Llegada al hogar

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H era su hogar. Siempre lo había sido y siempre lo sería. Aunque no creas, años atrás, no lo tuvo tan claro. Recordó abrir los ojos aterrada y encontrar su tacto cálido y su mirada color miel.

Estás a salvo. Tu mamá está bien.

Y sintió que era cierto, a pesar de que se sentía enferma. Un calor intenso recorría su organismo. Le dolían la espalda, las piernas, los brazos...

Habían entrado en la cueva convencidas de que estarían a salvo cuando, como si fuera una proyección de sombras chinescas, vieron a lo que parecía un hombre transformándose en bestia entre convulsiones, dolor, y una mezcla de gruñidos y jadeos.

¡Dios!

¡Era cómo ver a HULK en directo!

Juraría que no habían hecho ruido. Sin embargo, aquel ser olisqueó el aire y...

¡Las descubrió!

A su mamá le dio un zarpazo en la espalda. Ella corrió despavorida, pero el ser  frenó su huida mordiéndole en una pierna. Tenía una fuerza descomunal y las lanzó al fondo de la cueva como si fueran sacos de estiércol.

Con el pasar de las horas las dos hervían y deliraban fruto de la fiebre.

No sabía si aquel hombre desesperado que hablaba por teléfono, era el ser de la noche anterior. Pero un helicóptero aterrizó cerca y su mamá y ella fueron cargadas en unas camillas. Lo último que escuchó antes de perder la consciencia, fue al hombre de la cueva sollozando: LO SIENTO.

Pero ¿Sabéis qué?

Él fue clave para su salvación.

A veces hay que morir para volver a nacer. A veces los monstruos nos liberan de humanos que deberían vivir presos en húmedas cuevas.

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Soy una romántica sin remedio ni ganas de curarlo. Me encantan algunas frases de esta canción de Billy Joel. Es muy conocido por una canción que se llama The piano Man, de la que hicieron una versión Víctor Manuel y Ana Belén entre otros.

Para verte mejor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora