X. Focused on.

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Las gotas de lluvia golpeaban su cara

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Las gotas de lluvia golpeaban su cara.

Maldita sea, ¿eso era la libertad?

¿Qué era la libertad? Intentó recordar. No pudo. Lo máximo de libertad era cuando ella no estaba. Lo máximo de libertad era cuando él mismo se encontraba en los confines de su infernal mente. A veces creía que su mente era el infierno, y que cada alma que yacía en aquel abismo eran las buenas palabras que alguna vez manifestó de su maldecida boca. 

Boca que había sido besada infinidad de veces por ella. Aquel monstruo disfrazado de una mujer.

Hace más de 9 años que no recordaba una sensación que no fuera dolor. Miedo. Angustia. Desesperación. Desesperanza. Era divertido saber que a pesar de sufrir de esas sensaciones, el grito que le exigía libertad y redención seguía vivo, como una llama siendo alimentada.

Llama que ella quería apagar.

Llama que ella quería destruir.

Dio un paso. Sintió frío sus pies. Miró sus manos. Aquellas manos pintadas de un invisible color rojo. Rojo, como la sangre. Sangre que hizo derramar. Sangre que hizo fluir. Sangre, como el nombre de su quirk.

"Dominio de sangre".

Ese nombre se le había dado los medios. Un quirk poderoso que permitía controlar la sangre de cualquiera. No obstante, había una desventaja.

La desconcentración.

Si él [controlaba] la sangre de una persona, pero perdía el control por una distracción, el efecto se anulaba.

Aquella desventaja aparecía cada que ella quería. Era muy aleatorio. Como una ruleta rusa hecha para ponerlo en desventaja.

¿Acaso esa ruleta también jugaba en el papel de la vida?

Quizás sí.

Quizás no.

Decidió alzar la mirada. Un rayo salió disparado en el cielo. Sonrió un poco por la satisfacción de ver uno después de tanto tiempo.

Su corazón se detuvo. Se detuvo en un instante al escuchar. Escuchar esos pasos. Pasos malditos. Malditos como todo lo que ella le había causado. Había causado desgracias en su vida. Vida que fue destinada al sufrimiento. Sufrimiento que alguna vez causó en venganza por todo lo malo que ellos le hicieron.

—Ahí estás~

Él solo volteó. Ahí estaba ella. Esa mujer que había conocido hace veintiséis años. Veintiséis años, donde lo único que había en su día a día eran burlas y comentarios que eran alabados por todos solo porque una bella y carismática [falsa] chica lo decía.

Observó como picos de hielo comenzaban a formarse rápidamente hacia su dirección. Era un movimiento muy estúpido, ya que el enemigo por más idiota que fuese lo esquivaría, no como el cliché de que siempre le cae el ataque.

Icey Blood. ─Weiss Schnee.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora