1-La vida en realidad

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La vida es deprimente, ¿tan dura como lo pintan las novelas más trágicas?. No me gusta sobrepensar la cosas.
-"Camila..."-Susurré delante del diminuto espejo, mientras tocaba mis horribles ojeras, bolsas verdes en mi rostro que me hacian ver como un mapache-
No era raro que se sentara a ver su demacrada apariencia por horas, juzgando cada ángulo de su cuerpo. Sentada sobre el sillón de cuero negro, se dió cuenta de que era mala idea cuando llegó el verano atroz del año pasado.
-"Camila, ¿ese es mi nombre? Tanto tiempo de sobrenombres... Olvidé cúal era el verdadero."
Mientras observaba con atención su reflejo pudo notar un horroroso holor a húmedad.
Las paredes de su casa a penas estaban repintadas de un color verde veneno, como los vestidos de ársenico de la época victoriana. El piso de madera de roble oscuro pedian a gritos ser removidas de su lugar ya que no soportaban el frío y húmedo invierno. El techo caía de a poco, resistiendo las duras lluvias de la zona.
-"Tengo poco dinero, no lo gastaré en tonterías"-Exclamó luego de un largo silencio. ¿Como escuchó eso?
Soltó un largo suspiro.
El trabajo no era suficiente, y vivir algo lejana del pueblo le era más cómodo, nunca fue de muchos amigos, pero no es como que pudiese juntarse con un grupo de personas sin ser exiliada al momento, solo por ser... "Poco atractiva o interesante".
Se levantó del sillón y fue a la cocina, no para comer, sino para hacer ayuno a base de un vaso de agua.
Mientras los pensamientos de autodesprecio inundaban su mente, una ocurrencia de aquellas llegó... "Una familia".
Camila sacudió la cabeza confundida por aquella idea. Levantando su ceja derecha y bajando las comisuras de su boca, miró por la pequeña ventana al campo.
-"Una familia. Nunca tuve una. Seria interesante saber de donde provengo"
Pensando en aquella fantasía de los padres perfectos que por un accidente murieron y abandonaron a su hija habrió sus ojos como unos platos.
-"Para las pruebas debo pagar".
Encorvandose un poco y alargando el cuello, con una expresión ingenua y tonta rechazó la idea de perder un centavo en algo poco trivial.

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