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Tal como lo acordaron se vieron dos días después de su encuentro y así hasta que se cumplió un mes para únicamente tener sexo, por algún motivo Jimin sentía más distante a Jungkook, no es que antes hubieran sido muy cercanos pero por lo menos después de cada sesión de sexo compartían besos y palabras bonitas como "nene" o "bebé" pero ahora no había nada de eso, a penas terminaban Jungkook se iba y ni siquiera le mandaba mensajes preguntándole por como iba su día, el rubio intentaba no ponerle atención a eso haciendo otras cosas como yoga, salir a correr cada mañana y cocinando justo como ahora que preparaba una cena especial ya que hoy su esposo llegaría.

Miraba apurado el reloj que marcaba las seis de la tarde, San estaría en casa aproximadamente en una hora más así que le daba tiempo de terminar la comida y también de arreglarse un poco más.

Una vez lista la cena subió a su habitación y se bañó lo más rápido que pudo, tras salir de la ducha se secó el cabello y se maquilló sutilmente, la hora de escoger su ropa siempre era la más difícil, primero se puso una lencería de color negro, si San estaba dispuesto tendrían una gran noche, luego se puso un pantalón jean de color negro también y por último un suéter rojo, todo aquello lo acompañó con sus infaltables botas negras y un collar plateado.

Vio el resultado en el espejo y sonrió orgulloso cuando un mareo lo hizo tambalear, solo se sentó y no le dio mayor importancia ya que no había desayunado ni almorzado así que debía ser por eso.

Bajó cuando oyó la puerta principal de la casa abrirse y con una gran sonrisa recibió a su esposo.

—Llegaste —corrió a abrazarlo siendo correspondido al instante.

—Mi amor, te extrañé tanto —dijo hundiendo su cara en el cuello de Jimin— cada día sin ti fue horrible.

—También te extrañé —dijo soltándolo— te preparé una cena y mientras te lavas las manos iré a servir.

—Como diga mi hermoso esposo.

Dicho esto se fue al baño y Jimin a la cocina, sirvió todo pulcramente y lo llevó a la mesa donde prendió las dos velas que había colocado, su plan era tener una velada romántica.

—Eso se ve muy delicioso —apareció San por detrás del rubio y dejó un beso en su cuello— tengo mucha hambre.

—Ojalá te guste.

Comenzaron a comer y como era costumbre San no le comentó nada ni halagó el elaborado platillo que Jimin había preparado, ni siquiera se percató de las velas encendidas, y no era que no valorara los esfuerzos del rubio, sino que él era una persona distraída por así decirlo y no se percataba de los detalles, pero eso no quitaba que amaba al rubio con todo su ser aunque este no lo viera de esa manera.

Terminaron de comer y San fue el que se ofreció a lavar y ordenar todo, Jimin le dijo que no porque seguramente había llegado cansado del viaje pero él insistió en hacerlo, no era justo que su esposo hiciera todas las cosas sin recibir ayuda.

—¿Quieres que veamos una película? —preguntó Jimin rodeándole con sus delgados brazos su cuello— o también podemos hacer otras cositas —dijo de forma sugerente.

San sonrió y dejó un beso en la nariz del rubio, aunque se le hacía raro la forma en que Jimin estaba actuando, él era coqueto y todo pero jamás se había portado así.

—Estoy muy cansado amor, mejor vayamos a dormir.

Jimin suspiró rendido y asintió, tomados de la mano subieron a la habitación, una vez ahí ambos se comenzaron a quitar su ropa para cambiarla por una cómoda pijama, que en caso de Jimin era solo una camiseta grande.

—¿Y eso? —preguntó San al ver la lencería de Jimin.

—La compré para cuando llegaras —mintió, pues en realidad todas las lencería fueron compradas para usarlas con Jungkook— pero supongo que no la usaré.

—Ay amor, lo siento mucho —San besó el hombro desnudo de su esposo y luego se alejó hasta llegar a su maleta y de uno de los bolsillos de esta sacó un sobre y se lo tendió a Jimin.

—¿Qué es esto? —preguntó confundido.

—Ábrelo.

El rubio hizo lo que San le pidió dándose con la sorpresa de que eran dos boletos para Italia en específico Roma, sonrió ante el detalle de su esposo y lo besó.

—Siempre quisiste ir a ese lugar así que este viernes nos vamos.

Jimin se quedó pensando, hoy era martes así que aún tendría tiempo para verse con Jungkook ya que no lo haría en las dos semanas que duraría su viaje.

—Muchas gracias —dijo disimulando, claro que estaba feliz por el viaje, al fin conocería el lugar de sus sueños pero, le ponía triste no ver al pelinegro durante este tiempo.

San volvió a su maleta y de ella sacó una caja roja de terciopelo y la abrió ante los ojos del rubio, era una gargantilla de diamantes reales.

—Cuando apenas llegué a Nueva York salí a caminar y me encontré con esto en la vitrina de una joyería, al instante supe que tenía que comprarlo para ti.

Jimin se sintió mal por un instante, mientras él se acostaba con Jungkook, San estaba pensando en él. Su esposo no se merecía eso.

—N-no... no se que decir —tartamudeó— esto debió costar una fortuna.

—El precio no importa si se trata de ti —beso sus sienes y tras guardar ya joya en el cajón del rubio, se acostaron a dormir.

San dormiría muy feliz por haber hecho sonreír a su esposo y por tenerlo junto a él, mientras que Jimin no podría dormir pensando en todas las cosas que estaba haciendo mal.

¿Valía la pena continuar con una aventura sin futuro y cambiarla por su matrimonio? Realmente no.

ººº

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MINE // KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora