Philip:
Su voz tan agotada, como hacía berrinche cual niño pequeño y pedía seguir conversando conmigo, y ese te quiero... ese te quiero hicieron que mi corazón se acelera y no me permitiera continuar con mi ilustración. Me quedé mirando fijamente la pantalla, con los ojos muy abiertos. Sentía como me sudaban las manos y no me permitían agarrar firmemente el lápiz.
Que chucha, qué era lo que el Missa me había hecho con solo un te quiero y una voz tan jodidamente tierna, tan adormilada que no me dejaba agarrar bien mi lápiz y poder seguir dibujando.
«Cálmate Felipe, ¿Qué te pasa? Deja de lado ese pensamiento y sigue que tienes que entregar la ilustración en unos días. Basta.» pensaba regañándome a mi mismo.
Pero por más que lo intenté, no pude continuar. Mis líneas resultaban menos firmes y mi mente solo se iba a ese "te quiero", que se repetía una y otra vez. Terminé por decidir que me iría a dormir, ya eran las 7 de la mañana, casi las ocho. No sabría decir si era demasiado temprano o demasiado tarde para dormir.
Luego de unas merecidas horas de sueño, desperté. Miré la hora y eran casi las tres de la tarde, mi estómago lo sabía y gruñía del hambre, por lo que opté por lo más sencillo, pedirme comida a domicilio. Una gran hamburguesa y papas era lo que se me antojaba en ese momento.
Mientras eso pasaba, me di tiempo de ir al baño a ducharme y arreglarme. Hoy haría directo y tenía que estar guapo para el público. Una vez entré a la ducha, el agua me relajó al instante, dejé caer mis hombros y ladee la cabeza levemente sintiéndome tranquilo.
Pero algo muy extraño pasó, mi mente voló y recordó ese "te quiero", sonaba suavemente de fondo en mis recuerdos. Y entonces, mi mente me jugó una muy mala pasada, comencé a imaginar situaciones hipotéticas que hicieron que mi piel se erizara.
"— Felipe —mi nombre sonaba extrañamente bien cuando él lo decía— Ya sé que quiero como favor por ese video.
Yo no paraba de temblar, me tenía acorralado contra la pared de su habitación, su rostro estaba tan cerca del mío, una de sus manos a un costado de mi cabeza mientras que la otra jugueteaba con el borde de mi polerón. Entonces empecé a sentir sus manos entrar bajo este, toqueteando mi piel, entrando entre el elástico del pantalón y mi piel.
Yo comencé a jadear de los nervios, él sonreía. Me agarró firmemente de la cara y me obligó a mirarlo, sentí que moría de la excitación. Me podría haber derretido ahí mismo. Esa sonrisa era tan candente. Entonces logré sentir esos labios, esos labios tan dulces y deseados, hicieron que en mi interior algo se encendiera.
— Quiero hacerte mío, bebé."
¡¿Qué mierda había sido eso?! ¡¿Y porque sentía tanto calor recorrerme el cuerpo?! No podía pensar en eso, tenía que bañarme, arreglarme y no recordar nada de ese escenario hipotético tan extraño que acababa de ocurrir. Me rehusé a hacerme cargo de la particular erección que comenzaba a aparecer.
Salí rápidamente de la ducha, evitando a toda costa pensar en eso, lo que hacía que aún más se me viniera ese pensamiento a la cabeza. Mis mejillas no volvían a su estado natural y se mantenían en un color rojo constante. Entonces, mi teléfono sonó.
Missa: Holaaaaaaaaa, ¿Cómo está mi joto preferido?
Justo... justo ahora cuando no quería recordarlo, cuando no quería pensar en esas cosas que había imaginado mientras estaba en la ducha, me escribía el protagonista de esas fantasías. Dejé el celular de lado para tratar de olvidarme de aquello. De él y de la imagen que tenía en mi cerebro de su rostro cerca del mío.
Mientras bajaba las escaleras volví a revisar mi celular y él había vuelto a dejar un mensaje.
Missa: Porqué me dejas en visto wey :( la neta, que malo.
Sonreí ante sus palabras. Él siempre me hacía sonreír con sus mensajes. ¿Ay dios, que joterías estoy pensando? Estoy seguro que él me habría dicho: "que puto".
Respondí con un rápido mensaje de Buenos días sin muchos miramientos y apagué el celular.
Me cambié de ropa sin mirar como mi parte íntima se mantenía fuerte, no haría absolutamente nada con ello. No pensaría en él y esto se iría bajando a medida que hiciera más cosas alejadas de estas sensaciones.
Pedí la comida ya mucho más relajado, llegaría en una hora más o menos.
Volví a tratar de concentrarme en el dibujo que había estado haciendo. Me obligué a no pensar en ello y después de unos minutos en las que no me concentré en nada más que no fuese la ilustración que tenía frente a mi pude concluirla. Esta no me convencia del todo pero ya no me quedaba más tiempo, tenía que hacer pronta entrega de esta y la excusa de estar pensando situaciones bochornosas con mi mejor amigo no era una muy buena.
La comida llegó justo en el momento en que exportaba el dibujo. Fui hacia la puerta y le pagué al muchacho, además de darle su respectiva propina. También noté como el repartidor me miraba de más. Primero me planteé la idea de que me hubiese reconocido pero aquello desapareció en cuanto el chico me dejó su número anotado en la boleta de comida y me guiñó el ojo antes de irse.
Sentí como mis mejillas se coloraron de inmediato al notar su coqueteo. Antes de cerrar la puerta pude ver a lo lejos como una cabellera castaña se asomaba corriendo hacia mi con una sonrisa.
— ¡Felipe! —Amber llegaba tan contenta como siempre. Miró al repartidor antes de que este se marchara y luego volvió su vista hacia mí, yo estaba completamente rojo. Lo sabía por como se sentía en mis orejas el calor—. ¿Qué cosa te dijo él para que estés con esa cara?
Me avergonzó aun más el hecho de que mi amiga lo hubiese visto, por lo que decidí volver a entrar a la casa, ignorando el asunto. Mientras se escuchaba la risotada de Amber desde la puerta, y como esta me seguía dentro.
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Quédate un momento más y ya | Mr. Phissa
FanfictionLa distancia puede ser el protagonista de tantas historias de amor como personas hay en este mundo. Si la distancia fuera un impedimento, las cosas jamás habrían funcionado. Y si la distancia no existiera jamás me habría enamorado de ti de la forma...