Rengoku Senjuro:
Akaza-san comprobó en carne propia lo obstinado que papá podía llegar a ser cuando una cosa se le metía entre ceja y ceja. Para que no se le estropeara el traje, le “ofreció” su bolsa de deporte donde traía ropa cómoda que había traído consigo para pasar la noche. Pese a las negativas del pelirrojo, tanto Kyojuro como yo sabíamos que estaba peleando una batalla perdida y al final llegaron al acuerdo de que en cuanto llegara al día siguiente a su casa se la lavaría y devolvería.
— ¿Ves? —dijo papá satisfecho— ¿A que no era tan difícil hacerme caso?
A su espalda, mi hermano negaba con la cabeza poniendo los ojos en blanco mientras sonreía.
— Anda papá, vayámonos ya, que está a punto de terminar el horario de visitas…
— Que descansen —se despidió Akaza y ambos me besaron en las mejillas y me estrujaron antes de irse.Cuando nos quedamos a solas el chico que tenía frente a mi cama apretó la bolsa contra su pecho con una sonrisa tierna adornando sus labios, una sonrisa que le iluminaba los ojos de una manera que hasta ese día no había visto. Desde que entró por la puerta, sentí que algo en él estaba cambiando y lo estaba haciendo para bien. Ya no quedaba a penas rastro de la tristeza y el vacío de la primera vez que hablamos. En ese momento se giró hacia mí y sin abandonar su sonrisa me preguntó si podía usar el baño, asentí y fue a cambiarse. Cuando salió llevaba puesto un pantalón de chándal negro y una camiseta de manga corta color gris que en teoría debería quedarle algo holgada, pero que insinuaba de manera sutil la musculatura de sus hombros y pecho, la cintura de los pantalones, que a mi padre, pese a estar en forma le quedaban algo apretados a él se le ajustaban perfectamente a su cadera y del mismo modo que lo hacía la camiseta, se adaptaban a sus piernas quedando algo anchos por debajo de las rodillas. Tragué saliva y fijé mi mirada en el peluche notando que se me calentaba toda la cara. ¿Cómo lo hacían algunas personas para que la ropa le quedara tan bien?
Unos dedos tocaron mi pelo y me abracé más fuerte al peluche mientras levantaba la mirada poco a poco, rezando a toda deidad para que no se me notara lo nervioso que estaba. Akaza-san se había sentado al borde de la cama con una pierna flexionada y la otra apoyada en el suelo y me miraba preocupado.
— Senjuro-kun, ¿te duele algo, quieres que pida algo a la enfermera para que te lo traigan con la cena? —preguntó y yo negué con la cabeza.
— N-no, estoy bien… —murmuré desviando la mirada en dirección a la ventana, a través del cristal se podía ver como el cielo se teñía con los incandescentes colores del atardecer mientras el sol se ocultaba tras los edificios.
— Estás muy rojo… —dijo tocando mi frente con su mano— aunque no parece que tengas fiebre.
— No la tengo, solo te tengo un poco de envidia… —gruñí avergonzado.
— ¿Envidia? ¿Por qué? —preguntó desconcertado.
— ¿Has visto lo esmirriado que estoy? —repliqué señalándome con las manos como si no fuera más que evidente. Las enfermeras me habían tenido que dar un pijama de los más pequeños y aún así me quedaba tan grande que aunque me pasaba el día colocándome bien la camiseta, esta al final se me deslizaba dejándome al descubierto un hombro u otro. Akaza se mordió el labio y cerró los ojos para respirar profundamente, seguro que se estaba aguantando las ganas de reírse de mí…
— Me apuesto lo que sea a que cuando des el estirón, el que querrá parecerse a ti seré yo —dijo volviéndolos a abrir.En ese momento entró una enfermera con la bandeja de la cena y nos saludó con una cordial sonrisa, dejó el recipiente sobre la mesa y se despidió de nosotros con la misma amabilidad. Al destaparla y ver el contenido, arrugué la nariz. Odio con toda mi alma el brócoli y esa noche el cocinero estaba inspirado. Menos mal que de segundo había filetes de pollo con una salsa que olía de maravilla.. Con desgana cogí el tenedor y me dispuse a pinchar con él uno de esos arbolitos en miniatura que sabían a rayos mientras que con la otra mano me apretaba la nariz con los dedos índice y pulgar.
— ¿Va en serio? —preguntó con una sonrisa escéptica.
— ¿El qué? —pregunté a mi vez después de tragarme esa verdura infernal y quitándome la mano de la cara.
Para permitirme comer a gusto —pese al maldito brócoli—, se había sentado en la cama que había libre y desde su posición me miraba con una ceja alzada.
— ¡Sabe a perro mojado! —protesté antes de repetir la misma operación para meterme otro trozo en la boca.
— Ahora es cuando me entero yo de que acostumbras a comer perros mojados… —bromeó y yo le lancé una mirada con la que pretendía fulminarlo, pero que se quedó en un intento vano cuando él me sonrió y todos mis pensamientos se evaporaron.
— Por cierto, ¿no comes nada? —pregunté y él negó con la cabeza, más tarde se compraría algo de la máquina expendedora que había al final del pasillo.Cuando terminé de comer, me ayudó a hacer a un lado la mesa y a bajarme de la cama para ir al baño a lavarme los dientes. Acarrear con una pierna escayolada no es nada fácil y cuando me acercó las muletas para ayudarme a ponerme en pie, perdí el equilibrio un momento acabando con mi nariz pegada a su pecho. Rápidamente me sostuvo y me ayudó a enderezarme.
— ¿Estás bien? —preguntó y yo asentí incapaz de sacarme de la mente su olor, la dureza de sus músculos y el calor que desprendía su cuerpo.
— S-sí… —respondí tratando de pensar con claridad. Agarré bien las muletas y me dirigí con la cabeza totalmente hecha un lío hacia el baño. Akaza-san me seguía de cerca mientras avanzaba a pequeños saltitos.Una vez dentro, llené el lavabo de agua y la sumergí durante unos segundos antes de sacarla para volver a respirar. ¿Qué me estaba pasando? ¿Por qué reaccionaba de ésa manera? Me enfrenté a mi reflejo y no solamente vi a un chico con mi misma apariencia, un poco más pálido que de costumbre, pero con las mejillas sonrojadas y las puntas del pelo mojadas adheridas al contorno de mi cara, también vi a alguien que se estaba dando cuenta de que quizá, con bastante posibilidad, le estaba empezando a gustar la persona que aguardaba al otro lado de la puerta.
Dosgatosescritores:
Creo que he reescrito este capítulo como unas cuarenta veces.
En este punto de la historia y con referencia de edad de Senjuro con respecto a Akaza siento que debo andarme con pies de plomo, siempre teniendo en cuenta el futuro que quiero para ambos y que repercutirá en Kyojuro y Tengen.
Tal vez penséis que estoy haciendo una obra un poco —bastante— enrevesada, pero al contrario que muchas que he leído tanto en la plataforma como en físico quiero darle el mayor realismo posible pese a que es un fanfic. Y en la realidad los actos, tanto buenos como malos tienen consecuencias y después de todo por lo que ambos han tenido que pasar y lo que todavía está por venir, necesito que entre ellos crezca y se establezca un vínculo fuerte y especial.
Gatitos, el próximo capítulo corre a cargo de Akaza. Prometo que intentaré no retrasarme tanto a la hora de subirlo.
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Sed De Venganza. (Tinta y Fuego parte IV).
FanficCuarta parte de la saga Tinta y Fuego. Senjuro ha sido secuestrado por los subordinados de Dōma, con tan mala suerte de que en el mismo se ha visto envuelto en un violento accidente... Esto despertará la ira de Akaza quién sin saberlo está a las pu...