Capítulo cinco: Rencor

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La hija del capitán abre de un portazo la puerta de su oficina, siendo perseguida por dos guardias de seguridad.

— ¡¿OTRA GUERRA?! ¡¿OTRA GUERRA HIJO DE PUTA?! — Grita ella furiosa, manteniéndose a medio camino entre la puerta y el escritorio de su padre.

— Soldado ¡¿Que hace aquí?! — Dice Roger, poniéndose de pie con indignación.

— ¡¿Esta es la razón por la que no querías decirme mi propósito?! ¡¿Ser tu arma militar es mi propósito?! — Exclama Black, acercándose aún más a su padre, con intenciones de agredirlo.

— ¡Tranquilízate o tendré que hacer que te inmovilicen Black! — Grita el capitán, alejándose con precaución y señalando al grupo de hombres fornidos que se encontraban a la entrada de la habitación, sin romper el contacto visual con la joven intrusa.

Ella relaja su pose, mirando acusadoramente a su superior, mientras su cola continúa moviéndose de un lado a otro. Rápidamente, uno de los guardias la taclea al suelo, haciéndola gritar del susto.

— ¡MALDITA SEA! ¡DEJENME EN PAZ ESTOY COOPERANDO!

— ¡Suéltala guardia! — Grita el capitán, dando un paso hacia ellos.

El desconocido duda, mirando con incredulidad a Roger, quien asiente con determinación. El hombre fornido se pone de pie reacio y camina hacia atrás con sus ojos sobre la chica.

— Esto es una terrible idea, Señor Kurenai. — Exclama el hombre, señalando a la joven con sospecha— Ella ha demostrado una y otra vez que es una insubordinada. No debería estar aquí.

— Tiene sus razones personales en contra mía, no es problema con el ejército. — Explica él, mirando el suelo con melancolía.

— ¡Por supuesto que tengo mis razones! ¡Quieres enviarme a una puta guerra ahora que tengo el entrenamiento mínimo!

— ¡Black cállate! — Dice el capitán, en un tono enojado.

— ¡Está en el ejercito soldada! — Exclama el guardia, con indignación, poniéndose en medio de padre e hija — ¡Si una guerra estalla debe pelear en ella! ¡No tiene porqué culpar al capitán!

— ¡¿Que no tengo por qué?! — Grita la pelinegra, muy molesta — ¿ENSERIO SE TRAGAN LO DEL YACIMIENTO DE PETROLEO EN LA FRONTERA?

— ¡KURENAI, CIERRA EL HOCICO! — Grita Roger, con desesperación y enojo mezclados en sus ojos.

La joven finalmente pierde la paciencia y se lanza contra su padre, pero es interceptada por el guardia, quien la taclea nuevamente y la inmoviliza contra el suelo.

— ¡SUELTAME CARAJO! — Exclama ella, intentando soltarse del agarre del hombre.

— Black, cálmate por favor. — Suplica el castaño, agachándose a su lado — Puedo explicar, pero necesito que los guardias confíen en ti para que se vayan.

— ¿Crees que quiero escuchar tus excusas de mierda? Miente todo lo que quieras, no me lo voy a creer.

El capitán suspira con resignación y le hace una seña al hombre inmovilizando a su hija, mientras regresa detrás de su escritorio. Este se pone de pie, levantando a la soldado con él.

— Escóltenla hasta su carpa, que no regrese al edificio a menos que yo la llame.

— ¡¿Qué?! ¡No puedes hacer eso! — Exclama la chica, siendo arrastrada por su captor hacia la puerta.

— Puedo hacer lo que quiera, soy tu capitán. Tienes suerte de que no te suspenda.

— ¡Eres un monstruo! ¡¿Como puedes enviarnos a la guerra para probar que tu estúpido experimento funciona?! — Grita Black, con lágrimas en los ojos.

Black Kurenai: La guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora