Palabras

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Escribir. Es fácil. Sencillo. Juntar palabras, verbos, adjetivos... teclear hasta rellenar una página. Cualquiera puede hacerlo. A día de hoy, yo soy incapaz de juntar palabras que tengan sentido alguno, porque para hacerlo para empezar tendría que hablar, y no tengo fuerzas.

Escribir, explicar en un texto una situación o circunstancia, describir unas vistas, una conversación entre personajes inventados, o no, que tratan de comunicarse para un fin; con un sentido para el escritor y el lector. Y, hoy, me pregunto, ¿todo puede explicarse uniendo unas pocas letras? ¿Podemos, de verdad, explicar todos y cada uno de los sentimientos que nos aturrullan, nos consumen o nos arrastran? Aquellos que no sabes por dónde agarrarlos para poder soltarlos, para poder llorarlos, para poder respirar... Hay ocasiones en las que los sentimientos van más allá del puro lenguaje y no existen palabras en el diccionario para poder exponerlos en un simple papel. Cuando éstos te rompen en mil pedazos o te sujetan a recuerdos del pasado, que están más que pasados. Están agotados de tantas veces que los hemos revisado y acunado en nuestras noches de vigilia.

Puede que existan escritores con la cualidad maravillosa de saber explicar y transmitir lo que el alma no puede revelar, lo que el alma llora, lo que el alma añora. Quizá alguno se acerque lo suficiente como para hacerte sentir en consonancia con las emociones, que te llegue y te conmueva de forma cautivadora. Es posible. Lo único que sé es que hay veces que los sentimientos trascienden a un nivel incomprensible incluso para nuestra alma, ¿y cómo explicar aquello que ni siquiera uno comprende? ¿Aquello indescriptible que llama cada amanecer y atardecer a las puertas de tu vida? Tiene voluntad propia. No se puede detener. No se puede evitar. No se puede olvidar. No posee palabras que consigan saciar su apremio por bailar entre el viento mientras las lágrimas lo acompañan, para que no se sientan solas y desamparadas; solidarias y amigas de eso inexplicable que arde en las entrañas y que no deja resuello. Aquello que no sabe a dónde ir...

Puede que deba ser así. Que, en ocasiones, lo que sentimos no tenga estructura definible, ni puedan enunciarse, porque es demasiado valioso. Tal vez sea ese el motivo de porqué no pueda explicarse lo que posee un alma en su radiante envoltorio de cristal. Porque es única, irrepetible y hermosa.

Al menos queda la esperanza de que eso jamás podrá ser destruído ni mancillado, porque siempre quedará en uno mismo. Porque es inolvidable y estará cuidado con extremo cariño y nostalgia. Porque es nuestro y de nadie más. Porque la conmoción prorrumpe en cada poro de la piel y brota de los ojos... y, por eso, no existen palabras.

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⏰ Última actualización: May 06, 2015 ⏰

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