Él siempre había considerado a su ahora camarada como una mujer fuerte. De hecho, y al igual que su propia esposa Inoue, Rangiku Matsumoto siempre se había caracterizado por ser alguien sumamente optimista. Por lo tanto, Ichigo Kurosaki jamás hubiese imaginado, ni en la peor de sus pesadillas, el verla de rodillas, hecha un mar de lágrimas y rogándole a quien por años fuese su compañero, a su Capitán desde hacía ya un par de largos siglos, que se detuviera. Porque sí; esa era su situación actual. Se encontraban en lo que el hombre de cabello anaranjado y ojos castaños solo podía describir como un páramo helado, no comparable a ningún sitio en el que recordara haber estado. Ichigo dejó escapar un jadeo producto del frío helado y se puso lentamente de pie, sosteniendo en brazos el cuerpo exhausto e inconsciente, aunque afortunadamente vivo de la mujer a quien consideraba su mejor amiga entre los Shinigami. Y la esposa del hombre a quien, tras varias idas y venidas, llegó a considerar como algo más que un buen camarada. Un hombre que, en ese instante, se dirigía hacia el a toda prisa en compañía de otro de sus amigos. Quien cargaba en brazos a la herida e inconsciente esposa del propio Kurosaki.
— ¡Ichigo! —Llamó Renji Abarai; su voz ronca por el aire gélido llenando lentamente sus pulmones— ¡Ustedes tres, deben irse! ¡No sé qué demonios haya sucedido con el Capitán Hitsugaya, pero solo puedo advertirte que morirán si permanecen aquí!
Kurosaki hubiera protestado, pero era plenamente consciente del por qué lo decía. Quizá él poseyera habilidades ya desarrolladas no solo como Shinigami, sino incluso como Hollow, mientras que su amigo de cabello y orbes azulinos era un Quincy sumamente poderoso. Pero, a diferencia de Renji, Rukia y los demás, Uryu y él eran seres humanos y mortales. El solo era un sustituto; y lo sería hasta el final de sus días. Aun a pesar de que, en efecto, poseía sangre Shinigami; su padre lo había sido. Y lo era aún. Fue precisamente Ishida quien esta vez lo sacó, de manera inusualmente abrupta, de sus pensamientos, jalándolo casi del hombro aun cuando no podría moverlo, puesto que ambos cargaban a alguien más en brazos. Pero debía hacerlo reaccionar y llevárselo de allí. Ninguno de ellos sin embargo se percató de que, en ese preciso instante, el hombre de cabellera blanca y mirada turquesa había apartado su de por si escasa atención de la mujer a sus pies y en cambio la había fijado justamente en las espaldas de Kurosaki. Acto seguido, lanzó una ráfaga de hielo que dudaba que alguno de ellos pudiese tolerar en caso de dar en el blanco. No contaba sin embargo conque el de cabello anaranjado fuera tan rápido de reflejos como para no solo entregar a Rukia en brazos del pelirrojo que le seguía, sino, además, para devolver aquella ráfaga con su Getsuga Tensho. Sabía que, aunque el daño no resultara severo eventualmente, bastaría como distracción para sacar también de allí a Matsumoto.
Por fortuna, lograron no solo escapar sin mayores daños que los ya sufridos, sino también encontrar un sitio, aunque más no fuera precario, para utilizar como refugio. Al ingresar al lugar, sin embargo, Rangiku y Renji se preguntaron donde se encontrarían exactamente, puesto que parecía una especie de depósito abandonado, lleno de objetos de diversa índole, pero ninguno que se acercara a los que podrían hallar en su mundo.
—Tampoco... —comentó Kurosaki entre jadeos —Tampoco me recuerda... a algo que haya... Que haya visto antes... Dios... ¿Que está pasando?
Cayo literalmente desplomado boca arriba y se llevó débilmente la mano izquierda al pecho como si estuviera haciendo un esfuerzo sobrehumano por respirar. Orihime, quien ya había despertado, al igual que Rukia, se alarmó al ver aquello, e intentó levantarse. Sin embargo, Ishida la detuvo empujándola apenas sutilmente con una mano en su hombro y sacudió la cabeza. Él mismo podía notar sin que nadie reparase en ello que lucía más pálido de lo que era naturalmente y que, además, el aire comenzaba a faltarle al igual que a Ichigo. Y era más que consciente del motivo. Sin embargo, no permitiría a la única persona que podría ayudarle eventualmente esforzarse en ese momento. No cuando era más que evidente que aun necesitaba reponerse de sus propias heridas.
ESTÁS LEYENDO
Infierno de Hielo
Fanfiction¿En qué momento había sucedido aquello? No podían explicarlo con certeza, y tal vez jamás pudieran. Pero lo único de lo que Ichigo, Renji y Uryu eran conscientes en ese momento era de que, aquel hombre había perdido por completo el dominio de su pod...