No sabía cuánto tiempo había pasado desde la última carta que había recibido. Si las cartas paraban de llegar, no tendría mucho problema, pero sabía que solo era de esperar para tener otra en sus manos, y debía encontrar al responsable de eso. El problema era que después de todo ese tiempo solo había tachado a Longbottom de su lista; todavía faltaban Granger, Blaise, Thomas, Finnigan y Weasley.
Y ahora sería su último año en Hogwarts. . . así que no tenía de otra más que aceptar lo que decían las cartas o simplemente encontrar a quien le mandaba las mismas.
Su madre había convencido a su padre de que ahora iría a Durmstrang, y ya no había alguien que lo defendiera. Sabía que su padre aún no estaba del todo convencido, Severus incluso había hablado con su madre para intentar hacer algo al respecto, pero ella no quería escuchar.
—Draco, ¿vas a comer algo? — preguntó Blaise, interrumpiendo sus pensamientos.
—No. No tengo hambre. — Los dos chicos quedaron en silencio y, solo cuando la mayoría de las personas en el Gran Comedor empezaron a levantarse, Blaise logró convencer a Draco a comer algo. Draco había recibido una lechuza de su madre, llena de esas cosas que ya tenía muy memorizadas, las mandaba cada vez que algo "malo" le pasaba. Unos regalitos, chocolates y galeones para comprarse lo que fuera para que dejara de molestar.
Sabía que su madre no lo hacía con mala intención, sabía que ella no era de esas personas que les daba dinero a sus hijos para que dejaran de llorar, pero había veces en las que eso era lo que parecía. De todas formas su madre se estaba intentando disculpar. . . aunque de una forma inútil. . . . Perdería a sus amigos, bueno, amigo. Blaise era su único amigo, tal vez estaba Crab y Goyle, tal vez incluso Theo, pero de ahí solo eran chicos y chicas que se morían por algo de dinero que tenía.
—Draco, — lo llamó Blaise.
—¿Qué? — preguntó el rubio sin voltearlo a ver, solo volvió a acuchillar su comida.
Blaise no contestó, Draco levantó la mirada para reclamarle y volver a llamar su atención para cuando vio a la tan conocida lechuza. Ella se encontraba ahí, mirándola con esos grandes ojos que tenía, sus plumas despeinadas por el frio viento que hacía afuera y con una carta atada a su pata delicadamente.
Esa vez no esperó a abrir la carta más tarde. Cualquier cosa que encontrara en ella sería la forma de hallar la salida de esa pesadilla que estaba viviendo. Se sentía observado. Cada paso que daba, cada palabra que salía de su boca, sentía que cada cosa era hábilmente atrapada en una caja para analizarla y así poder torturarlo de esa forma. Sentía que cada detalle de su vida estaba anotado en algún lado y quería que parara.
Desdobló la carta rápidamente y empezó a leerla. Blaise miraba a su alrededor, vigilando que nadie se atreviera a siquiera poner un ojo dos segundos sobre esa carta. Los chismes en Hogwarts eran rápidos, muy rápidos. Y no quería que su amigo fuera uno de ellos.
El momento es, en una laguna azul.
Pero no esperes más. Mañana no puedes.
No te ha dicho nada, y no lo hará.
Si no le hablas ya.
Draco releyó la carta, esta vez más lentamente, para intentar entenderla mejor y buscar algún mensaje o alguna pista que lo llevara al escritor de ella. Pero solo encontró algo que le dio una razón para preocuparse. . . "Pero no esperes más." ¿A qué se refería con eso? No lo sabía, pero ahora estaba seguro de que no era Blaise.
Al carajo con esa maldita lista.
Era Granger. Ahora lo sabía.
Pero el problema era: ¿Por qué rápido? ¿Por qué debía apurarse? No lo sabía. Pero debía descubrirlo ya.
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Cartas Anónimas |Drarry| EN EDICIÓN
FanfictionEN CORRECCIÓN. YA ESTÁ TERMINADA PERO LA VOY A PONER COMO QUE NO ESTÁ COMPLETA PORQUE LA VOY A DES-PUBLICAR Y ARREGLAR ALGUNAS (MUCHAS COSAS) principalmente cosas que son así muy como que cosas que ya no me van a mí, así que muchas gracias :) El ten...