Fin de año 1898
La hora había llegado. En la habitación de Piper el nerviosismo impregnaba el ambiente. El hermoso traje color sangre depositado sobre la hermosa colcha blanca, refulgía como el vino derramado en un mantel. La joven se ajustó un liguero del mismo color y enganchó en las presillas las medias de seda transparentes que le daban el aspecto del cristal a sus piernas torneadas. El ajustado corsé realzaba sus pechos y formaban un profundo canalillo entre ambos: un hueco por el que derramó unas gotas de su perfume favorito. Se sentó frente al espejo de la cómoda, se llevó el frasquito a la nariz y aspiró el intenso aroma de las gardenias. Con cuidado aplicó unas gotas en su cuello, muy cerca de donde se despegaba con gracia los lóbulos de sus orejas, para a continuación derramar el mismo líquido dulzón sobre sus muñecas.
Entonces se miró en el espejo.
Su doncella había recogido su dorado pelo en un intrincado peinado, dejando que sus bucles se escaparan del mismo en cuidado desorden. Abrió el joyero y extrajo un bonito conjunto de pulsera, pendientes y gargantilla que su abuela le regaló cuando cumplió los dieciséis años. Eran rubíes y brillantes engarzados en oro blanco. Los brillantes formaban una tentadora cuna para los rubíes. Una magnífica obra de joyería que su abuelo había regalado a su esposa en el trigésimo quinto aniversario de su boda. Se puso los pendientes. Eran unas largas tiras de brillantes diamantes que llegaban hasta cerca de sus hombros y terminaban en la sanguinolenta piedra. A continuación, se ajustó la gargantilla alrededor de su cuello. El hermoso rubí descansaba tentador sobre el nacimiento de sus senos, pero tras fijar la vista en la bella pulsera decidió no hacer uso de ella.
Respiró profundamente y se levantó del asiento. Se paró frente a la cama y volvió a contemplar su creación. Sí que era atrevido. Volvió a inspirar para darse valor, y con sumo cuidado, comenzó a vestirse. La enagua negra había sido desechada por otras del color de la pasión. Las ajustó en su cintura, y con los nervios a flor de piel, se puso el vestido con cuidado de no estropear el bello peinado. Cuando por fin se volvió para mirar su creación en el espejo, el aliento se le congeló en los labios. El escote era más profundo de lo que recordaba. Sus jóvenes pechos se alzaban tentadores y el rubor que se instaló en sus mejillas se extendió hasta ellos provocando cierto viso de vergüenza en la joven.
¿Se atrevería a presentarse así en casa de los Tremàine?
Ciertamente se había vestido así para Alex. Para nadie más. Lo que el resto del mundo pensase le traía sin cuidado. Podían empezar a llamarla fulana si así lo creían conveniente, pero a ella le daría igual. Con manos temblorosas ocultó su apariencia con la capa negra que adquiriese para tal fin y bajó las escaleras conteniendo la respiración.
Esa era la noche. A pocas manzanas de allí, Alex ajustaba un sable a su cintura. Los ajustados pantalones negros se adaptaban perfectamente a sus musculosos muslos. La camisa blanca como la nieve dejaba poco a la imaginación. Los cordones que ajustaban ambas piezas estaban tan flojos que casi no hubiesen sido necesarios. El fajín rojo ceñía su esbelta cintura. Un puñal de empuñadura de madera bellamente tallada sobresalía del mismo. Y, para completar el atuendo, un pañuelo de seda roja ocultaba sus negros cabellos.
—Solo te falta el aro dorado en la oreja izquierda y sí que serías una auténtica bucanera, prima —comentó Jamie con una sonrisa.
—Mira quien fue a hablar —le recriminó Alex mirándolo sobre el hombro—. Tienes el aspecto de alguien que acaba de salir de las páginas de historia de un libro de la edad media. ¿Se puede saber de quién demonios te has disfrazado?
—¿No me reconoces? —preguntó con sarcasmo.
—Lo cierto es que si eres quien creo que eres, dudo mucho que mucha gente de la que esté en esa fiesta sepa muy bien de quien coño vas disfrazado.
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🔱 MY LADY 🔱 G!P
Fiksi PenggemarAlex Pearl Vause, es la libertina más perversamente posesiva y seductora de Londres, y es la heredera del ducado de Herby, pero su poderoso rango viene acompañado de una responsabilidad que ella no desea: la de contraer matrimonio con una extranjera...