Capítulo 1

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Septiembre 1990

Álvaro se encontraba en la playa en la que solía pasar tiempo con su familia, pero esta vez no había nadie. Salvo Javi. Él se hallaba sentado a su lado mirando el mar, pero los ojos de Álvaro estaban puestos en su rostro. Se sentía muy tranquilo, no solo porque no hubiese ruido a su alrededor de niños correteando por la orilla o chicos jugando al fútbol, sino porque también Javi estaba junto a él. Éste siempre le traía como una especie de paz interior inexplicable. El flequillo de Javi ondeaba debido al viento que había en la playa. Eso provocó que el mechón estuviera estorbando la visión de Javi. Álvaro quiso apartarlo, pero las manos le temblaban. Al final reunió el poco valor que tenía y acercó su mano al mechón para retirarlo. Entonces Javi volteó la cabeza y lo miró directamente a sus ojos. Después dijo:

- Tío, despiértate.


Álvaro se sobresaltó y se despertó. Lo primero que vio fue el rostro de Javi, después se dio cuenta de que estaba en clase. Menos mal que la profesora no había venido todavía. Javi se encontraba delante, pero ahora mismo su cuerpo estaba girado hacia Álvaro.

- ¿No has dormido bien? - preguntó Javi.


- ¿Eh? - al principio Álvaro no escuchó bien la pregunta y tardó unos cuantos segundos en procesarlo - Ah. Sí, pero no es nada.


Javi le examinó por unos segundos y después se encogió de hombros y se giró. Luego Álvaro se dio cuenta de que tenía que coger el libro de lengua y se volteó hacia su mochila. Casualmente la mirada de Álvaro chocó con los ojos de Zeta, que adquirieron un brillo divertido. Entonces, Zeta soltó una de sus bromas de mal gusto mientras Álvaro se acomodaba en la silla para atender a la profesora.

- ¿Te ha sentado bien la siesta?


- Qué pesado, ya podría haber caído en otra clase - mencionó Quino en voz baja hacia sus amigos, sentado al lado de Álvaro. - Lleva desde tercero molestándonos.


Álvaro y Javi empezaron a quejarse de Zeta, y Quino comenzó a recordar cómo comenzó su amistad con ellos: tenía seis años y estaba en el recreo intentando relacionarse, pero los niños lo ignoraban. Álvaro y Javi fueron los únicos que se acercaron y a partir de ahí entablaron una profunda amistad.

Pasaron las semanas y Zeta les seguía molestándolos a pesar de las críticas de los protagonistas. También empezaron a socializar con Bea y Olivia. Obviamente fue Javi quién insistió, ya que parecía que le gustaba Bea. El grupo se encontraba ahora en la biblioteca del colegio.

- Cuando tengamos menos deberes y exámenes, ¿Queréis ir a pasear por la playa? - preguntó Bea.


- Sí - dijeron los demás al unísono. 

Amor no correspondidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora