𝐈

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Mierda, va a matarme como siga así.

Corro de un lado para otro, saltando y agachándome por las azoteas de los altos edificios, con tal de zafarme de ese francotirador. El chico falla minúsculamente, debido a mis altos reflejos. No sé ni cuando los desarrollé, pero desde que estoy aquí, en esta pesadilla, me libro por los pelos de la muerte segura.

Cruzo rápidamente por los puentes tendidos en el aire, sin mirar abajo ni atrás. Puedo sentir la mirada amenazadora y persistente a metros de distancia; su mirada fija en mi nuca.

Una de las balas me roza el brazo, pero no tengo tiempo suficiente como para preocuparme por eso ahora. Primero tengo que encontrar un sitio tranquilo, donde no vaya ninguno de estos tipos.

Abro la puerta de la azotea y bajo las escaleras casi de dos en dos. Los disparos cesan, por el momento. Suspiro fuertemente cuando me percato que llevaba todo este tiempo aguantando la respiración. Ha estado cerca, muy cerca.

Me reviso el brazo y la sangre cae a borbotones por este hasta mis manos. Hay una herida bastante profunda, más de lo que pensaba.

Joder, ¿donde puedo encontrar un botiquín en este edificio? Solo hay habitaciones y pequeños sillones en los pasillos, mirando al resto de rascacielos que surcan el paisaje. Tampoco puedo usar mi ropa, si llego a quitarme algo voy en ropa interior. ¿Habrá alguna enfermería cerca?

Deambulo con sigilo y siempre alerta por los pasillos, registrando las habitaciones en busca de unas vendas, en vano. En las que escucho algún ruido las evito a toda costa, dando rodeos o bajando escaleras. ¿Dónde están las máscaras sin expresiones cuando se las necesita?

Mierda, el dolor se está haciendo cada vez más insoportable. Apenas siento el brazo. Me apoyo en la pared y me deslizo hasta caer al suelo. El cansancio se está apoderando poco a poco de mí. No, ahora no, debo buscar al menos una habitación para asegurarme un sitio seguro.

Con las pocas fuerzas que me quedan me levanto y me meto en la habitación más cercana. Es simple, con lo justo y necesario para dormir, excepto que hay sobre la cama un maletín alargado y fino de color negro. No sé para qué es eso, pero tampoco me interesa.

Me quito la camisa y la envuelvo con fuerza sobre el rasguño. Limpio los restos de sangre de mi brazo y caigo rendida en la cama, quedándome dormida al instante.

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Unos murmullos se escuchan a lo lejos, que cada vez se van acercando más a mí a medida que voy recuperando la consciencia. Una voz grave endulza mis oídos y al abrir lentamente los ojos, todo está oscuro. Lo único que alumbra es la luz de la luna que entra desde los ventanales.

Sin embargo, había una presencia en la habitación. A mi lado.

- De nuevo esta estúpida máscara tomó control sobre mí, joder...

˚◌༘ * 𝑺𝑵𝑰𝑷𝑬𝑹 ˚₊·◌ੈDonde viven las historias. Descúbrelo ahora