Este es un fragmento de ese viaje que me cambió la vida, uno de tantos.

26 1 0
                                    

Las nubes que cruzamos eran tan densas que su aspecto semi solido delineaba sombras. Se siente extraño ver las nubes ahí así, como si nada, como si alguien las hubiera formado con las manos. Primero el mar y luego entre miles de casitas que parecían una muy detallada maqueta, creo que alcancé a ver el puente de Brooklyn, así fue mi aterrizaje en aquella ciudad que me recibiría con tentáculos de concreto. Y así, por una semana jugaré a ser alguien fuerte, alguien que no se asuste con las turbulencias en los aviones, alguien que se haga cargo de sus emociones y desayune consigo mismo. Llego con los ojos abiertos y espero irme habiéndolos abierto aún más.


Estados Unidos de Norte América tiene un olor peculiar, ni siquiera hemos bajado del avión y ya huele a eso. No sé cómo describirlo pero es algo como a alfombra de una tienda de artículos deportivos. Espero ansioso a bajar del avión y poner atención a mi alrededor. Volví la mirada hacia la ventana del corredor mientras me dirigía hacia aduana y logré ver el Empire State literalmente tocando las nubes. Una mujer con el peinado de Marge Simpson nos recibió impaciente para ingresar a la aduana. En la larga espera, noté que una pantalla electrónica te invita a denuncia cualquier actividad sospechosa relacionada con terrorismo, incluso hay una división de seguridad que se encarga de eso. Cuenta una historia en un solo anuncio.


Llegué a Queens, al parecer la parte industrial de Nueva York. Un barrio bastante solitario y triste. Me apresuré a hacer check in en el hotel en el cual hice reservación y tomé una bicicleta rentada para dirigirme a Manhattan. Que duro es cruzar un puente de un kilómetro que sube para después bajar. Y yo que creía tener condición. Me apresuré y logré llegar a Manhattan antes de los 30 minutos que me dieron por 3 dólares. Era justo como lo había imaginado, edificios altos y la latente oportunidad de encontrar a Spiderman volando por los aires. Bajé de la bici y comencé a caminar rumbo a Times Square. Lo tenía que ver con mis propios ojos.


En el camino encontré muchos puestos callejeros de hotdogs, todos atendidos por indios y extranjeros de medio oriente. Los puestecillos tienen mal olor y no se antoja probar la poca oferta de bocadillos, sin mencionar que son carísimos. Ya tienen preparados varias salchichas a la espera de ser introducidas en un pan y bañados un un no tan apetecible chilli. Es una experiencia que evitaré vivir. Una coladera escupe misteriosamente vapores, como si las tortugas ninja estuvieran cocinando algo para la cena mientras gente en el piso abrazando perritos te pide una moneda para poder pasar la noche, eso sí, con un iPhone de hace al menos dos años y con tenis más blancos que los míos. No generalizo, pero es claro lo que trato de decir.


De pronto recordé que mi última comida fue a las 5am y ya eran las 4pm, entonces busqué algún lugar cercano para comer y encontré "Chipotle Mexican Grill". Es importante mencionar que soy aficionado de la comida "tex mex". Sí, sí, lo sé, esa no es comida mexicana pero si la pruebas sin prejuicios, tal vez te lleves una sorpresa; y vaya sorpresa que me llevé, armé con ayuda de un latinoamericano, claro, el más grande burrito que había yo visto en mi vida. Imposible de acabarse y con un sabor tan exageradamente falso que era genial.Ahora sí, llegó el momento de recorrer un par de calles para llegar al centro del universo según los "unitedstesians".


Times Square de día es algo, pero de noche es magia. Las pantallas te atacan como una danza de fuego que himnotiza sin importar nacionalidades, religión o estados de ánimo. Eso sí, es un altar a la alienación y al consumo hedonista, pero por ahora eso no importa. Con el paso del tiempo, al anochecer todo se llena de gente que camina presurosa hacia innumerables direcciones; asiáticos con sus cámaras Cannon, personas ofreciendo arte callejero, bailarines talentosísimos, magos y viajes en turibus. Ahora mismo me encuentro viajando en uno. Un individuo me convenció de que dar el tour en mi primer día era la mejor opción. Y claro, no es como que me hice mucho del rogar porque realmente me lo parecía. Madison Square Garden, Penn Station y luego el grandioso Empire State. La audio guía nos contó que 39 personas habían intentado cometer suicidio lanzándose desde el rascacielos más famoso de América pero hubieron 3 personas que no lo lograron.


The village un lugar al que me recomendaron ir está cerca de la NYU se dice que el 80% de las habitaciones que hay en los edificios, son dormitorios. La NYU ha sido nido para más de 30 ganadores del premio Nobel. Que envidia estudiar ahí, lástima que cueste unos 80 mil pesos mexicanos al mes, al menos. Avanzando en el turibus me enteré que al lado de Manhattan corre el río Hudson, en donde Sulley amerizó un avión salvando a todos los pasajeros a bordo, incluyendo bebés. Es increíble cómo poco a poco le vas poniendo cara a todo lo que haz visto en películas. Solo me falta visitar la juguetería de "Mi pobre angelito" y podré morir en paz. Recorrimos el lado oeste de Manhattan, exactamente por Chelsea, gracias a la altura del autobús se alcanzan a ver los hermosos departamentos, logré ver uno lleno de guitarras, quien sabe y ahí vive John Mayer.


Un minuto después de escribir esto, el guía de turistas nos dijo que ahí vivían las grandes estrellas de la música, la actuación y el deporte, pues claro. Que manera de volarte la cabeza, Nueva York sin duda alguna te deja un sentimiento de atracción bastante poderoso, ahora entiendo a Violeta de «Diablo Guardían». Sin más que escribir me dispongo a dormirme exactamente a las 12:47am del día siguiente a mi llegada.


Segundo día y mi corazón temblaba mientras subía el elevador del Museum of Modern Art con el boleto en la mano que tenía impreso un dibujo de «spirited away», una película de Studio Ghibli. Unas plataformas flotantes estaban colocadas unas frente a otras formando un camino, cada una tenía una voz pronunciando los días de la semana. Voces de niño, de adultos.Caminando por el museo encontré una pintura de Rodko, un artista que pinta exageradamente "sencillo." En la descripción dice que sus pinturas son ventanas para el alma y que usa figuras planas por que destruyen la ilusión y revelan la verdad. Tomé foto y me dirigí a ver otras obras pero cuando regresé la mirada, la perspectiva había cambiado y tenía otra luz. Despedía una energía inusual. No todo es lo que parece si no es visto desde varias perspectivas. Y sí, a pesar de seguir recorriendo la sala, cada vez que volvía la mirada, estaba ahí, tomando más y más fuerza. Caminé y encontré algunas pinturas de latinoamericanos. La de Alejandro Otero (venezolano) poseía una magia muy peculiar. Una sala solo para Monet. René Magritte y "The menaced Assassin" asesinan la mente de todos en la sala de Stavros S. Niarchos mientras un Frida Kahlo descansa al lado de un Dalí. Dios, que sentido tiene todo después de ver un Dalí. No quiero pensar en nada más no quisiera irme, esa pintura me hizo pedazos la mente y el corazón y el simple hecho de pensar que estoy parado frente a algo que nada podrá borrar, me hace sentir importante, vivo. Quise regresar pero me detuve. Camino y tengo miedo de pararme en frente de los Van Goghs y los picazos. Y sí, siento una alegría indescriptible al ver el primer Picasso, "Los 3 músicos". Lo imponente de ver una obra original es que puedes apreciar los colores que utilizó el pintor en su creación, sin filtros ni equalización visual. La sala de Matisse, la de Pablo y por último, protegida por un guardia, «La noche estrellada». Vincent fue alguien que iluminó este mundo lleno de injusticias. Con cada carta, con cada pintura dejó en la humanidad una herida causada por la luz de alguien que buscaba vivir cada día como si fuera el último. Alguien que no tuvo oportunidad en vida de disfrutar lo que merecía, murió vendiendo una sola pintura y todo por que el mundo no presta atención al talento sino al poder.


Bajé las escaleras y me senté un rato a editar una foto. Tenía que presumir mi foto con «La noche estrellada». ¿No viajé tanto para nada o sí? Después me dediqué a caminar y llegue a Central Park en donde encontré paisajes hermosos, listos para una y mil fotos. Lástima que no iba con nadie que tomara buenas fotos pues todas las personas a las que le pedí favor de tomarme una con la cámara que llevaba, lograron tomar las peores que he visto; salgo movido o borroso. Una hora después me di cuenta que no había comido hacía 6 horas un poco de plátanos fritos y la segunda mitad de un burrito aguado que no logré terminar me en mi primer día de aventura. Así es que decidí emprender camino y buscar algo de comer. Cuando caminas por Nueva York yendo hacia algún lugar, te encuentras con miles más que te distraen, la tienda de Nintendo, una marca de ropa japonesa en donde había una hermosa colección edición especial de aniversario de la revista Shonnen jump que incluía artículos de Naruto, Dragon ball, Hunter x Hunter y muchos más. Cuando logré soltarme de los extasiantes distractores incluyendo una "master sword", vi a unos tipos entrando en un lujoso edificio por unas puertas giratorias. No sabía a dónde me dirigía pero como mi instinto me guiaba en aquellos días de autodescubrimiento y terapia de autoestima, decidí ingresar. De pronto estaba dentro del imponente Rockefeller center. El famoso edificio con una pista de hielo en la entrada. Caminé y descubrí unas escaleras que bajaban a un piso inferior en donde me esperaban tiendas lujosas y un lugar llamado "Hearted soup" hogar de sopa caliente y sándwiches deliciosos en donde me senté a calmar las ansias de mi estómago por comida.

La nueva YorkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora