Quiero caminar junto a las estaciones o bien, que ellas caminen sobre mí al compás del ruido de mis pisadas. Quizá en mi país no haya cuatro estaciones, pero ellas se forman como semillas en mis profundidades abrazadas a las paredes de mi estómago.
Abren en plena oscuridad la puerta de mis alamedas, moviendo mis entrañas para robar el escudo que protege a mi desnuda alma, para mi sorpresa la abrazan y la arropan con su infinito conocimiento.
La primavera acaricia mi mejilla y en lo más profundo de mi pecho cubierto con densas raíces, comienzan a florecer mis sedientos deseos de plena intimidad con la vida, mis pies se llenan de calidez y las mariposas que guardo prisioneras en las jaulas que son mis costillas hoy gozan de majestuosa libertad y ahora juguetonas le hacen cosquillas a mi sien. Mi interior tomó la forma de un árbol frondoso y cambiante, hoy viste sus ramas de hermosa vegetación y en su núcleo se encuentra dormido mi amor. Yo mientras, reposo y espero bajo mi árbol.
Después de innumerables besos entre algunas noches y mañanas llegó el verano, inunda de dorado el paisaje; la tierra me besó las yemas de los pies y me invita a revolcarnos en la frondosidad de aquel césped tan verde, tan vivo; este llena cada partícula de una ardiente fogosidad. El sol me besa las pupilas con sus cálidos rayos, él me desnuda, me penetra y me extasía con la suavidad de sus caricias. Mientras cierro mis ojos deseo que el canto de las aves se quede grabado en mis tímpanos.
Llegó mi estación favorita. Mi amado otoño. Quién me sorprendió admirando los horizontes de su majestuosidad una mañana mientras bebía mi cuarta taza de café, el cual es mi acompañante en miles de desvelos, de miles de caminatas sobre los hilos de la soledad y mis luchas por no caer al abismo del olvido.
El árbol de mi interior baila al compás del viento y este a su vez crea un torbellino de intensos colores y en cada pirueta embriaga más mi olfato con su dulcísimo aroma; mientras las hojas caen, la brisa entra por mis axilas para llegar más rápido a mi atolondrado y arqueado corazón, esta brisa se posó sobre él y le comenzó a susurrar con tal anhelo que pareciera que a sus palabras aún no se les inventa un nombre. Hoy mi cabello castaño hace el juego perfecto con el naranja del otoño y frente al puente donde lo conocí por primera vez, mi amor se desborda de tan brusca manera que hasta el agua tiembla como si el mismo Poseidón estuviese frente a mis ojos.
Esta vez el invierno se tomó paso por mis sábanas, me tomo por la cintura y me besó el cuello, luego abrió mi ventana y se marchó como si fuera el ladrón que acabó con mi alegría. Observó como las flores mueren mientras una sábana blanca las ahoga, e intenta hacer lo mismo conmigo; yo trato de correr pero una mano helada me recorre la espalda como si estuviese buscando el mapa que se cayó entre las miles de hojas que me dejaron las embestidas del otoño, mi ser completo se paralizó y el invierno aprovechó para rozarme los labios, apagó las lámparas de mis adentros y en un parpadeo sentí como empecé a descender, me sostengo con fuerza pero en vano. Sigo cayendo hacia el fondo de la que creía mi pequeña sombra, comienzo a agonizar mientras mi mano roza mis arterias y con los últimos suspiros espero desesperada que alguien venga y me llame y yo no tenga que irme...
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Amor en Cuatro Estaciones
PoetryEl amor en sus diferentes formas, con la agudeza del sentimiento que cada estación trae a nuestras vidas.