CAPITULO 2

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— ¿En serio crees que podremos meterlos a todos en esta pecera? — pregunto Freddy, mirando a su tia con desconfianza. La niña , bastante más alta que el , de aspecto desgarbado y con el rostro lleno de pecas no se molestó en responderle y hundió la pecera en el agua estancada de la fuente.

Los renacuajos , según Nataly no eran muy inteligentes pero sí merecían estar cómodos y por eso eligió tomar de prestada una pecera del sótano de la casa. Sabía que nadie notaría su falta. Una vez que la lleno, miro a su sobrino con un gesto triunfal en su rostro.

Hacia mucho tiempo que cruzaban a la parte abandonada de la propiedad vecina a jugar en ese estanque cuya fuente de piedra, que ostentaba la figura de una beldad griega,estaba fuera de funcionamiento. Ese día los niños amanecieron de muy buen ánimo ya que a pesar de ser invierno , el día se presentaba cálido y eso les recordaba a su estación favorita, el verano. Fred, el muchachito de cabello rojo y rostro pecoso solo contaba ocho años mientras su tía tenía doce pero eran muy unidos.

Ya prestos a marcharse con su preciado botín, los dos fueron sorprendidos por la visión de un hombre acercándose a la fuente. Nataly fue quien lo vio primero, creyó estar teniendo una alucinación, pero aquel caballero de cabellos largos y piel morena estaba cada vez más cerca y ya podía distinguir los extravagantes detalles de su traje azul.

Freddy tuvo el impulso de salir huyendo pero cuando sus pies respondieron era tarde.

— Buenas tardes—Saludó el extraño con un acento bastante marcado pero con un tono de voz suave y amable.

Nataly hizo una reverencia y respondió al saludo de forma temblorosa.Los ojos de aquel extraño la inquietaban, jamás había visto otros así.

—Parece que han estado divirtiéndose, mi nombre es Said. Soy su nuevo vecino.

— Bienvenido señor Said. Somos Nataly y Fred y vivimos justo al lado.

Said sonrió, entonces aquellos eran los Kenworth. Se notaban muy escurridizos y traviesos pero para nada malvados. Tomó asiento en uno de los bordes de cemento de la vieja fuente e invitó a los niños a hacer lo mismo.

—¿De dónde eres señor? Tu piel es muy oscura— comentó Fred, mirándolo de arriba a abajo. Nataly le dió a su sobrino un correctivo lo que solo hizo que Said estallara en carcajadas.

—Soy un Sheik. Vengo de muy lejos y allí tenemos mucho desierto y sol ardiente. Es por eso que mi piel luce más oscura.

—¿Que es un Sheik señor Said? — preguntó Nataly mientras ella y su sobrino se sentaban en el piso a los pies de aquel extraño pero llamativo personaje.

Esa fue la primera de muchas tardes en que los niños escucharon las exóticas y entretenidas historias de Said.

La Elegida del SheikDonde viven las historias. Descúbrelo ahora