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Me sentí mareada, tanto que tuve que apoyar mi cuerpo en la mesa de trabajo

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Me sentí mareada, tanto que tuve que apoyar mi cuerpo en la mesa de trabajo. Cerré mis ojos elevando una oración a cualquier entidad divina que me estuviera escuchando y que le importara la humanidad. Nada, no había nada, ni las muestras ni las que tenía todavía en observación; nada. Mis manos temblaban y sentía como mi corazón se saldría de mi pecho.

— ¿Cómo...?

— ¿Lilent?— Grey me llamó y cuando le di una mirada note que todos los del laboratorio estaban con ella, de inmediato recordé que solo los miembros del laboratorio y los profesores tienen un código o una tarjeta de acceso al lugar, esto debido que con anterioridad ya se habían provocado accidentes o habían ocurrido cosas así.

— ¿Quién fue?— dije lo más calmada que pude, aunque lo único que quería era tomarlos por los hombros y obligarlos a confesar, pero, mi mamá dice que nada se soluciona con violencia y le voy a creer. Ellos se quedaron mirándome en silencio con cara de interrogación.— ¿¡Quién fue el que robó mi investigación!?— hablé un poco más alto, perdiendo los estribos.

— ¿De qué estás hablando?— preguntó Grey acercándose un poco a mí.

— ¡¿De qué estoy hablando?! Uno de ustedes robó mi investigación, somos los únicos con acceso a este lugar y ustedes son los únicos que me vieron trabajar en eso.— Les expliqué tomando mi cuaderno de notas, mis nervios se convirtieron en enojo y mi lengua se desconectó de mi cerebro, por esa razón dije algo de lo cual me sentí muy mal después:— ¿Así fue como llegaron aquí, robando el trabajo de otras personas? No me sorprende después de todo así son las personas de su calaña.

Un silencio denso se instaló en el lugar, todos me miraban fijamente y después de decir eso yo solo quería enterrarme por ser tan mala persona, sin embargo, la situación era más importante que mis sentimientos o los de ellos, lo realmente relevante era descubrir que rayos le había pasado a mi investigación.

— ¿De qué mierda me sirve a mí tú maldita investigación, idiota?— Gauche habló con su tono enojado como siempre. Sus ojos estaban inyectados de sangre y de instintos asesinos pero no dejé que se mostrase el miedo en mi cara.— Si quisiera robar algo me llevo tus apuntes, tarada.

Y caí en la resolución de que, era cierto, de nada les sirve tener las pócimas si no tienen la fórmula para seguir utilizandola, y sí tenía un punto, pero eso no desaparece que mis pócimas no están y eso es lo que me interesa.

— Bien, no lo robaron, pero ahora quiero que me expliquen qué pasó mientras no estaba aquí.— dije respirando profundo para calmarme, ahora sí quería tener una conversación civilizada.— ¿Uno de usted dejó abierta la puerta? O ¿dejaron entrar a alguien de afuera? Si no es así ¿debo creer que le salieron brazos y piernas a los vasos y saltaron por la ventana?

La chica le echó una mirada nerviosa a Gauche y este le devolvió una mirada enojada, rápidamente supe que algo había pasado. Me crucé de brazos tratando de ser lo más amenazante posible, justo como mi mamá, y los miré a los tres; no quería explicarles la situación porque de mi corazón todavía no se iba la posibilidad de que ellos tuvieran las pócimas en sus manos.

— ¿Acaso nadie va a decir nada?— pregunté con un tono dulce, y una sonrisa que no fue igual de dulce porque la vena de mi frente estaba a punto de explotar por la molestia.

— Bueno...— comenzó hablando Gauche— Quizá yo dejé entrar algunos de mis amigos aquí...— y surgió el peor escenario.

— ¿De qué área?

— Deportes.

— Sus nombres.

— Luck Voltia y Magna Swing.

Mi cuerpo se paralizó por un segundo y lo miré fijamente. Los peores bromitas y estudiantes del área de deportes; son famosos por crear disturbios, jugar todo tipo de juego en cualquier salón o área, crean contaminación auditiva dónde sea que van y les hacen bromas a las personas que pertenecen a los diferentes departamentos. Son la purificación misma de la maldad en el instituto ¡y justamente tenían que ser amigos de este tipo!

Decidido, es hora de retirarme de este  juego de terror llamado vida.

— Búscalos, ahora y no dejes que utilicen eso en ningún lugar, con ninguna persona.— le ordené con voz firme.

Salí rápidamente del laboratorio corriendo hacia donde Julius, no obstante, a mitad de camino me encontré con su secretario que tenía la cara pálida como el papel más que de costumbre.

— Acompáñame. Han reportado una emergencia.— eso me dijo y lo seguí a paso rápido hacia donde me estaba llevando, resultó ser la cafetería. Al llegar sentí que de verdad me daría un infarto, todos estaban sentados en sus sillas mirando a la nada, parecía que sus almas habían salido de sus cuerpos. En una esquina estaba el dúo diabólico con una sonrisa en sus rostros.

Nunca en mi vida me había sentido tan ansiosa como en ese momento.

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Love potion «Asta»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora