5 agosto - x492

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Su Majestad, he decidido aceptar la oferta que me hizo antes de salir de Adelaar, así que comenzaré el recorrido por 13 ciudades esta semana. Como bien sabe, estoy en una cabaña en las montañas del norte, y hay algunas ciudades en el camino de regreso a la capital. Espero regresar a la capital a fin de mes con buenas noticias para usted.

Que las Deidades lo protejan, majestad. 

Ichigo.

Ichigo leyó la nota un par de veces y consideró que era suficiente. Lo puso en un recipiente de metal después de sellarlo y se lo entregó a uno de los soldados que lo acompañaban. Pudo haber enviado a Kholtan pero no lo hizo, su águila también merecía tener unas vacaciones.

Momentos después salió de la casa en busca de Rukia que estaba afuera, en el patio trasero.

Ichigo estaba molesto porque el rey no les dio más tiempo para tener una luna de miel como era costumbre con los príncipes, y le enfureció ver el claro favoritismo que su padre tenía por Kaien. Matar a Kaien con las galletas de Rukia era muy tentador pero sabía que el plan fracasaría, las galletas solían ser compartidas y más de una persona podía terminar muerta.

El día antes de emprender el viaje, le había preguntado al rey por qué no le había concedido más tiempo, y la única respuesta que obtuvo fue que aún no había cumplido con sus deberes como Comandante en Jefe del Reino y que si quería más tiempo, podía hacer la gira con su esposa.

Ichigo no creyó esa explicación y estaba seguro de que el rey no quería que se alejara demasiado de la capital. Solo podía atribuirlo a una cosa: el rey todavía sospechaba de Lord Kuchiki y no quería que Rukia estuviera lejos de su alcance. Después de todo, Rukia era el rehén del rey e Ichigo no sabía qué era peor, que Rukia fuera un rehén con una corona o que Rukia lo supiera y no se preocupara por eso.

Lo último que quería Ichigo era poner a Rukia en peligro, así que tenía que pensar en cómo protegerla en caso de que todo se saliera de control. Tenía que asegurarse de que ella tuviera un lugar donde esconderse en caso de que tuvieran que huir del castillo, y Maranni no era una opción viable porque sería el primer lugar donde la buscarían.

— ¿Enviaste la carta? — preguntó Rukia, que estaba sentada en uno de los troncos con Kholtan de parado sobre su brazo enguantado. El águila se veía enorme a su lado e Ichigo asintió mientras se paraba frente a ella.

— Sí, el mensajero acaba de irse. — respondió con calma. Kholtan chilló y se elevó en el aire con un gesto indignado y molesto. Ichigo conocía muy bien a su águila y aquella expresión le hizo levantar una ceja. — Creo que está celoso. ¿Desde cuándo le gustas tanto a Kholtan?

Ichigo se sentó junto a Rukia que se reía de ese comentario.

— Una parte de tu alma vive dentro del águila, supongo que esa parte de ti también está enamorada de mí. — Rukia se señaló a sí misma riendo divertida. — Eso significa que soy irresistible para tu alma.

— ¿Ah sí? — Ichigo la miró con los ojos entrecerrados. — ¿Qué te hace pensar que estoy enamorado de ti? — preguntó sin dejar de mirarla de esa manera.

Rukia se levantó de su asiento, se paró frente a Ichigo, puso sus manos en su cintura y una expresión de suficiencia en su rostro.

— Te casaste conmigo. — declaró Rukia, muy segura de sí misma.

— Solo porque un contrato me obligó. — Ichigo se acomodó mejor en su asiento y fingió indiferencia, pero una sonrisa luchaba por escapar de sus labios cuando vio esa pequeña expresión de rabia en esos ojos que lo volvían loco.

Rukia se relajó antes de volver a hablar.

— No puedes vivir sin mí. — Rukia se miró las uñas mientras decía eso, completamente segura de sí misma. — Soy tu droga, me necesitas para seguir viviendo y que el mundo no se derrumbe en un apocalipsis de agonía.

Ichigo la escuchó hablar, tan segura como que su nombre era Rukia, y eso lo hizo sonreír para sus adentros. Le gustaba esa fuerza y determinación en Rukia.

Ella era perfecta.

— Esta vez ganas, solo porque tienes la boca llena de razón. — Ichigo se levantó y la tomó por la cintura, acercándose a ella pero sin besarla. — Ahora necesitas tener la boca llena de besos para que el mundo pueda ver un nuevo amanecer mañana.

— ¿Y si no quiero que me beses? — preguntó Rukia. Sus labios estaban peligrosamente cerca de los de él. Ella lo tentaba de una manera única.

— El mundo se derrumbaría, mi amor, porque soy tu droga. — Susurró Ichigo con una sonrisa maliciosa antes de besarla. Rukia no se resistió a ese beso, se acercó lo más que pudo a Ichigo, abrazándolo y disfrutando ese momento.

— Te amo mi príncipe. — susurró Rukia entre besos haciéndolo sonreír.

— Y yo te amo más, mi princesa de Maranni. — Respondió Ichigo sin apartar los ojos de ella, haciéndole saber que sus palabras eran ciertas.

Él quería que Rukia tuviera la seguridad de que él era completamente suyo.

El Ruiseñor || IchiRuki FFDonde viven las historias. Descúbrelo ahora