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Ofensas aparte, Darío no podía evitar el sentirse en cierto punto alagado e incluso satisfecho con lo que había acabado de escuchar.

Por una parte, Ella en verdad pensaba que él tenía unos 18 años y por la otra, aquellas palabras de Viviana no dejaban de volver a su mente una y otra vez:

"...Si de verdad tengo la razón ...y ese chico realmente está interesado en ti, ¿no le darías una oportunidad?".

Las había reproducido decena de veces y cada vez, estaba más convencido de que en realidad, Ella nunca había llegado a responder negativa o afirmativamente a la pregunta de su amiga, limitándose solo a lanzar aquella especie de presagio en el que advertía que nada bueno podría pasar si él finalmente decidía acercarse a ella.

Y...aunque no tenía como saber hasta qué punto aquellas palabras podían llegar a ser ciertas o no, en lo referente a él, no veía ningún problema en ser usado y tirado por la chica siempre y cuando esta, primero, lo hubiera "usado" del modo y la forma en que él esperaba.

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-Perdona que te lo diga, pero estás bien jodido chico- la voz rasposa del señor Abel lo sacó de golpe de sus pensamientos.

A sus 63 años, Abe. (como había comenzado decirle) no tenía la más mínima habilidad para filtrar lo que sea que le pasara por la mente y lo que terminaba diciendo, cosa que...lejos de molestarle, era una de las cualidades que más había aprendido a apreciar en aquel peculiar hombre que, con los días, había llegado a convertirse en lo más parecido a un amigo que podría llegar a tener en aquel lugar.

- Puede ser-asintió volviéndose hacia él- sin embargo, existe la mínima posibilidad de que pueda llegar a gustarle a Ella y solo por eso estoy más que dispuesto a trabajar Abe.

-Bien-asintió más serio de lo que lo había visto hasta ahora- Eso es algo que puedo respetar chico, pero.... ¿no has pensado que aun cuando puedas ocultar tu verdadera edad lo más inteligente sería ir a por alguien que sea más asequible a ti? -lo miró suspicaz.

- Sinceramente Darío, no veo la necesidad de enredarse en algo que se te puede ir de las manos cuando ahí afuera tienes un montón de chicas dispuestas a estar contigo sin que lleguen a cuestionarse si llegas a los 18 o no.

Que no aparentaba su edad tampoco es algo que fuera demasiado nuevo para él y más cuando gracias a eso y, a su más que considerable estatura así como a su complexión delgada pero atlética, había llegado a sobresalir no solo en el atletismo sino también entre las chicas de su escuela las cuales, motivadas por su afición a él, habían llegado a convertirse incluso, en las principales promotoras de su propio y personal "club de fans" y con las que (contrario, a lo que suponían sus amigos), no había llegado a intimar más allá de los típicos besos robados detrás de las vallas.

-Depende de lo que tus llames inteligencia Abe. -alzó una ceja con ironía- Mira, yo no sé cómo habrán sido las chicas de tu generación, pero créeme, las de la mía suelen tener tan poca materia gris que lo más inteligente que podría llegar a hacer en este caso, es mantenerme alejado de ellas.

En su defensa, lo único que podía decir era que, hasta el momento, ninguna de aquellas chicas le había inspirado lo suficiente como para que sintiera la necesidad de perder voluntariamente su tiempo endulzándoles el oído, sin más fin que llevárselas luego a la cama.

De modo que... ¡no!, contrario a lo que cualquiera pudiera llegar a pensar, no es que las chicas no le gustasen, de hecho, con Ella eso estaba más que probado; simplemente amaba tanto su libertad y su libre albedrío que nada le repugnaba más que verse en medio de una relación y menos en su propia escuela.

-Alguna que otra novia tienes que haber tenido Darío, o me vas a decir que las universitarias llueven en tu vida.

- Lamentablemente no a lo segundo y gracias a Dios, NO a lo primero. No estoy para dramas Abe. así que por favor olvídate de las chicas de mi escuela y ¡centrémonos en lo que de verdad importa!

Realmente no estaba como para que lo tomaran de material de estudio y, por otro lado, lo único importante para él en esos momentos era el hecho de que el objeto de su obsesión desde hacía ya más de una semana - Bueno ...ok- el objeto de su obsesión y del sueño más erótico que había tenido desde... ¿nunca?; en verdad pudiera pensar que él era contemporáneo a ella abriéndole con esto, todo un universo de posibilidades.

- Es verdad que me gana en edad y experiencia ¿y qué? Del modo en que yo lo veo, tener algo con Ella va más de ganar que de perder. - alzó los ojos al cielo al ver que aquel maniaco de la limpieza y el orden volvía a lustrar la barra del bar por enésima vez- ¿No vez que con Ella no voy a tener que fingir que quiero tener una relación seria ni nada por el estilo Abe? Una chica madura y con dos dedos de frente, no se sienta a esperar que al final del verano vengan a prometerle amor eterno solo para no sentirse culpable de haber estado con alguien que le gusta.

-Bueno amigo mío-suspiró resignando mientras intentaba alinear las copas de manera tal que todas quedaran a la misma distancia- No serías ni el primero ni él último en intentar apuntar allí donde el sol le encandila más. Tú sabrás lo que haces, aunque claro... - hizo una mueca para no reírse en su cara, a sabiendas que a Darío le sacaba de quicio que intentaran burlarse a sus expensas- Eso si logras que después de semejante choque de trenes ella pueda verte como algo más que "el chico torpedo" de sus pesadillas.

-Vete a la mierda Abel, no sé ni para que hablo contigo-frunció el ceño, mientras sonreía para sí mismo por las chanzas de aquel hombre con el cual, en solo unos días, había llegado a un nivel de confianza bastante más grande que el que había logrado alcanzar con su propio padre, en toda su vida.

- En realidad yo no soy nadie para decirte que no. Es más, por lo que he llegado a conocerte sería capaz de apostar que, si te dijera que no, aun así, tú seguirías aferrado a tu idea solo para demostrar tu punto; así que... adelante, ¿Qué esperas? - le sonrió abiertamente

- Eso sí, debo advertirte que en asuntos de mujeres lo más importante es tener clara la estrategia a seguir incluso desde el inicio. Según juegues tus cartas de aquí en adelante chico, así de lejos irán las cosas con ella

Justo aquellas últimas palabras fueron todo lo que necesitó para corroborar lo que él ya suponía de modo que...aun cuando no sabía cuál sería su primer paso para acercarse a Ella, al menos sí que tenía claro los dos puntos más importantes para él:

Necesitaba demostrarle a Ella que a pesar de lo ocurrido el domingo, él podía llegar a ser, incluso más maduro de lo que ella esperaba y por otro lado... ¡bajo ningún concepto! la chica podía siquiera sospechar que él distaba bastante de tener la edad que ella imaginaba.

Cada minuto que lo pensaba, le motivaba más aquella idea que empezaba a tomar forma en su mente así que, más seguro de sí mismo que nunca, terminó por despedirse de Abel y sin pensárselo demasiado, se dirigió hacia el área deportiva del Villa.

Cada minuto que lo pensaba, le motivaba más aquella idea que empezaba a tomar forma en su mente así que, más seguro de sí mismo que nunca, terminó por despedirse de Abel y sin pensárselo demasiado, se dirigió hacia el área deportiva del Villa

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A Cinco Años de TÍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora