Capitulo 10 · Sublime ·

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Capitulo 10- Sublime.

Los Clifton desaparecieron por completo todo el fin de semana. Las llamadas iban al buzón de voz y su departamento estuvo totalmente solo. Giane, por su parte pasó el fin de semana pensando en el beso lleno de pecado que tuvo con Henxo. 

Sus principios fueron derrumbados por él. 

Eso fue lo primero que los Clifton derrumbaron de Giane, pero no sería lo único.

Luego de más de cincuenta horas sin saber de ellos su celular vibró sobre su mano.

"El fin de semana fue eterno sin ti, linda."

"Creo que mientes, Clifton."

"Estoy afuera."

Sin esperar más, se levantó de su cama, era de madrugada y estaba terminando de estudiar para un examen. Con una delgada pijama de seda blanca salió recibir al mayor de los Clifton. Al abrir la puerta sintió escalofríos al observar los ojos verdes que poseía su novio. 

François tenía una forma única de mirarla, había deseo, fascinación y otro sentimiento más oscuro que resultaba imperceptible para ella. 

No dijo ni usa solo palabra, se acercó a besarlo con una sonrisa ladeada. Él la tomó de la cintura besándola con vehemencia. Los suspiros de su chica murieron en su boca.

Sus besos eran éxtasis puro. La sensación que François provocaba sobre su cuerpo era intensa, arrolladora, adictiva.

—Ansié verte todos estos días.

Él la miró a los ojos y lentamente su mirada bajo observando su cuerpo bajo esa tela clara.

Notó la mirada llena de deseo sobre su cuerpo, François no disimulaba en absoluto. Sus ojos verdes brillaban llenos de lujuria. El castaño relamió sus labios con cientos de pensamientos impuros dominando su cabeza. 

—Demuéstralo.

Ella captó la intención de sus palabras, esos ojos verdes delataban sus intenciones.

Sin dudarlo tomó la mano del mayor de los Clifton llevándolo al interior de su departamento. Una vez la puerta se cerró, su vestido de seda blanca se deslizó por su cuerpo hasta tocar el suelo. 

Y por primera vez, el suspiro fue por parte de Clifton, detalló con fascinación cada detalle del cuerpo de Giane. Sus clavículas delgadas, sus pechos redondos... su abdomen jodidamente perfecto. Por primera vez en mucho tiempo François Clifton no sabía cómo reaccionar.

Si, estaba anonadado.

Giane lo notó, se acercó y lo besó en el cuello sacándolo de su estado de estupefacción. En sus ojos se encendió la llama de la lujuria. Una llama que terminaría quemando a los dos, en especial a ella.

François sonrió con su perfecta dentadura, una sonrisa oscura que decía «te tengo». Sin más la tomó con sus manos de su cintura desnuda. La aceró a él lo más posible. 

—Resultas ser tan hermosa que mi deseo ante ti es inmensurable. Bella, bella, bella. —esto último lo dijo en un tono suave y oscuro, uno que erizó el cuerpo de Giane. Era un momento tan íntimo, tan perfecto.

Se miraron conectando sus miradas por varios segundos, ese momento se sintió infinito, como si el tiempo dejara de avanzar, como si hubiesen roto las reglas del universo. 

Él la besó con una pasión desenfrenada, con fuerza, con determinación. La pegó a su cuerpo, ella sentía el roce de su camiseta contra su pecho, era una fricción deliciosa, pecaminosa. Sus manos se movieron solas llegando hasta el borde de la camiseta levantándola y en el camino deslizando sus dedos sobre su abdomen. La piel de Clifton era suave. 

La obsesión de los Clifton ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora