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El temor no tardó en apoderarse dentro del cuerpo del pequeño niño ahora que no se encontraba cerca de sus padres ni sus hermanos. Con temblorosas manos, se sujetó con fuerza de la correa del cinturón que lo mantenía asegurado en el asiento de en medio en la parte trasera del automóvil; esto como reacción ante las imponentes presencias de los hombres sentados a sus costados, los cuales desconocía porque no se parecían en absoluto a sus guardaespaldas que solían acompañarlo junto con su familia.
Bajo la atenta mirada de aquellos hombres, el chico seguía sin pronunciar palabra alguna, incluso desde su primer encuentro lo que facilitó el secuestro del menor sin levantar las sospechas del público que tenían presente dentro de aquel centro comercial del cual ya se habían alejado desde hace varios kilómetros atrás.
Con la cabeza agachada, el pelinegro no se atrevía a mirar a sus acompañantes, y más cuando se percató de que cada uno de ellos portaba armas de fuego a la vista. A pesar de su corta edad de siete años, él conocía bien lo peligrosos que podían llegar a ser esos objetos puesto que con la aprobación de su padre, sus guardaespaldas le han enseñado la estructura y manejo de una pistola semiautomática, sin embargo, su nuevos 'escoltas' poseían en sus manos armas largas.
De no haber soltado la mano de su madre para correr a ver el show de sus superhéroes favoritos, no tendría el porqué estar atrapado ahora; sólo debía haber esperado un poco mas, así no se hubiera perdido en el mar de personas que al igual que él, deseaban ver el performance con la posibilidad de ser partícipes en este y por querer ser elegido, fue cuando tuvo la idea de llegar al frente aprovechando su corta estatura.
Para tratar de no estar tan asustado por la situación en la que se encontraba ahora, el menor optó por dormitar un poco puesto no quería ver a nadie a pesar de que su cabello fuera lo suficientemente largo para tapar sus ojos, pero le gustaba el corte y era algo a lo que ya estaba acostumbrado.
Inconsciente del tiempo transcurrido, el automóvil finalmente detuvo su andar despertando así al pequeño de su sueño el cual no había sido interrumpido debido que para esos sujetos, les era conveniente que el niño no les causara problemas, una cosa menos por la cual preocuparse y tener que tomar en cuenta.
Sin duda para ellos, este trataba del trabajo más simple por el cuál les han mandado a realizar y no se quejaban del todo de ello, pues incluso estar monitoreando que los cargamentos de droga fueran entregados sin problema alguno, podía llegar a ser cansado a pesar de ser una de las tareas más sencillas en sus itinerarios.
Bajando del auto, el pelinegro sabía que debía seguirlos pues no tenía la menor idea de dónde se encontraba y pelear contra ellos claramente no era una opción. Caminaron por un extenso jardín que los llevó frente a las puertas de una gran mansión japonesa de tres pisos causando que el chico quedara impresionado por la bella decoración de esta.
"Camina." Dijo uno de los hombres detrás del niño empujándolo con su arma; aquella fría sensación metálica en su cuello no tardó en causar un escalofrío por todo su cuerpo, como si tratase de una advertencia de lo que podría ocurrirle de tener la idea de escapar.
