EL ÁRBOL DE LOS SUICIDAS

59 1 0
                                    


          Me llamo Judas: como el buen Tadeo, dicen quienes bien me aprecian; como el traidor Iscariote, comentan los que me odian. Yo personalmente no me identifico con ninguno de los dos. Desde que nací, he vivido aquí en La Aguada, este pueblo gris donde llueve siempre. Una vez cuando era muy niño, salió el sol. ¡Cómo nos divertimos esa tarde mi hermano y yo en el árbol de los suicidas! Es curioso que hoy, cuando después de tanto tiempo vuelvo a visitar aquel monumento a la muerte, recuerde aquel día con tanto cariño: Desperté a las once esa mañana, y noté que un extraño y profundo silencio se había apoderado de la habitación. ¡Silencio! Cuando estás tan acostumbrado al ruido constante de la lluvia sobre los tejados, la presencia repentina del silencio se vuelve extraña y oprobiosa, y el sol, visto por primera vez sin su manto de nubes, parece exhibir desvergonzadamente su voluptuosa desnudez. A mi lado dormía mi hermano Pedro, con el sueño pesado característico de la infancia.

          —¡Pedro... Pedro... Pedro! Levántese ¡Mire! Hoy no llueve.

Sus ojos rasgados se abrieron lentamente, para volver a cerrarse de golpe heridos por la luz.

          —¡Duele! —protestó.

          —Sí —respondí sonriendo— Y es hermoso.

Pedro era diferente a mí en todo: era guapo y tenía lo que en nuestro pueblo llamaban don de gente, le gustaba correr descalzo y cazar insectos con otros niños. Yo en cambio prefería no mojarme y quedarme en mi casa, releyendo los únicos libros que teníamos por esos días: La Santa Biblia, La María, y una colección de relatos de un tal Egdar Allan Poe, que por aquel entonces entendía muy poco, y aún así me daba mucho miedo.

Hoy, mientras bajo por estos escalones de madera que se quejan doloridos con mi peso, recuerdo claramente mi única tarde de sol como si hubiese sido la única tarde de mi infancia.

Salimos de la casa. Afuera, los otros niños tocaban el suelo extrañados de verle tan seco, los ancianos lloraban de gozo, y hasta pasó por allí un pajarito.

          —¡Es el gallinazo más lindo que he visto en mi vida! -dijo Pedro señalando al cielo.

          —Es una golondrina, mi niño —aclaró el viejo Bartolomé, secándose las lágrimas con el mismo pañuelo amarillento que antes había pasado por su nariz húmeda.

Más tarde, por azar, cuando andábamos entre los montes robando cuanta fruta encontrábamos desprevenida, nos topamos con el árbol de los suicidas. Uno puede imaginarse, si no lo ha visto, que es un tronco seco o casi seco, de ramas retorcidas, y que por único follaje tiene sobre él una nubosidad oscura. Nada más lejos de la verdad. En realidad no es muy alto, ni está seco; es un palo de mangos con las hojas anchas y verdes, en medio de un claro entre el monte indómito que rodea nuestro pueblo por el occidente; aquella selva oscura. Ese día, estaba lleno de pájaros de colores que mi hermano y yo nunca vimos antes ni después.

          —¡Judas, allá! Es Santiago, el hijo de doña Magdalena; hizo un columpio en ese palo de mango. Digámosle que nos deje jugar.

Cuando le vimos de cerca se desvaneció nuestro entusiasmo. Aquel muchacho colgaba de una gruesa rama, con una soga que se hundía en su cuello hinchado y azul, como una quemadura. Pedro se volvió para no ver. Yo me empiné para tocar los pálidos y fríos dedos de sus manos. La muerte me entró por los poros, y aún no me la he podido sacar.

Fuimos rápidamente a dar aviso a don Bartolomé, que nos pidió que lo acompañáramos a la funeraria.

          —¡Yo sí decía! —exclamó doña Judith, la secretaria— Él era muy amigo de mi sobrina, un muchacho muy dispuesto. Hace días venía raro. Callado. Ya lo había agarrado esa necesidad. Cuando esa idea se mete, se mete. Eso siempre se nota. Uno siempre lo nota pero se hace el bobo. ¿Ya le avisaron a la mamá?

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 18, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

CUENTOS CORTOS PARA DÍAS LARGOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora