SAKURA TO TSUKI

47 8 13
                                    

–Un cisne es un ave, podría considerarse un primo de la grulla ¿sabes?– Kazumi me explicaba con su sobria y armónica voz a través del auricular

—Supongo que tengo que creerte, no tengo punto de comparación, como sea– tuve que despedirme pues mi vuelo se acercaba– cariño, te veré en dos días, procura volar, ¡rómpete una pierna!

–Yo también la amo Oka-san– canturreo colgando por fin.

Pronto nos reuniríamos con ella, el ABC tendría la puesta en escena de el "lago de los cisnes" y mi niña fue la elegida para interpretar a la soñadora Odette, estaba tan feliz cuando me lo comunicó y se la ha pasado día tras día perfeccionando su técnica, el baile corre por sus venas al igual que la dedicación. Pero ahora me dirigía a otro lugar, una escala antes de encontrarnos, me convertí en tallerista de Kintsugi.

Resulta ser que mi apellido de nacimiento por fin sirvió de algo, pude estudiar el arte a conciencia y gracias a Frieda y su esposo conseguí la documentación que me acreditó como una Takanaminamoto, eso me aseguró un lugar entre los artistas. Cuatro años después de mi retorno a casa, un buen día que estaba reparando una lampara de una señora muy mayor que llegó a verme por recomendaciones externas, se presento también un chico, Nathaniel Blackthorne, en una pequeña caja conservaba los restos de una frágil taza de te color perla. Tal vez hay una serie de cosas en la actitud de las personas que te indican cuando todo va mal, su aura, su forma de caminar, incluso su voz, todo en Nathaniel gritaba auxilio, y en lugar de reparar su objeto le enseñe a reparar su corazón. ¿Qué otro bien mayor se puede hacer en la vida si no es pasar el conocimiento a los demás?

Cuando ese chico creció, se volvió psicólogo y psicoterapeuta, se especializo en la tanatologia y el duelo en especial, un buen día recibí una llamada suya, invitándome a participar en talleres para canalizar el dolor a través del arte. No podría mentir, la felicidad que me ha dado poder ayudar a las demás personas que alguna vez estuvieron atravesando un horno de dolor y confusión como yo me ha dado mas satisfacción que interpretar mil bailes en Gion. He trabajo con diversos tipos de duelo, ya sea por enfermedad, accidentes y también hijos que no alcanzaron a nacer, todos llevamos las grietas que nos marcan y nos diferencian, entre todos hemos formado una hermosa comunidad que aprende que no somos un producto terminado ni prefabricado, sino mas bien una pieza en constante transformación, y que esas partes inconexas de nuestro ser pueden ser llenadas con el oro del perdón y la aceptación. Con Kazumi lejos, por fin encontré mi motivación y un trabajo que me apasiona, antes de Kioto fui una aprendiz, una Minarai de un oficio que no entendía, mi mente vagaba difusa y sin un concepto claro de lo que se esperaba de mi, cuando me convertí en Maiko tuve que madurar de pronto para enorgullecer una casa, el lugar y a la mujer que me vestía y alimentaba. No quiero sonar mal agradecida, simplemente hay una clara diferencia entre las cosas para las que uno tiene talento y debe hacer y las cosas para las que uno nace.

Yo fui una Geisha por obligación, y en el camino descubrí que desarrollé un gran talento para la conversación y el baile, pero no conocía nada mas, nadie me dio otra opción para pasar mis días que no fuera agitar abanicos de seda y desconfiar de cualquier mujer que se me acercara pues también recuerdo las espinas que quisieron hacerse espacio y atraparme como una mortaja, los incansables ensayos para florecer durante los festivales en escasos minutos y la alimentación estricta para poder lucir con orgullo las prendas del oficio. Todo esto quedo atrás cuando descubrí el propósito de mi vida, y aceptar, que nada se escapa de la rueda que comienza a girar para nosotros desde que abrimos los ojos a este mundo, todo lo que pasa es mediado por la fuerza superior universal, y la muerte es el síntoma de que alguna vez hubo vida. Pude ser una esposa, sin duda hubiese sido excelente, dando todo por mi casa y mi familia, y era solo un papel mas que interpretar, aun con todo el amor drenando de mi ser a mi esposo jurado y mi hija, jamas habría desarrollado mi potencial, nunca se me hubiera presentado la opción de crearme de la nada, adoré a Levi con todo mi ser, nuestro tiempo fue hermoso, escaso pero no por eso menos precioso, vivimos lo que teníamos deparado y después nos separamos en el plano de la vida, en también fue mi maestro, en la pulcritud y a entrega sincera, en las artes amatorias que sanaron alguna vez mi estima, el me enseño que merezco ser amada, no a medias no con pausas, si no justo como el lo hizo, lanzándose al vacío para conquistar un corazón testarudo y árido que tenia tanto miedo de sentir, pero que cuidó y trabajó por medio de confianza y sinceridad, ganándose primeramente una amiga, y luego a la mujer detrás de los labios rojos.

MAIKODonde viven las historias. Descúbrelo ahora