Capítulo 4

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Kaia

Después de tres largos días no sé ni una sola noticia de As, lo cual que me tiene bastante preocupada y mis nervios cada vez son más intensos. Mi mente daba vueltas intentando comprender sobre los seres sobrenaturales. Incluso después de verlos y tener conversación con ellos, no lo podía asimilar. Tres días dónde no he dormido, comido y descansado bien. Mi aspecto es diferente, tengo ojeras, mi cabello está reseco y mi piel está más pálida de lo normal. Todo sería diferente desde ahora, mi vida ya no sería... normal.

Camino por las solitarias calles de la ciudad con dos bolsas de compras. Era miércoles por la noche y tenía que comprar algunas cosas para la alacena, mi padre no dormiría en casa y yo tendría que cocinar. El frío recorre mi cuerpo y empiezo a asustarme al no ver personas por la calle. Horas antes había pedido a Dante que me llevara en su auto nuevo pero me informó que tenía que viajar con su padre. No me quedó de otra que ir sola.

Puedo sentir pasos detrás de mí y cómo si de un ladrón se tratara giro mi cabeza en busca de alguien, solo que no hay nadie, todo está muy solo. Eso fue peor para mí, comencé a dar pasos rápidos para poder llegar a casa.

Y de pronto, alguien me toma del brazo haciéndome detener. La idea de que un ladrón me esté tomando el brazo hizo que todo mi cuerpo se estremeciera.

—Tu alma se ve muy tentativa— soltó, su voz me hizo sobresaltar y giré lentamente para poder verlo.

Apreté mis labios con temor. Hubiera preferido mil veces que sea un ladrón y no un demonio.

El demonio me miraba con los ojos muy abiertos, con una sonrisa enfermiza. Sus alas eran cafés oscuras, casi negras y eran grandes— no tan grandes como las de Levi, pero aun así daba temor. Y en la parte superior de sus alas sobresalían diminutos cuernos.

Mi voz se había esfumado y no fui capaz de decir nada. Él giró su cabeza, observándome con burla mientras sujetaba mi brazo con mayor fuerza.

—Dame tu alma y vivirás una vida llena de lujos— murmuró deseoso—. Y si no me la das, te mataré.

—Y-yo...

—Y-yo— me interrumpió—, dámela por las buenas o por las malas.

Busqué con la mirada a alguien que pudiera ayudarme, pero no había nadie. Intenté zafarme de su agarre rogando que me dejara ir.

—Po-por favor de-déjame ir— pedí.

—Que miserable— rió sin ganas y empezó a caminar jalándome.

Para este momento era un manojo de nervios, intenté resistirme golpeándolo con mi otra mano pero no sirvió en nada. No entendía como él no se quemaba al tocarme, debía ser igual de poderoso que Levi.

— ¡Ayuda! — Grito lo más que puedo—. ¡Por favor ayúdenme!

— ¡Cállate!

Sus alas empezaron a moverse, dando la señal de que volaría y me llevaría con él. Solo podía pensar en que moriría y mi padre nunca me encontraría. Vi como su cuerpo se elevó del suelo y me levantó con él. Patalee, grité y lloré intentando que me soltara, pero al estar a una altura extremadamente alta preferí que no me dejara caer.

—Te dije que te daría una vida llena de lujos si me entregabas tu alma, pero no quisiste— habló mientras volaba sobre la ciudad.

—As vendrá por mí y te matará— dije sin pensarlo.

Mi respuesta pareció importarle por lo que dejó de avanzar y me miró serio.

— ¿Crees que me da miedo?

Mi Ángel Y DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora