Y entonces la princesa se cansó de vivir en un cuento de hadas. Escapó al mundo real, y encontró la verdadera magia dentro de una tienda de motos...
✨Actualizaciones cada diez días.
✨Última línea temporal del manga. Pero no sigue fielmente la histo...
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"Yo Natsumi Haibara, te tomo a ti como mi legítimo esposo, para que los dos seamos uno solo, desde este día en adelante, para bien o para mal, en la riqueza o en la pobreza, en la prosperidad o en la adversidad, para cuidarte y amarte hasta que la muerte nos separe".
Era simple, podía recordarlo con facilidad, aún cuando mi garganta se negaba a soltar las palabras frente al espejo y sintiera que el aire que llegaba a mis pulmones se volvía cada vez mas denso.
—¿Estás bien, Natsumi? —alguien me preguntó, pero mi cabeza era un total caos y no fui capaz de distinguir su voz—. ¿Estás segura de que el vestido no te aprieta en exceso?, porque parece que te vas a desmayar. Te dije que dejaras de comer tanto, cariño.
—Estoy bien... —afirmé concentrándome en respirar, dándome cuenta de que se trataba de mi madre—. ¿Cuanto falta?
—Diez segundos...
La marcha nupcial comenzaba a sonar al otro lado de la puerta, y la presión en mi pecho se volvía casi insoportable.
"Todo está bien" me repetía a mi misma dentro de mi cabeza, "vas a casarte con el hombre perfecto, tienes el trabajo perfecto, la familia perfecta".
Mi padre me sonrío y besó mi frente antes de tomarme del brazo con orgullo. Nada podía salir mal, lo habíamos ensayado hace unos días. Me permití cerrar los ojos por tan solo un momento, deseando que la presión que sentía sobre mí desapareciera.
—Ya es hora cariño, te ves hermosa... —dijo papá, y al abrir los ojos me encontré con una enorme sonrisa. Comenzábamos a avanzar en medio del eterno pasillo.
Levanté mi mirada y lo vi allí, parecía todo un príncipe con esos perfectos ojos celestes que me miraban con orgullo, su perfecta piel ligeramente bronceada y su perfecto linaje acompañándole en primera fila. Toda esa magnífica perfección pareció abrumarme al punto en que mis piernas temblaban con cada paso que daba en camino hacía el altar, mis ojos comenzaron a arder y sentí todo girar a mi alrededor. Fue entonces cuando todo se fue al carajo.
