Risas divertidas con la dulzura de un niño, miradas brillantes pese a la poca iluminación y sonrisas traviesas que hipnotizan al otro.
Ambos niños corren hasta la parte trasera de la casa, cargando miles de mantas y almohadas sobre sus brazos, riendo como si estuvieran haciendo la más grande travesura de sus vidas cuando llegan a la caja.
El primero en subir es el menor, de apenas 12 inviernos, deja las cosas sobre la caja antes de impulsarse y subir. Luego toma las mantas y las lanza hacía arriba de la casa, sabe que no esta sucio ya que ellos mismos habían limpiado bien cuando aun era de día.
Se apresuran porque tienen el tiempo contado. El castaño le extiende las almohadas que el azabache toma, repite la acción y deja caer las almohadas suaves y blandas sobre el techo cubierto de cobijas.
Luzu se quita los zapatos, como Quackity antes lo hizo, se apoya sobre la tela de sus tenis y sube junto a su amigo.
Se miran en medio de la oscuridad en silencio, sintiendo la adrenalina correr por sus pequeños cuerpos, sus corazones latir con fuerza como en las tardes que entrenan y un par de gotas de sudor adornan sus frentes. Las sonrisas que se dedican parecen todavía más brillantes que la misma luna que se exhibe sobre ellos.
Luzu junta ambas manos, entre lazandolas, mira al peli negro, diciendo sin hablar el siguiente paso de su misión; subirse al techo.
Siente la tela de sus calcetines grises cuando el pequeño niño pato se apoya en él antes de tomar impulso, sus manos se apoyan en el borde del techo y con la ayuda de ambos logran su cometido, ahora falta Borja.
El castaño suspira, se estira un poco y su espalda truena, alza la mirada justo cuando Alex asoma la cabeza, vuelven a sonreír en silencio, porque no hacen falta palabras, solo sonrisas que demuestran más que todas las palabras del mundo.
—. Ven, Lusu, rápido—. Saca su mano, con la punta de sus dedos helados gracias al clima frío, espera al que el mayor la tome antes de tirar de él.
Luzu se apoya del borde del techo como lo hizo su mejor amigo, para no apoyarse completamente en el menor a sabiendas de que no era muy fuerte pese a que llevaba un invierno como aprendiz a héroe.
Respiran agitados sobre el techo, sus pechos suben y bajan con velocidad y no pueden evitar reír, es como si estuvieran haciendo un crimen. Un gran crimen para la mente de dos niños.
—. Rápido, Quacks, ya casi empieza—. Luzu susurra, su tono suave y amable que siempre usa con su amigo, tan dulce que empalaga un poco.
Sus tratos hacía Alexis siempre fueron lindos, llenos de cariño, desde la primera vez que lo miró confundido en el pueblo en busca de medicamentos para la mujer que lo cuidaba.
Recuerda bien ese día, un lindo día de verano, cuando iba saliendo de su trabajo como ayudante a la bibliotecaria, el reloj marcaba el fin de su horario laboral y el cielo comenzaba a pintarse de naranja.
Recuerda como lo miro caminando confundido entre las casas del pueblo, mirando su alrededor temeroso, un lindo niño de 9 inviernos que se aventuró a salir de su hogar para buscar medicamentos.
Sus ojos confundidos y llorosos lo orillaron a ayudar al niño pato, acercándose a él y presentándose con amabilidad como Luzu Vázquez, por todos siempre le decían así, que hasta habían veces en el que él mismo se olvidaba su nombre verdadero.
El niño se presentó solo como Alexis, o Quackity, como le decía la mujer que lo cuidaba, no había apellido por que no sabía quienes eran sus padres.
Luzu recuerda haberlo ayudado y le había dicho, a orillas del pueblo, que siempre podría contar en él cuando quisiera, que siempre estaría para ayudarle aun cuando tenía 11 inviernos, por que sabía lo que era ser huérfano.
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Lluvia De Meteoritos ¡Luckity¡ (One-Shot)
FanfictionDos pequeños adolescentes de 14 y 12 inviernos que se escabullan una noche helada al techo de una casa para ver como el cielo se ilumina por líneas perfectas, destellos de luz y luces de colores.