Capítulo 2: Descenso a la vida.

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En cuanto Sandman recuperó su poder, volviéndose aún más poderoso de lo que fue en eones, entendió que debía hacer a continuación.

Recuperar a su amor.

En sí, nunca fue suya. Nunca la tocó. Nunca la observó con gran ahínco como usualmente hacía. Solo pudo observarla una sola vez, pero fue suficiente para hacerlo sentir diferente. Lo que sintió fue mucho más intenso a cuando conoció a Nada, su antiguo amor. No. No podía compararlo. Solo sabía que se enamoró a primera vista de la hija de su captor. Una jovencita llena de vitalidad que mostró preocupación por su estado en cuanto lo observó por unos segundos.

«Es diferente», pensó en cuanto la observó intentando liberarlo.

Nunca le habló. No tenía las ganas ni el humor de hacerlo, pero se arrepentía enormemente de no haberlo hecho. Tal vez hubiera podido sacarlo en ese mismo instante y se la hubiera llevado en cuanto la tuviera en sus brazos.

Pero no fue así, y era momento de corregir su error.

La única forma de encontrarla era mediante sueños, y solo si es que seguía con vida.

«Ha pasado un siglo», pensó malumoradamente «Debo darme prisa. Debo llegar antes que mi hermana».

No fue tan tarde, debía admitir. Cuando llegó, su hermana estaba llevandola a su Reino (el momento exacto en que las interceptó), ambos cayeron en el mármol pulido en cuanto se precipitó hacia ambas. Las dos mujeres cayeron en el suelo, una despierta y la otra inconsciente.

Muerte no parecía muy feliz.

—¿Por qué hiciste eso? —preguntó, con su ropa echa de humo y los huesos de su rostro notablemente sobresalientes. Ese era el lado de la muerte que pocos tenían el placer de observar. Solo volvía cuando estaba en su Reino, por lo que siempre se reservaba. Entendía la aberración de su hermana en cuanto a su físico real, pero a Morfeo no podía importarle menos— Estaba en medio de trabajo, Morfeo.

—Ella no —soltó sin más—. No ahora. Ni nunca.

Los ojos de Muerte se abrieron, asombrada.

—¿Nunca? —la palabra sonaba rara viniendo de la muerte.

Morfeo se acercó con paso rápido, firme.

—La quiero para mí —admitió ante ella—. Permitime quedarme con ella.

Muerte pareció molesta.

—No es tuya, Sueño. Es un ser humano con deseos y esperanzas, algo que tú les das. Ella desea morir para reunirse con sus seres queridos, no puedes quitárselo por un capricho.

—No es un capricho —le dijo impaciente—. Me conoce. Sabe quien soy.

—No. No lo hace. Solo piensa que cuando era una niña, su padre encerró al diablo en su sótano para que no hiciera más maldad. ¿Qué piensas hacer cuándo te vea? ¿Cómo crees que reaccionará?

—Me haré cargo de ella.

—Ella desea morir. No le quitaré su deseo. Tú más que nadie debería entenderlo.

—Esto no se trata del hecho de que nadie nunca quiere morir, ¿o sí? —Su hermana se tensó en su sitio, observando en completo silencio—. Nunca le haría daño. Solo deseo pasar mi eternidad a su lado, hacerla mi Reina.

—Es humana. No es como nosotros, jamás aceptará.

—Lo hará —aseguró él—. Ya no está viva, puede ir a mi Reino si lo desea.

Muerte negó y sus rizos salvajes revolotearon a su alrededor.

—No lo desea —dijo Muerte, muy segura de lo que decía—. Puedo verlo en su interior.

—Ella me amará.

Muerte sonrió triste, como si algo le conmoviera.

—Sueño, Nada te amaba, pero sabía que su destino no era estar a tu lado. Esto no será diferente.

Su cuerpo se tensó y sus músculos se pusieron rígidos. No deseaba hablar de Nada, a quien aún le guardaba un enorme resentimiento. Detestaba recordarla.

—No será igual —aseguró, aún rígido—. Me aseguraré de que me ame como yo lo hago.

Muerte negó con la cabeza, pero sabía que cuando algo se metía en la cabeza de su hermano, nadie se lo sacaba.

—Espero que así sea —respondió—. Porque ella es buena, hermano. Es demasiado buena para ser real.

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Atte.

Nix Snow.

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⏰ Última actualización: Aug 08, 2023 ⏰

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ADELAIDA || THE SANDMANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora