Capítulo único

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Eso que hizo Fubuki se llamaba traición.

Y si eso no era traición, al menos se sentía genuinamente como una.

La estaca imaginaria que se encajó en el pecho de Saitama le hizo drenar toda la sangre que tenía por dentro. Sangre llena de amor por Fubuki, su novia, la misma persona que no dudó ni un instante en romper el corazón y la confianza de la persona que alguna vez ella dijo que amaba y que ahora él sabía con certeza que eso era todo conveniencia, maldad y diversión; todo menos verdad.

Saitama lo entendía, el amor no era doloroso, era la acción de amar lo que causaba el daño en uno mismo. No, ni siquiera era eso, era el hecho de amar a la persona equivocada lo que determinaba la completa destrucción de todas sus ilusiones, sus emociones nacientes y tenues y frágiles que ahora se intensificaban en demasía. Porque Saitama la amaba demasiado y ahora todo ese cariño era proporcional al dolor que estaba sintiendo.

Si el amor es otorgarle casi ciegamente el poder a la otra persona para destruirte, quizás desde un principio nunca debió haber confiado en ella y mostrarse tan vulnerable. Fubuki sólo lo había utilizado y ahora lo había traicionado donde más le dolía. Sin dudar. Sin arrepentimientos. Quizás todo sería más fácil si sus emociones comenzaran a desaparecer de forma creciente y constante como lo hacían antes. Antes de ella. Porque Saitama era fuerte, pero era tan débil por dentro cuando se trataba de sus amigos, de las personas que le importaban, de Fubuki.

No quedaba nada, su pequeño nido de amor había sido destruido por ella. El amor parecía haberse acabado y todo lo que se esperaba de su relación se ha destruido frente a sus ojos. Dolía su traición y dolía saber que tendría que dejarla ir, incluso si fue ella quien así lo decidió.

Ahora Fubuki se ha ido, lo ha abandonado en esa casa que ambos compartían durante tanto tiempo.

Saitama pensaba en el anillo que se supone que le regalaría algún día y que ahora tendrá que aplazarse o incluso desaparecer, ese por el que había ahorrado tanto. Él llevaba pensando mucho en esto y en eso, en ella, en lo feliz que fueron los dos juntos y cómo todo se acabó por la traición de ella.

Traición de ella. Traicionado por ella. "Traición" era el segundo nombre de Fubuki. "Fubuki" y "Traición" eran sinónimos.

—Yo te dije que esto podría pasar algún día. —Soltó ella con un doloroso desinterés y enfado. Sus palabras eran como fríos escupitajos llenos de indiferencia hacia sus sentimientos para Saitama.

Fubuki había vuelto a su departamento para "dejar en claro las cosas", ella estaba cruzada de brazos frente a él con su ceño fruncido y su porte orgulloso. Digna de una villana, de una mafiosa, y tan hermosa como una rompecorazones.

Saitama la miró fijamente con su rostro ensombrecido, su cuerpo y voz sin fuerzas. —Creí que éramos una pareja, como un equipo, que nos amábamos...

Ella resopló con fastidio, sin tener siquiera la intención de dejarlo terminar. —Deja de exagerar. Yo aún te amo.

Sus palabras sonaban frías, como las ventiscas, como la nieve. Pero la nieve era blanca, las mentiras de Fubuki eran negras y sus intenciones sospechosas y sus labios rojos como la sangre, rojas como las banderas que él nunca vio pero que todos le advirtieron.

—Entonces, ¿por qué? —Soltó Saitama de forma casi, casi, suplicante. Casi rogando por una respuesta que lo colmara de consuelo y le dijera que no todo estaba perdido y aún podría recuperarse después de esa tragedia provocada por ella.

—No pasará de nuevo. —Insistía Fubuki pero Saitama no le creía. Su amor seguía ahí pero su confianza ya estaba rota y ambos sabían perfectamente que el amor sin la confianza no era nada.

Crimen sin Castigo (Saibuki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora