Capítulo 4: ¡¿Dónde están los niños?!

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-¡¿Dónde están los niños?!

Dos héroes de guerra —y dos héroes de guerra casados, para más inri—, un heredero a su pesar de una secta prominente, otro no tan a su pesar y adolescente y un cultivador de renombre, segundo al mando de la Gran Secta restante. Tales personalidades han pasado por serios momentos de pánico en sus vidas, sin duda alguna.

Nada nunca se ha comparado a este momento. Y todo porque acaban de perder a los pequeños A-Cheng y A-Yao.

El caos se desata en la Torre Koi, por supuesto. La discreción ahora es lo último que importa, así que Jin Ling moviliza escuadrones enteros de cultivadores Jin que salen volando en busca de dos niños que no han visto en su vida dentro y fuera de la sede de Lanling Jin. A nadie se le ocurre, de todas formas, que con esas piernecitas tan cortitas no deben haber ido muy lejos. Al distrito comercial, quizá. Por ejemplo. Pero no lo piensan. No se dan cuenta, porque el pánico puede con estos cuatro hombres hechos y derechos y este pobre adolescente que de halla en mitad de un ataque de ansiedad, todo por haber perdido a su jiujiu y a su shushu. Y porque les ha quitado la vista de encima ¿cuánto? ¿Cinco minutos? ¿Diez?

A partir de este día por lo menos aprenden que no se les puede dejar solos ni un minuto. Y que Hada, aunque una gran protectora, no es lo que se dice la mejor niñera del mundo.

***

Hada, en esa inocencia perruna en la que no cabe la maldad, en la que solo se quiere jugar y el olor de las cosas ricas pesa más que nada, conduce a los dos niños a la boyante capital de la región de Lanling. Los guardias de la Torre Koi apenas se fijan en los dos pequeñajos —Jin Ling les gritará más tarde, y puede que también Lan XiChen— y las enormes escaleras están a punto de hacer tropezar al pequeño Jin GuangYao más de una y de dos veces, pero la manita de Jiang Cheng aprieta la suya y le sujeta para que no se caiga. Juntos, corren detrás del perro espiritual hasta descubrirse hundidos en un laberinto de anchas calles, tiendas infinitas, cortesanas, cortesanos y riqueza desperdiciada. Pero como son pequeños, no entienden ninguno de esos conceptos.

Menos mal, en realidad. Al verdadero Jiang WanYin, todo lo que están viviendo y vivirán podría provocarle acidez de estómago.

-¡Hala! -exclama el pequeño Jin GuangYao que, una vez dejan de correr y Hada relaja el ritmo, mira a todas partes con ojos desorbitados, como si no supiera que admirar primero-. ¡Qué grande es todo! ¡Mira eso, A-Cheng!

-Brilla tanto que no puedo. 

-Quejica -bufa Jin GuangYao por lo bajo, hasta que su pequeño amigo le pone un puchero. Conciliador, porque ese impulso vive dentro de sus tripas, le aprieta la mano-. No te enfades, anda. Seguro que en algún sitio hacen de esos dulces que te gustan.

-¿Pasteles de luna? -pregunta emocionado, sin saber siquiera si están o no en temporada-. Pero... ¿y los gege? ¿No se enfadarán cuando vean que nos hemos ido?

-¿Qué más da lo que digan? -el pequeño Jin GuangYao echa a andar detrás de Hada, con su amigo de la mano. Jiang Cheng parece inseguro-. Estamos con Hada, y Ling-gege dijo que nos protegería.

-Ya, pero...

-Además, tú sugeriste que la siguiésemos.

-¡Pensé que estábamos jugando a pillar! -el ceño del pequeño Jiang Cheng se pronuncia más y más, y aunque Jin GuangYao también viva en la mente de un niño, le queda el instinto suficiente para intuir una pataleta en el horizonte-. No es justo, jo.

 -Estamos jugando a pillar -le corrige el otro niño, sonriente-. Solo que ahora son ellos los que nos pillan.

-¿De verdad?

Childish [Mo Dao Zu Shi Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora