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Narrador Omnisciente.

Desde el momento en que el hombre desconocido entró en la habitación, Thaile siente una presión creciente en su pecho, como si un peso invisible la aplastara. Cada palabra que él pronuncia parece aumentar el tumulto en su mente, sus pensamientos se entremezclan con destellos de recuerdos fragmentados y dolorosos que la hacen sentir como si su cabeza estuviera a punto de estallar.

La psiquiatra, con una expresión serena pero preocupada, se dirige a los presentes, su voz profesional cortando el aire tenso de la habitación.

—El diagnóstico es amnesia disociativa —comienza, sus palabras precisas y calmadas—. Es una pérdida de memoria más grave que el olvido normal, provocada por el fuerte shock del cautiverio. Su mente se ha refugiado en su etapa de cuando tenía 15 años, olvidando todo lo que le recuerda a lo que vivió. Tal vez su zona de confort en momentos difíciles esté asociada con esa edad, y su mente se protege al retornar a esa etapa.

El General, visiblemente angustiado, interrumpe con una pregunta cargada de desesperación.

—¿Pero se va a recuperar?

La psiquiatra asiente, su tono reconfortante pero serio.

—Eventualmente. Les aconsejo que le vayan contando datos sobre su vida actual, pero no todo de golpe. Hagan esto poco a poco. Lo de su padre y su hermano no sería prudente decírselo hasta que esté más recuperada, ya que el impacto podría empeorar su estado.

—Gracias, Doctora —responde Shun, agradecido pero con el rostro aún nublado por la preocupación.

—Yo de ustedes empezaría con lo del bebé —añade la psiquiatra antes de cruzar la puerta—. Así ella se va familiarizando con él y quizás eso le ayude a recordar.

Los rostros de los presentes reflejan una mezcla de incertidumbre y preocupación mientras la doctora se va. Thaile observa a los rostros que la rodean, su ansiedad y confusión apenas disimuladas.

—Bien, ¿cuánto tiempo tengo de vida? —pregunta Thaile con sarcasmo, tratando de ocultar su temor detrás de una fachada dura.

—¡No digas eso ni en broma! —exclama el hombre extraño, con una mezcla de frustración y desesperación.

El General se acerca con cautela, intentando comunicarle la gravedad de su situación.

—Escúchame bien, señorita, no eres una quinceañera y estás aquí porque estuviste encerrada por meses durante una misión.

Thaile parpadea, incrédula. La realidad parece girar a su alrededor, desmoronando su sentido de la normalidad.

—Blanca, creo que hay que volver a llamar a la psiquiatra porque este hombre está loco... —dice Thaile, su tono cargado de confusión.

—Cariño, él tiene razón —responde Blanca con un tono de voz que mezcla tristeza y resignación—. Tú eres una agente especial de la Accia.

El impacto de estas palabras la deja atónita. ¿Cómo pasó de ser una sicaria de barrio a una agente de una organización policial importante? Su mente lucha por procesar la información mientras su cabeza palpita dolorosamente.

—Ok... —responde Thaile con un sarcasmo que apenas oculta su desesperación—. No me importa qué sea, solo quiero ver a mis chicos.

Sus ojos se llenan de súplica mientras mira a su madre, esperando una respuesta que alivie su angustia.

—Lo siento, ange, pero no se va a poder...

—¿Por qué no? —pregunta Thaile, la frustración y la confusión en su voz.

Tras de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora