Capítulo XII

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Aquella prueba de vestido estaba volviendo loca a Camila, y es que mientras su madre derramaba lágrimas de felicidad al verla con ese vestido blanco, ella por dentro lloraba lágrimas de dolor, faltaban sólo pocos días para la boda y ella sentía cada vez su destino fatal muy cerca; Austin esos últimos días se metió en el papel del prometido perfecto, le llevaba regalos y le hacía saber mediante palabras, que la vida que tendrían juntos sería una de ensueño, Camila no podía creer ni una sola palabra de lo que decía, la situación hubiese sido diferente si hace unos meses atrás el de manera tradicional le hubiese pedido matrimonio, no obligándola a través de un chantaje, y es que analizándolo, un rotundo "no", era la respuesta que en aquel entonces hubiera recibido.

Austin era un chico apuesto y el primer hijo de una familia poderosa, cuando Camila decidió aceptar ser su novia, no lo hizo exactamente porque estuviera loca por el, simplemente lo tomo como una aventura para salir del rato, nunca sintió una atracción verdaderamente fuerte por el, el chico era una caja vacía, no tenía nada que ofrecer.

Ahora viéndose envuelta en un callejón sin salida, en donde el final era Austin, se imagino por un solo momento, cerrando sus ojos, que mientras estuviera en la iglesia, ya lista para dar el devastador "si, acepto", llegará Lauren y la rescatara, sin duda alguna saldría huyendo con ella, se escaparía a donde fuera, con tal de que estuviera a su lado, en ese momento soltó un suspiro doloroso, se sintió tan bien imaginárselo, que el recuerdo de varios días sin saber de ella la golpeo con fuerza, la extrañaba tanto que ardía.

Alejandro llamó a Camila al salón, en donde su madre y hermana la esperaban.

-Hija mía, siéntate por favor - le pidió el hombre.

Camila lo miro extrañada, algo le decía que se avecinaba una situación importante que la involucraba totalmente.

-Hemos visto mucha mejoría en ti desde que aceptaste casarte con Austin, es por eso que he decidido darte la mitad de las acciones de la empresa y si lo deseas, quiero que estudies la carrera de derecho para que lleves a mi lado los negocios, una vez que ya yo no pueda, tú tomes el mando total.

La sonrisa que su padre tenía en el rostro, era de esas llenas de orgullo, Camila suspiró con pesar, le hubiese gustado la idea si no estuviera en otra situación pero su realidad era otra.

-Esta bien papá, en cuanto se pueda iniciaré los estudios y luego hablaremos de la empresa, nos veremos al rato, iré a visitar a Normani - se despidió, dejando un poco confundidos a sus padres, quienes no entendían a qué venía ese repentino cambio de humor de la chica, quien hace días atrás no paraba de sonreír y notarse radiante.

-Seguro son los nervios de la boda -comentó Sinu.

En la oficina, Lauren leía cuidadosamente el expediente de un caso que recientemente había llegado a sus manos, le encantaba tener ese tipo de casos en sus manos, esos que casi nadie podía resolver, esos que a primera vista les faltaban piezas y que ella, en segundos podía resolver sin más.

-¡Bingo! - exclamó Dinah, entrando sin previo aviso a la oficina.

-Joo, ¿pero tú de qué vas tía? - le preguntó colocando su mano en el pecho, la chica le había dado un susto tremendo.

-Tenias razón inspectora, los Mahone no son tan perfectos como quieren hacer ver, los gilipollas están metidos en negocios sucios.

-¿Algo que me sirva para ayudar a Camila- le preguntó, yéndose directamente a lo que de verdad le importaba.

-Si y no - le respondió mirándola con dudas.

-Venga suéltalo.

-El padre de Camila también está en negocios sucios con los Mahone, al parecer se han asociado con una banda para hacer lavado de dinero y drogas, lo que tengo recolectado no solo hundirá a los Mahone, sino también a los Cabello.

Una Bala Directo al Corazón - CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora