Capítulo 1: Abismo

4 3 0
                                    

"Quien con monstruos lucha cuide de no convertirse a su vez en monstruo.
Cuando miras largo tiempo dentro a un abismo, el abismo también mira dentro de ti."

Friedrich Nietzsche

Cada noche se le hacía más larga. Simplemente dormir le era imposible. Su psicólogo le recomendó pasar un tiempo alejado de la rutina diaria, pues los traumas se apegan a nuestro día a día, al camino hacia el trabajo, al tedioso jornal de un tribunal, que ya de por sí mismo es traumático, a la cama vacía por la noche. Estos momentos de profunda soledad te hacen sentir que estás flotando en un abismo de oscuridad infinita. Estos momentos te hacen poner tu vida sobre una balanza y analizar detenidamente si es extremadamente necesario el seguir extendiéndola. Pero como dirían algunos, siempre hay una razón para seguir viviendo...

Casi siempre.

Tras su visita semanal al psicólogo, Charles Winslow se dió cuenta que necesitaba un respiro. Solo le era necesario un tiempo alejado de la fiscalía, de los tribunales, de Texas y de todo lo que tenía cerca. Su madre llevaba un tiempo recomendándole que fuera de viaje a Francia, pues le decía que le haría bien a su salud. Ya  que sus abuelos eran franceses y él dominaba bastante bien esta lengua, decidió que este país sería su próximo destino.

Incluso la más pequeña chispa puede inundar el abismo con su luz, aunque sea por un segundo.


Era una simple tarde de otoño en la bella ciudad de París. Charles acababa de poner pie en tierra francesa tras un largo vuelo de diez horas. Exhausto por el vuelo levantó su muñeca y revisó la hora. Eran las 5:45 aproximadamente. Por su mente pasó la idea de hospedarse en una habitación para descansar pero en este mismo instante una sensación inquietante invadió su pecho. Era ese miedo que recientemente había desarrollado. La noche simplemente no lo dejaría dormir. Decidió mejor rentar un auto y ponerse en camino. Tenía  todo un plan preparado. Su primera parada sería Maison de Jeanne d'Arc en la ciudad de Orleans.

Al salir de París, Charles tomó  la autopista en dirección sudoeste. Tras media hora de viaje, se encontró con un bloqueo en el camino. Al parecer había ocurrido un accidente catastrófico que dejó la vía envuelta en un mar de llamas. La fila de autos era interminable y la espera hasta que se mitigase el fuego y se abriera la vía sería muy larga así que decidió tomar una salida de la autopista que había visto previamente en su GPS.
Al cabo de diez minutos por este desolado camino se dio cuenta de que su auto comenzaba a fallar. Bajó de su auto para revisar si podía solucionar el problema. Al levantar la cajuela del auto este comenzó a desprender humo. Al no saber nada de mecánica decidió llamar a un equipo de ayuda en la vía para que lo ayudaran a solucionar el problema. Fue entonces cuando se percató de que no tenía cobertura. Su GPS tampoco funcionaba así que tuvo que usar un mapa que tenía para casos de emergencia. Según el mapa estaba a 40 minutos a pie de un pequeño pueblo. Vio que se estaba haciendo tarde así decidió emprender la marcha. Eran las 6:23 así que si se apresuraba llegaría antes oscureciera por completo. Se llevó con sigo una maleta con sus pertenencias más importantes y una linterna, además de su billetera y su inútil celular que a estas alturas no tenía ni siquiera batería.

Es increíblemente fácil caer en el abismo. Lo difícil es salir de él

Antes de que la noche descendiera por completo logró alcanzar el pueblo. La caminata hasta aquí le pareció infinita pero sin duda valdría la pena, no? Era incluso menor a como se lo había imaginado. Eran alrededor de diez casas las cuales rodeaba un edificio de tres plantas que debía ser el ayuntamiento. Por el camino que Charles había llegado se podía observar a la derecha un poste de madera del cual apenas colgaba un cartel que decía:

"Bienvenidos a Dunkel"

Un poco más adelante se encontraba un motel. El motel era alto y de madera, en el exterior tenía un letrero bastante deteriorado en el cual apenas se podía leer "Abgrund". Siguiendo por ese camino se encontraba una gasolinera que debía tener un mecánico y un remolcador de autos. Charles no se detuvo hasta llegar a la gasolinera, entró por la puerta delantera con algo de trabajo, pues la puerta era difícil de abrir, se acercó al mostrador y tocó un pequeño timbre que según pensó, llamaría a alguien que lo atendiera. Mientras esperaba miró a su alrededor y se dio cuenta del mal estado en que se  encontraba todo el lugar. Las paredes estaban pintadas de un color amarillo que a sus ojos estaba bastante sucio, la pintura se había caído en varias partes y habían grietas. A la derecha del mostrador había una especie de collage con diferentes pósteres escritos en francés y alemán. Entre estos Charles encontró uno que le resultó intrigante. Este póster era rojo y representaba un soldado alemán militante del Tercer Reich, este tenía su mano extendida como si buscase el horizonte y sobre él, en letras pronunciadas, se leía la frase "Heil Hitler". Justo en ese momento llegaba el encargado de la tienda.

- Buenas Noches. -dijo el encargado muy diligentemente- ¿En qué puedo ayudarte?
- Buenas, -dijo Charles apresurandose a responder- Quería solicitar su servicio de ayuda en la vía.
- ¿Cual es su situación? -Interroga el encargado-
- Pues mi auto dejó de funcionar a mitad del camino que conduce hacia aquí por la carretera al norte.
-

Bueno, -respondió el empleado- la verdad es que sí ofrecemos este servicio pero no funciona 24 horas ya que esto no es algo que suele pasar a menudo por aquí. No obstante mañana a primera hora nuestro mecánico se encargará de eso. Le recomiendo que rente una habitación del Motel a la entrada del pueblo y pase ahí la noche.
- Muchas gracias. Por cierto -preguntó Charles- ese poster que tiene ahí...
- Era de mi abuelo. -interrumpió el empleado- Él participó en la Segunda Guerra Mundial como un soldado Nazi y ayudó a la creación de este pueblo. Este lugar solía ser una mina de oro creada por Alemania durante la ocupación militar. Tras la firma del tratado de paz se le permitiós seguir viviendo aquí junto con algunos otros exprisioneros de guerra. Pero el siempre atesoró esta imagen.

- Es muy interesante su historia. -dijo Charles-
-Jajaja, sí -bromeó el empleado-

Mientras Charles se dirigía hacia salida se despide del empleado. Una vez fuera de la tienda, empezó a caminar hacia el motel, pero esta vez poniendo especial atención a los detalles. Los árboles eran y téricos y sombríos, manchados por el rojizo color que el otoño lloviznó sobre sus hojas, mientras que sus troncos eran de color oscuro, casi negro, como si se tratase de un bosque muerto, víctima de un incendio. Los edificios eran de madera oscura y descansaban sobre un cimiento de piedra. Particular atención prestó al ayuntamiento del pueblo. Este era casi una mansión, hecha de madera de roble francés. Tenía una gran puerta en la entrada principal y altas ventanas de cristal aunque lo más impresionante era un  enorme reloj a la altura del tercer piso. Estaba hecho de bronce y madera, y a pesar de que era de noche era perfectamente visible ya que se encontraba muy bien iluminado, mejor iluminado que el resto del pueblo. Sin embargo inútilmente ya que este se encontraba detenido en las 4:42 y no parecía haberse movido por un largo tiempo.

Tras par de minutos caminando por las oscuras calles del pueblo, Charles, en su camino hacía el motel, comenzó a sentir una extraña sensación. Su cuerpo se sentía pesado, como exhausto, su respiración estaba muy agitada, su corazón palpitaba a una velocidad descontrolada y tan fuerte que podía oírlo. Su visión poco a poco se fue nublando y su cuerpo, ya sin fuerzas para aguantar se desplomó en el frío asfalto de la acera.

Nacimos de la oscuridad y a la oscuridad volveremos...

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 08, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Oscuridad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora