Luisita con el niño en brazos. Al llegar Bruno se lanzó a la rubia, que lo cogió dándole un sonoro beso.
- Vaya manera de cortarnos el rollo. - Amelia se quejó de broma.
- No sé quién es más infantil. Si tú o el niño. - Luisita la chinchó.
- Jaja - Amelia hizo una mueca.
- Dame un beso, tonta. - Luisita agarró la barbilla de la morena con una mano y le dio un par de besos en los labios, a los que Amelia respondió con una pequeña sonrisa.
- Será mejor que volvamos a casa y bañemos a este monstruito. - la morena hizo cosquillas al niño y este se retorció en brazos de Luisita.
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Tras bañar a Bruno y darle algo de comer porque no paraba de refunfuñar, las dos se sentaron en el sofá con el niño en medio, que mordisqueaba unas galletas con gusto.
Luisita miró el reloj de pared del comedor y se quejó. - ¿Pero dónde estará esta mujer?
- Tranquila. Ya sabes cómo es María. - Amelia la calmó.
- Si es que a este paso vamos a llegar a casa de mis padres de madrugada y vaya ojeras voy a tener mañana. Las fotos van a ser un cuadro.
Amelia rio con suavidad y se acercó a Luisita para dejar un tierno beso en los labios. - Todo va a salir genial. Mañana es el gran día. - terminó moviendo las cejas.
- No me pongas más nerviosa, anda. - la rubia la apartó con una pequeña sonrisa.
Sonó el timbre de la puerta y Luisita se levantó soltando un ¡Por fin! frustrado.
María entró mientras su hermana la regañaba por llegar tan tarde. La mayor de las Gómez rodó los ojos y se acercó al sofá.
- Dejad de intentar robarme a mi hijo, por favor. - bromeó y Bruno levantó sus ojos azules y localizó a su madre. Sonrió y dio un gritito haciéndole gestos con las manitas para que lo cogiera en brazos. María le dio un largo beso en la mejilla y le apartó un poco de pelo negro de la cara. - ¿Qué te han dado de comer las titas? Alguna porquería, seguro.
- Oye. - Amelia se levantó y se cruzó de brazos con indignación.
- Es que le dais chucherías y luego no hay quién consiga que cene.
- Pero si somos las mejores tías. - Luisita se acercó y acarició la mejilla del niño. - ¿A que sí?
- ¿Ya lo tienes todo? - María preguntó a su hermana y esta asintió.
- Va a ser raro dormir separadas esta noche. - Amelia se lamentó.
María rodó los ojos. - Es solo una noche, no me seáis dramáticas.
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El Valle - One Shots
RomancePequeñas píldoras de la vida de Luisita y Amelia después del final de El Valle.