Las hijas del Olimpo - Lumity [TOH-PJO AU]

Cap 4- Me inscribo a una carrera, ¿qué podría salir mal?

Aquella pérdida fue algo completamente inesperado.

Todos los campistas nos hallábamos confusos, fue algo devastador que, entre tanta alegría y celebración, fuera anunciada una desgracia tan grande.

El único testigo al que podíamos recurrir para esclarecer los acontecimientos, era un chico llamado Matt, de la Cabaña de Afrodita, que aún se encontraba en Shock.

Unos campistas de la Cabaña de Apolo lo cuidaban en la enfermería y aunque lo único que pudieron descifrar de su constante repetición de palabras fue "oscuridad" "sangre" "cíclope" Quirón lo consideró suficiente como para prohibir a todos los campistas acercarnos al bosque hasta nuevo aviso.

Según nos explicó Viney, Matt se encontraba en PTSD o trastorno de estrés postraumático por lo que habría que esperar hasta que el hijo de Afrodita estuviera en condiciones de dialogar de forma coherente...

Respecto al cuerpo que trajo Eda: se trataba de una campista de la Cabaña de Ares, Catherine Glasses, o como la conocían sus hermanos, Cat.

El entierro de Cat se realizó según las antiguas costumbres griegas, su cuerpo fue lavado con cuidado por sus hermanas y posteriormente embadurnado con ungüentos naturales.

Tras ello, fue vestida con su ropa de gala. Y se procedió a llorar su muerte.

Los hijos de Ares se caracterizaban por hallarse, casi de continuo, sedientos de sangre y no exteriorizar sus sentimientos, pues, según ellos: denotaba debilidad. Sin embargo, durante la próthesis alguna lágrima escapó a su control y se deslizó lenta y dolorosamente sobre las mejillas de algún que otro hijo del Dios de la Guerra.

Cuando los últimos rayos de Sol se escondieron tras la Colina Mestiza, todos los presentes tomamos parte en el ekphorá, una procesión nocturna hasta el lugar de descanso eterno de la hija de Ares.

Como Cat carecía de hogar más allá del Campamento, era una campista permanente, sus hermanas de la Cabaña 5 decidieron incinerarla en una pira y colocar su lápida en una de las zonas más altas de la Colina, donde decían que la joven semidiosa había pasado horas observando el horizonte y los bellos atardeceres de Long Island.

La capitana de la Cabaña de Ares dio un discurso bastante emotivo, dijo que su hermana había sido la hija de Ares más cariñosa y sensitiva de todas, pero también una valiente guerrera y feroz combatiente, finalizó diciendo que sin duda su padre estaría orgulloso de ella.

No vi a Boscha derramar una sola lágrima, sin embargo, descubrí su cara más humana al verla abrazar a sus hermanos pequeños que preguntaban desconsolados cuándo regresaría su hermanita, su Cat.

Los dracmas dorados relucían bajo la luz de la Luna y poco después toda la Colina se iluminó ante la pira de la semidiosa caída.

A la mañana siguiente, el domingo, el Gran Comedor lucía apagado, las ninfas ya no danzaban alrededor de las mesas, tampoco los hijos de Apolo cantaban ya las aventuras de Ulises en la Odisea, era como si todo se hubiera tornado en una paleta de grises.

Y así continuó durante casi una semana.

Hasta que el pesar fue lentamente sustituido por la rutina, y por semidioses que poco a poco llegaban tras el inicio de sus vacaciones de verano.

Incluso el Señor D, quien se había ausentado hacía más de una semana con el propósito de hablar con el resto de Olímpicos sobre lo acontecido, parecía haberse olvidado de nosotros.

El Campamento se llenó de gente y casi parecía que todo iba regresando a la normalidad.

He de admitir que me resultó preocupante que algo como un fallecimiento, que en circunstancias normales hubiera trastocado el ánimo de cualquier grupo de adolescentes, no lo hiciera en este caso.