— ¿En serio crees que podremos meterlos a todos en esta pecera? — pregunto Freddy, mirando a su tia con desconfianza. La niña , bastante más alta que el , de aspecto desgarbado y con el rostro lleno de pecas no se molestó en responderle y hundió la pecera en el agua estancada de la fuente.
Los renacuajos , según Nataly no eran muy inteligentes pero sí merecían estar cómodos y por eso eligió tomar de prestada una pecera del sótano de la casa. Sabía que nadie notaría su falta. Una vez que la lleno, miro a su sobrino con un gesto triunfal en su rostro.
Hacia mucho tiempo que cruzaban a la parte abandonada de la propiedad vecina a jugar en ese estanque cuya fuente de piedra, que ostentaba la figura de una beldad griega,estaba fuera de funcionamiento. Ese día los niños amanecieron de muy buen ánimo ya que a pesar de ser invierno , el día se presentaba cálido y eso les recordaba a su estación favorita, el verano. Fred, el muchachito de cabello rojo y rostro pecoso solo contaba ocho años mientras su tía tenía doce pero eran muy unidos.
Ya prestos a marcharse con su preciado botín, los dos fueron sorprendidos por la visión de un hombre acercándose a la fuente. Nataly fue quien lo vio primero, creyó estar teniendo una alucinación, pero aquel caballero de cabellos largos y piel morena estaba cada vez más cerca y ya podía distinguir los extravagantes detalles de su traje azul.
Freddy tuvo el impulso de salir huyendo pero cuando sus pies respondieron era tarde.
— Buenas tardes—Saludó el extraño con un acento bastante marcado pero con un tono de voz suave y amable.
Nataly hizo una reverencia y respondió al saludo de forma temblorosa.Los ojos de aquel extraño la inquietaban, jamás había visto otros así.
—Parece que han estado divirtiéndose, mi nombre es Said. Soy su nuevo vecino.
— Bienvenido señor Said. Somos Nataly y Fred y vivimos justo al lado.
Said sonrió, entonces aquellos eran los Kenworth. Se notaban muy escurridizos y traviesos pero para nada malvados. Tomó asiento en uno de los bordes de cemento de la vieja fuente e invitó a los niños a hacer lo mismo.
—¿De dónde eres señor? Tu piel es muy oscura— comentó Fred, mirándolo de arriba a abajo. Nataly le dió a su sobrino un correctivo lo que solo hizo que Said estallara en carcajadas.
—Soy un Sheik. Vengo de muy lejos y allí tenemos mucho desierto y sol ardiente. Es por eso que mi piel luce más oscura.
—¿Que es un Sheik señor Said? — preguntó Nataly mientras ella y su sobrino se sentaban en el piso a los pies de aquel extraño pero llamativo personaje.
Esa fue la primera de muchas tardes en que los niños escucharon las exóticas y entretenidas historias de Said.
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La Elegida del Sheik
RomanceEl Sheik Said decidió tomar distancia de su vida en oriente y expandir sus negocios en Inglaterra. Además,para estar cerca de Beryl la idea de establecerse un tiempo en el condado de su cuñado,Lucien Blackwood le resultó ideal. En su nuevo hogar, su...