Sakura florecé

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—Mira nada más...¡Es una encantadora flor!, ¡Madara acertaste con enviarme a esta niña!— Exclamaba una mujer de cabello negro y mayor.

—En cuanto la ví, supe que sería un buen acierto, sería una lástima que se desperdiciará trabajando— Exclamó el uchiha dando bocanadas de humo de su pipa.

—Tenga entonces el pago de este mes, hágaselo llegar a su amigo—, expreso la mujer alegremente.

Madara observó a la chica que limpiaba los pisos en silencio, notó que estaba más delgada de la última vez que la vió y su expresión estaba particularmente más sombría.

—La niña ¿está bien de salud? — Preguntó el hombre guardando el dinero entre sus ropas.

—Sí, el médico la reviso hace algunas semanas. Pero la verdad apenas si come. El día que llegó apenas si hablaba. Pero con el tiempo descubrimos que es muy reservada, aunque es muy cortes y obediente. Pareciera que no tiene deseos de vivir, sólo supimos por su carta que quedó huérfana y nada más.

Madara frunció el ceño, definitivamente la injusticia de los pobres era algo que atormentaba su corazón. Desde que había acabado sus servicios para el gobierno después de la era de la restauración el sentimiento patriótico y los recuerdos de las batallas en kyoto, le mortificaban muy profundo en su conciencia. La insatisfacción de dar más se llenaba ayudar a los desvalidos y actualmente la lectura por el socialismo le atraía bastante, pese a que eran prohibidos por el emperador, el estallido de la guerra lo había golpeado tan fuerte que en estos textos lograba dar algo de solución a tanta injusticia.

—Tengo un amigo monje en las montañas donde crían a bastantes niños huérfanos. Si quiere puede enviarla una temporada para que mejore de ánimo. Yo mismo la traería de vuelta— mencionó amablemente.

—Lo tendremos en cuenta. Es bastante trabajadora y Tsunade-sama está invirtiendo bastante en ella ya comenzó con clases de danza, lectura, arreglo floral y shoji. Pero si ella no pone de su parte Tsunade-sama podría rechazarla y enviarla como una vulgar Hashi y recuperar lo gastado en ella. Después ya está en edad menstruante y puede servir a un hombre

Sakura podía escuchar la conversación, sabía que debía esforzarse, pero una parte de ella ya no tenía fuerzas. Estaba tan agotada. En las noches tenía sueños donde podía jugar con sus hermanos y escuchaba el cantico de su madre, extrañaba a Shisui y a Sasuke, se sentía tan culpable que imaginaba como le habían castigado. Había perdido la noción del tiempo de cuanto llevaba allí. La verdad es que ya estaban en el año 10 de la era Taisho. Sakura llevaba viviendo 7 años en el gran akabeko.

—Sakura-dono— Le llamó un anciano de aspecto amable.

La niña se inclinó como reverencia y camino hasta él.

—Aún eres muy torpe al caminar, endereza las piernas y ten movimientos suaves, recuerda que ya no eres una sirvienta—, le reprendió el anciano— Termina allí y trae tu libro de texto para que recites la poesía pendiente

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—Aún eres muy torpe al caminar, endereza las piernas y ten movimientos suaves, recuerda que ya no eres una sirvienta—, le reprendió el anciano— Termina allí y trae tu libro de texto para que recites la poesía pendiente.

El guardaespaldas de la prometidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora