H lleva algunos años aquí. Controla el poder que ha recibido por nacimiento. Cuando Génesis y su madre aparecen en su vida, esa pequeña le hace tomar una decisión. Está intrínseca en su nombre: el comienzo.
Se propone proteger, amar y guiar a la que...
Quería que supiera que se sentía suya. No era una cuestión de propiedad ni servilismo o dependencia. Era algo más profundo. Era una extraña sabiduría intrínseca en la piel y los sentidos. Génesis sabía que, a pesar de que era ella la que lo llevaba en el nombre, H era su principio y su final. Le amaba. Quería entregarse a él. Estaba harta de sus excusas estúpidas, de que huyera de ella.
Por un momento quiso cogerle de la pechera del abrigo que escondía ese cuerpo que hacía vibrar a sus sentidos, sacudirle y gritarle:
—¡No puedes seguir huyendo de mí!
Resultó que, como tantas otras veces, sus ataques de estrés le hacían confundir su voz interior con la realidad.
—Tranquila, cielo —le oyó susurrar, mientras la arrastraba a una zona más apartada.
H no deseaba que todo el mundo juzgara a su pequeña joya como una psicópata dotada para el arte. Se sintió culpable. Nunca acertaba. Deseaba que fuera feliz, que viviera una experiencia acorde a su edad humana. H tenía claro como el amanecer, que pasarían juntos la eternidad. Eso, si seguía salvándola de los peligros que la acechaban y que ella, la muy loca, escogía inconscientemente. Pesaba al menos veinte kilos más que ella, pero se dejó poseer por sus labios porque llevaba mucho tiempo, demasiado, sin que su sabor le contaminase dulcemente.
Me estreno en esta red con esta propuesta de amor paranormal y lanzándome al #RetoWattpad2022. He decidido que el amor, tal y como la vida rutinaria nos lo presenta, es aburrido, nos hace daño o en realidad, no es tal y como lo soñamos y lo leímos. Por eso y, para no morir de realidad, sigamos con la ficción.
Publicaré cada semana dos días. Morimos cada instante que pasa, no lo olvidéis. ¡Vivid!, almas lunáticas enamoradas, lobitos y lobitas de Ombretta. Os quiero.
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Escribo con música. Para mí saber al dedillo lo que dice la letra, es muy importante. Soy altamente sensible. Eso quiere decir que algunos ruidos me estresan y me provocan ansiedad y, sin embargo, la música es mi compañera de risas, y lágrimas.
No tengo ningún filtro a la hora de cantar como una loca a pesar de que me salen gallos y yo misma me rio.
