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El tiempo no duerme los grandes dolores, pero sí los adormece.
-George Sand

30 de diciembre 2019.

Siete días han pasado desde que ya no estás, siete días fingiendo estar bien, siete días imaginando que al volver a casa tu estarás esperando por mi.

Hoy quisiera contarte lo que es vivir sin ti estos días, la casa se siente sola, opaca, triste. Y fue en ese instante cuando me di cuenta que solo tú hacías que se sintiera cálida, llena de vida.
Dicen que cuando alguien muere busca la manera de estar con los suyos, a mí me gusta creer que eres el ave que canta en tu jardín, el colibrí que vuela libre sobre las flores, el viento soplando suavemente, en esos pequeños detalles que me recuerdan a ti.

Me gusta pensar que haz hecho hasta lo imposible por estar junto a mi, que así como yo te recuerdo en todo momento tu me recuerdas donde sea que estés.
Hoy volví a llorar tu ausencia sin que nadie viera, volví a imaginar lo que era tenerte junto a mi y el llanto y la soledad estuvieron ahí escuchando lo que yo aún tenía por decir.

Se que no te gustaría verme así, pero este dolor, este vacío que dejaste no se quita con nada, no puedo arrancar de mi mente tu ausencia. Aún no estoy lista para avanzar, aún no estoy lista para dejarte ir. ¿Dime en qué momento se supera esto? ¿En qué momento yo seré capaz de juntar mi dolor y seguir adelante?

Me haces tanta falta que la sola idea de avanzar sin ti, me enfurece. Porque yo debería de vivir, de avanzar si tú ya no puedes hacerlo. Porque tendría que sonreír si tú ya no lo harás.

Mi mente recuerda una y otra vez que quizás puede haber echo más, que puede haber dado más y eso me llena de coraje. Porque me convenzo que si yo hubiera dado todo tu aún estarías aquí.
¿Que me faltó? ¿En qué te falle?

Dime mamá, en verdad debería de seguir sintiéndome así, de verdad yo tuve la culpa. Yo sé que tú no me culparías pero no puedo evitar sentirme así, de odiarme por sentir que no hice lo suficiente por ti.

Veo a papá, sufrir. Veo su mirada triste y eso, eso es lo único que hace que no me derrumbe, el aún me necesita. El aún espera algo de mi, pero aún así, al saber que tú ya no estás. Al no poder evitar sentirme sola cada día.

Al saber que nadie jamás comprenderá mi dolor, me hace odiar, cada parte de mi, me hace sentir insuficiente y poca cosa en algún momento del día.

Espero algún día volver a sonreír, volver a sentirme viva.
Mientras tanto viviré del dolor, pero te prometo que un día yo volveré a sonreír.

Con amor, tu hija que aún te extraña.

Cartas al cielo (Bilogía Más Haya De Tu Muerte I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora