Los días pasaban y la boda de Camila con Austin iba viendo en popa, nunca había visto a su madre tan emocionada como ahora que se había juntado con la madre de Austin para organizar una celebración por todo lo alto, ellas alegaban que no era cualquier cosa pues, se estaban casando el primogénito de los Mohene y futuro heredero del imperio, con la heredera del imperio Cabello, la chica sentía que cada segundo que pasaba su alma moría un poco más, no tenía ganas de comer, de andar y mucho menos de vivir, odiaba la idea, y más aún detestaba pensar en que tendría que meterse en el papel de la verdadera esposa, acostarse con el y serle fiel, por un momento solo deseaba que todo aquello fuera una pesadilla.
En su oficina Lauren se encontraba asumida en sus pensamientos, lo único que esos días rondaba por su cabeza era Camila y las miles de llamadas y mensajes que ignoraba de la chica, le dolía tomar esa acción, pero nadie más que ella sabía en carne propia lo que era sufrir una traición, no quería, por mucho que le gustaba Camila, ser parte de algo así, y es que aunque le fuera difícil, intentaría olvidarse de la joven Cabello y seguir su vida como lo hacía antes de conocerla.
-Inspectora, afuera está un chico que insiste en hablar con usted - le informó su secretaria, a través del interlocutor.
-Hazlo pasar.
Se levantó de su asiento y fijó su mirada en la concurrida calle del frente, soltando un suspiro lleno de pesar.
-Inspectora Jáuregui - le dijeron a su espalda.
Al girar su cuerpo, Lauren se encontró con un chico bastante joven, su cara se le hacía familiar pero no recordaba de donde y tampoco entendía que estaba haciendo ahí.
-Hola, ¿en que puedo ayudarte?
-Mi nombre es Austin Mahone, soy el prometido de Camila Cabello.
Aquello hizo que la presión de Lauren aumentará y su corazón comenzará a latir con fuerza.
-Un gusto conocerte Austin, vuelvo y te repito mi pregunta ¿en que puedo ayudarte? - le preguntó nuevamente, tratando de sonar lo más natural posible.
-Inspectora Jáuregui, se que usted es una mujer respetada en el cuerpo policial, que tiene una carrera íntegra, y mi intension no es molestarla ni cambiar lo que le acabo de decir, pero como sabrá, pronto me casaré con Camila y no quiero que usted se meta en el medio.
La sonrisa de aquel chico le producía una extraña sensación a Lauren, había algo en el que no le daba buena espina, fue ahí en donde recordó que Camila le había comentado que estaba siendo obligada a casarse, seguramente porque aquel imbecil era heredero de alguna fortuna, provenía de una familia con muchísimo poder y representaba el partido perfecto para la joven Cabello, pero sentía que había algo más en eso.
-Camila es mi amiga, no entiendo a qué viene su amenaza, tenga cuidado con lo que va a decir, se lo aconsejo señor Mahone -le dijo Lauren de manera retadora, no iba a permitir por ningún medio, que aquel crío riquillo la intimidara.
El chico soltó una risilla burlona y la miro con una sonrisa retadora de medio lado.
-Se todo inspectora, estoy al tanto del romance que tiene con mi futura mujer y si no quiere que esto se vuelva un escándalo y afecte su profesión, no vuelva acercarse a ella.
La inspectora apretó sus puños con fuerza, minimizando esas ganas de ir tras ese gilipollas y partirle la cara, pero simplemente dejo que saliera de su oficina y ella para volver a respirar en paz, se dejó caer en su silla colocando las manos en su frente.
Una vez su temperatura corporal llegó al nivel normal, llamó a Dinah.
-Joder que si está complicada la cosa eh, porque vamos, es obvio que es un matrimonio arreglado por ser dos familias poderosas, no hay más - le dijo su amiga, sentada al frente de su escritorio.
-No Dinah, hay algo en ese tío que no me da buena espina, quiero que averigües todo sobre el, se que Camila esta siendo obligada no solo por eso, hay gato encerrado en este asunto y así ella no vaya a estar conmigo, quiero ayudarla a salir de eso - sentenció, decidida a salvar a su princesa.
Dinah miro a su amiga con una amplia sonrisa, conocía a Lauren, era una mujer entregada y siempre dispuesta ayudar a quien lo necesite, pero esta vez había algo más, sabía que Lauren se estaba enamorando de Camila y tenía una sensación de que esta vez, esa chica si lograría repararle el corazón y ser quien la acompañe en el largo camino que le queda por recorrer.
-Cuenta conmigo, salvaremos a la princesa Latina - le dijo, haciendo que una tierna sonrisa se dibujara en el rostro de la seria inspectora.
Una noche, mientras Lauren terminaba su turno, decidió ir tomar algo, estaba lo bastante estresada como para regresar a casa sin más, el hecho de no saber de Camila y de enterarse que la boda se llevaría a cabo pronto, la tenía de un muy mal humor, aunado a todo eso, Dinah no tenía más que información básica del chico Mahone, tal parecía que su amiga tenía razón, era un matrimonio arreglado sin más, haciendo que sus esperanzas de poder sacar a Camila de ese lío, bajaran considerablemente.
Tomó asiento en la barra y el conocido camarero le sirvió lo de siempre, un calimocho, algo suave, pues debía conducir de regreso a casa.
-¿Inspectora Jáuregui?
Lauren giro su rostro y estaba detrás de ella una chica de baja estatura, de cabellos claros y la miraba con atención.
-¿Nos conocemos? - le preguntó extrañada.
-No, pero yo a ti si, soy amiga de Camila, mucho gusto Ally - se presentó, estrechándole la mano.
La Jáuregui recordó que Camila hacía un tiempo le había comentado sobre su amiga Ally, una chica de familia pudiente y muy aplicada.
-¡Ah claro! - exclamó-, Camila me hablo mucho de ti, un gusto conocerte, ¿deseas tomar algo? - le preguntó con amabilidad.
-Iba de salida, pero ahora que estás aquí, creo que debería contentarte algunas cosas, así que aceptaré solo una cerveza sin alcohol.
La chica, quien llevaba en sus manos unos libros, tomó asiento a su lado y con una tierna y amistosa sonrisa, comenzó a contarle unas cosas que dejaron a Lauren aún más consternada y creyendo ahora más que nunca en que ese tal Mahone, escondía algo muy turbio.
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Una Bala Directo al Corazón - Camren
FanficLa inspectora Jauregui pensó que esa noche, como las dos anteriores, transcurriría en paz, rellenando planillas y firmando papeles, pero tal parecía que su intuición estaba fallando cuando, a media noche su interlocutor sonó, una alocada fiesta en u...