[SAO] De vida o muerte | #KiriAsuWeek2022

.*•:｡✩ parte única ✩｡:•*.

➥Título: "De vida o muerte"
➥ #KiriAsuWeek2022: Día 2 - AU Fantasía
➥ Tema: Me hago daño a propósito para que me cures

Entre árboles y flores de todo tipo, se ocultaba el pueblo mágico de Alfheim, una sociedad de hadas que vivía en paz con el bosque desde hace muchos siglos. Cada hada tenía una labor específica que le era asignada al cumplir la mayoría de edad, en una ceremonia con toda la población presente, donde hacían reaccionar su magia con el agua y dependiendo del resultado se identificaba su talento. Existían hadas curanderas, guerreras, artesanas, del clima y de los animales.

Asuna nació en la aldea de hadas de los animales, donde convivía a diario con las criaturas del bosque. Solía dar paseos en los pájaros con sus amigos, de vez en cuando acompañaba a sus padres cuando ayudaban en el nacimiento de los animalitos y también había seguido a las mariposas y abejas que iban a polinizar las flores cercanas. Cuando era más pequeña, se escabullía con su hermano mayor, Kouichirou, para mirar los entrenamientos de las hadas guerreras, y fue así como conoció a Kirito.

Él era hijo de hadas del clima, pero siempre admiró a los soldados y acudía todos los días sin falta para aprender de ellos. Con una pequeña rama como espada —y a veces con dos—, imitaba los movimientos que espiaba a través del arbusto, concentrándose tanto que se le fruncía el ceño. Asuna no lo sabía, pero sonreía embobada siempre que lo veía hacerlo, y no solo porque fuera gracioso. Quizás esa era la razón por la que Kouichirou siempre la molestaba, diciendo que harían bonita pareja y que había sido amor a primera vista. Ella se aseguraba de negar aquellas alegaciones, por supuesto.

Aunque siempre fueron cercanos, los dos hermanos tuvieron que separarse cuando el mayor tuvo su ceremonia de iniciación y empezó a adquirir nuevas responsabilidades como hada artesana. Asuna estuvo triste un tiempo por tal motivo, pero pasar tiempo con sus amigos eventualmente la animó lo suficiente para salir de casa una vez más.

Como le había contado sobre Kirito a su mejor amiga Lisbeth, esta se dio a la tarea de molestarla al igual que su hermano, y cada vez se hacía más difícil convencerla de lo contrario, pues era muy testaruda.

—Ustedes dos se miran de una forma muy rara —dijo en una ocasión, levantando ambas cejas—. De seguro le gustas también.

—¡Kirito no me gusta! —exclamó Asuna, con las mejillas rojas de la vergüenza y las manos hechas puños. Acto seguido, se aclaró la garganta y volvió a hablar—. Solo somos amigos...

La otra muchacha se rio.

—Creo que deberías pensar mejor en eso.

Le dio un codazo a su amiga, riendo también. Una parte dentro de ella consideraba que tal vez Lisbeth tenía razón, solo que no quería aceptarlo porque Kirito no era más que un amigo, y los bonitos sentimientos que albergaba hacia él no se alejaban de eso. Prefería no darle rienda suelta a tales cavilaciones para mantenerse en calma.

Pasaron varios meses, entre aventuras, emparejamientos y muchas risas, hasta que llegó el cumpleaños número dieciocho de Asuna. Estaba emocionada por la ceremonia, pero al mismo tiempo tenía algo de miedo porque no quería separarse de su familia, como le ocurrió a Kouichirou. Una pequeña parte de sí quería convertirse en hada artesana también, para poder estar más cerca de su hermano, aunque las tareas que realizaban no eran de su particular agrado.

Tomó con cuidado uno de los volantes de su blusa blanca y lo sostuvo para calmar sus nervios. Su otra mano estaba atrapada entre las dos de Lisbeth, quien se encontraba incluso más afectada que ella por miedo a no conseguir un resultado favorable.

Había al menos unas cuarenta hadas junto a ellas, algunas con las que nunca había hablado en su vida y otras con las que había convivido poco. A excepción de unas cuantas, la mayoría parecía mantener la compostura y muchas se abrazaban para aliviarse de forma mutua. Lamentablemente, no todas tenían alguien para acompañarlas, como ella tenía a Liz. Desde un inicio, estuvo más tranquila sabiendo que no sería la única nerviosa en el evento. Respiró hondo y soltó la tela con lentitud, decidiendo que todo estaría bien.