_______ ¿Cómo se conocieron?

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Hace tiempo que los jóvenes Santos de bronce no visitaban Japón. Si bien era su país de origen se podría decir que ninguno tenía un fuerte vínculo que los haga acercarse más seguido a la idea de  volver a pisar tierras niponas.

Ellos habían regresado solo por sugerencia de Saori por todo lo acontecido hace unos meses atrás, debido a la petición de Shun de querer recuperar sus estudios, la diosa athena pensó que dejar el santuario unos meses era algo bastante adecuado. Todos los Santos que quedaban aceptaron la petición, volviendo tanto a sus tierras natales, como sus campos de entrenamiento o solo pasando un respiro de aire fresco junto a sus parejas, retirándose por un tiempo bajo la promesa de volver.

Seiya por su parte tenía toda la expresión de un adolescente en plena juventud de hormonas, paseando por la cuidad, atrayendo miradas extrañas al notarlo junto a la mano del Santo de Leo que solo sonreía como completo enamorado al verlo.

Ya de por sí, Seiya era un chico alegre y caballeroso, llevaban casi 2 meses desde que llegaron y ver este nuevo semblante del caballero de Pegaso, bastante diferente y más calmado, dejándose llevar por su mano para Aioria reconfortante.

Que diría su hermano si lo estuviera viendo ahora; El orgulloso y salvaje león dorado con la guardia enteramente baja dejándose de llevar por la mano Seiya, con una mirada de tonto enamoro como si fuera un adolescente otra vez, pero dónde  las desgracias que pasaron en esa época de su vida no hubieran acontecido. Prestándole pura atención a su presente.

- Hey Aioria, ¿Has ido a un circo? - Deteniéndose en un costado de la calle, el Santo de Pegaso señaló dónde un cartel que anunciada uno estaba.

- ¿Un circo? ¿Y eso que es? - Parándose junto a el, Aioria no tuvo problemas en rodear a Seiya con su brazo, apegándose a él mientras detallaba el cartel. - Uhm... Creo que mi hermano hablo de ir a uno cuando tenía 9, pero nunca fuimos.

- Vayamos entonces, es un lugar para ver atracciones para divertirse un rato, yo siempre quise ir a uno y no es justo que tu siendo ya viejo nunca hayas ido.

- ¿Viejo? - El hombre griego se hizo el ofendido, alzando la voz sin darse cuenta.

- Jajajaja. Perdona, pero no puedo decir "un papi" estamos en la calle.  - Aioria no dijo nada, solo torció la mirada mientras Seiya sonreía triunfante.

- Al menos es bueno saber que aún me consideras guapo.

- Siempre lo has sido. Por cierto, recuerda que estamos en Japón, no en el santuario, aquí es mal visto el contacto en público. - Sujetando el brazo de Aioria, Seiya busco moverlo para salir de su agarre.

Aioria lo entendía, le molestas un poco lo Anti Paticos que podían ser los asiáticos, pero comprendía que eran cosas a las que se tenía que adaptar mientras estaban allí, porque a  Seiya tampoco le gustaban, el ya estaba acostumbrado a dejarse residir contacto físico haya o no gente al rededor.

Recordando el momento dónde se vieron otra vez cuando toda la pelea con Zeus y Apolo termino, lo primero que hizo Seiya fue abrazarlo, acariciando su cabeza en su pecho antes de buscar un beso de su parte.

- ¿Vamos a comer? Aún falta tiempo para el circo. - Dejando esos pensamientos de lado volvió su atención al hombre frente a él. De todas maneras, amada la noche porque en el santuario y fuera de el, podía tenerlo abrazado sin interrupciones.

- Claro.

- Guíame. - Con un asentimiento de cabeza le llevo consigo. Claramente Aioria aún no dominaba el japonés, ni podía hablarlo ni podía leerlo, cada vez que hablaba con Seiya este le respondía hablando en griego mientras Aioria aprendía mejor el idioma.

Eso se hacía notar al cado de un rato. Llamando más la atención a ellos 2.

- Disculpen. - Una señora, no debía aparentar más de 40 se les acercó. Hablada con un acento japonés marcado por lo tanto era de la zona, pero se veía perdida.  - Es la primera vez que vengo a esta cuidad, pero me perdí. Y no encuentro un oficial. ¿Me puede ayudar a guiarme?

- Claro. Dígame a dónde es y le digo dónde está. - Seiya le expreso, respondiéndole el lugar correcto sin mucha prisa.

- Te lo agradezco. Por cierto, tu hermano es muy lindo.

- Ah... No, no es mi hermano. Es solo un amigo.

- Que curioso ver a hombres tan cercanos, ¿Cómo se conocieron? Es linda su relación.

Cuando estaba por responder la mente de Seiya hizo un shock.  ¡¿Que mierda podía decir un Santo de Athena ante esa pregunta!?  Tenía que mentir. Eso era claro. ¿Pero que?

Rápidamente busco cualquier excusa pero su mente se quedó en blanco sin saber que inventarse para responder.

De por sí, si bien no estaba prohibido que entre los Santos Atheniences se formen relaciones de carácter amoroso o solo meramente sexual, la sola idea de desear tener una nunca se les planteada.

Era algo que ellos debían desear, plantearse y conseguir.  Ya que como Santos de un momento a otro podían estar en una aburrida monotonía y al otro en una batalla con la vida propia pendiendo de un hilo.

- ¿Pasa algo joven? - La voz de su contraria lo saco de su ensoñación, volviendo su vista a ella, pero sin respuesta claro.

- La verdad no recuerdo. - Busco evadir el tema rápidamente. - Pero, es lo conozco hace años.

- Comprendo. Gracias. - Y se fue. Al estar solos, Aioria puso su mano su hombro, preocupado al notarlo pálido.

- ¿Qué te pregunto?

- Ah... Que como nos conocimos. Ya que pensó que éramos hermanos.

- Jajajaja. Con razón tu cara. Deberíamos buscar una escusa para que eso no vuelva pasar, casi te desmayas. Jajajaja. 

¿Cómo le explicas a una señora que se conocieron en un santuario de dioses cuya existencia actualmente eran mitos a estudiar sobre una de las primeras civilizaciones de la humanidad, con más intenciones de volver sus cuerpos armas sobrehumanas capaces de abrir la guerra y separar los cielos, con la intención de servir a una diosa? ¿Qué se podía inventar a base de eso? Y que de paso hubo toda una rebelión dónde ambos tuvieron que pelear, casi matarse, morir en Hades, ser revividos para ser castigos, y al terminar toda una batalla, ambos se reencontraron para seguir tranquilamente su noviazgo.

Si, no era un buen tema para conversar. Por mas que claramente no había que ser totalmente detallados, todo el tema no era viable. Menos dónde estaban.

- Oye no te rías. Tienes suerte de no saber japonés.

- Te hubiera ayudado igual. Solo te diré que no quiero que la gente crea que somos hermanos. Yo te amo. - Diciendo lo último en japonés. Parecía que un par de cosas aprendió.

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