15. Videojuegos.

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Nick.

El martes por la mañana, es decir, en la mañana de hoy, mi profesor de empresariales me ha entregando mi trabajo corregido. Ver esa calificación tan alta me ha sorprendido incluso a mí, para ser sincero, cuando me entregaron el contrato con el que debía trabajar, no tenía muchas esperanzas de aprobar. Cada vez que se acercaba la fecha límite de entrega, mis niveles de estrés y desesperación iban aumentando. Cuando el sábado ni siquiera había podido traducirlo me encaminé a la residencia de Cris para aceptar la ayuda que Kami me había ofrecido en la cafetería días antes. En un primer momento no tenía pensado aceptar su ayuda, incluso me sorprendió que me la ofreciera. Apenas habíamos hablado en unas pocas ocasiones, y todas ellas habían sido por causas no muy... agradables que digamos. Hicimos un buen trabajo juntos, Kami traducía con fluidez y yo le explicaba algunos aspectos, solo algunos para que no pasáramos todo el día en su cuarto, y ella misma me dijo que había pospuesto un plan para ayudarme. Me preguntaba cuál sería ese plan, pero no tuve la osadía suficiente para preguntar. La verdad es que esa mañana se me pasó rápido, apenas me daba cuenta de que las manillas del reloj pasaban dejando atrás horas y horas de escucha. Su voz sonaba calmada y suave, sus palabras y el acento de aquel idioma, el español, le quedaba de maravilla.

Ahora mismo estoy acostado en mi cama con la cabeza dejada posar sobre mis brazos, y una multitud de pensamientos asedian mi mente.

Kami...

Nuestros encuentros no han sido los más apropiados del mundo, pero sí han sido genuinos. Aquella tarde me habló de su familia y me llamó la atención su tono melancólico. La recuerdo en las gradas con la camiseta de Ethan, llegándole casi por las rodillas. Su expresión era la de una niña pequeña, observaba todo con un brillo de ilusión en sus ojos que la hacía ver adorable.

Su expresión de orgullo y felicidad tras el partido cuando nos reencontramos junto al coche y se acercó a Scott, el abrazo de ambos, que desprendía afecto mutuo. A veces también pienso en la pequeña sensación de malestar tras el abrazo, sentimiento que disipé en el momento, pues no tenía ninguna razón para sentirme así.

Cada vez que estoy en mi habitación y cierro los ojos, veo su tatuaje, las delicadas líneas de tinta decorando la parte trasera de su cuello, formando aquella constelación, y su historia...

Sé que fue muy osado de mi parte colarme en su habitación a exigir respuestas, al fin y al cabo es su vida, su historia, su pasado y entiendo que a veces puede ser doloroso contar ciertos detalles de tu vida que prefieres olvidar o no rememorar pero no pude evitarlo...

Cuando la vi por primera vez, algo en mi hizo click:

Todo comenzó hace varios años. Yo tenía 17 años y por entonces mis padres acaban de terminar su proceso de separación, un proceso que no ha sido para nada pacífico, muchas personas podrían haber definido su relación como algo movida o estrambótica, otros podrían definirlo como intensa pero desde mi punto de vista, si a mí me preguntan, yo diría que su relación era excesivamente tóxica. Ambos eran adictos al trabajo, casi nunca pasaban tiempo en casa y cuando ambos permanecían en la misma estancia por más de tres horas se producía la tercera guerra mundial. Peleaban a voz en grito, las voces traspasaban las paredes y yo tenía que presenciar cada pelea, incluso a veces llegaban a las manos tanto por parte de mi madre como de mi padre. Podían estar odiándose a muerte y, al segundo siguiente se estaban besando como si les fuera imprescindible para sus vidas. Mi padre, Andrew Wilson, era un reconocido arquitecto y era dueño de su propia empresa. Pasaba horas y horas en su oficina, trabajando o acostándose con su secretaria, lo que se le plantease mejor ese día. Mi madre, Delia Baker, por el contrario tenía una importante agencia de modelos y su amante no trabajaba con ella, o al menos no permanentemente pues solía acostarse con alguno de los modelos, tanto masculinos como femeninos, que trabajaban en su agencia. Ambos se engañaban mutuamente, ambos tenían sospechas de lo que pasaba y más de una pelea fue a causa de esto, sin embargo ninguno de los dos hizo nada al respecto a no ser que echar un polvo cuente como buscar una solución. Cuando mi madre se enteró del rumor que corría por las oficinas donde trabajaba mi padre sobre que Ivie, la secretaria de este, estaba embarazada, mi madre sospechó que el hijo que crecía en el vientre de esa mujer era de mi padre –cabe resaltar que no, no tengo un hermano o hermana porque solo fue eso, un simple rumor– la bronca fue inigualable, ambos pelearon como nunca y mi madre estaba tan enfadada y rabiosa que casi quema la casa con mi padre dentro mientras yo estaba en clases.

Una curiosa filosofía de vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora