Buenos días, os voy a contar como mis compañeros y yo hicimos una de las mayores redadas de nuestro departamento.
Era una mañana desapacible, de esos días que no terminan de arrancar del todo. El cielo anunciaba que no tardaría en descargar la lluvia que llevaban en sus mochilas. Estábamos en el coche patrulla, esperando a que desde jefatura nos dieran las nuevas indicaciones. Comentábamos lo aburrido que es este confinamiento sin futbol o algo que nos haga no pensar en estar todo el día en casa. Que cada vez la gente se estaba volviendo más ingeniosa para saltarse el confinamiento.
La radio nos saca de nuestras confabulaciones, nos lleva a ese momento, a ese punto del día que parecía que iba a ser tan aburrido y monótono como el anterior. La voz de una compañera del central que tan bien conocemos, y que nos evoca siempre a su imagen de su moño rubio, sus labios rojos que tantas reprimendas le han causado, esos ojos verdes que a más de un compañero ha hecho perder el control en alguna fiesta de retiro, cumpleaños o ascenso, y que unido al movimiento de liberación del moño, a muchos compañeros han hecho plantearse sus propias relaciones de pareja. Ingrid, que así se llama la dueña de la voz que se esconde al otro lado de la emisora, nos da el aviso. Tardamos un poco en reaccionar, pues por un breve momento nos acordamos de que son esos labios rojos los dueños de la dulce melodía que estamos oyendo.
Cuando volvemos en nosotros mismos, siendo conscientes de lo comunicado, nos ponemos en marcha. Ingrid, con su voz sedosa y su perfecta pronunciación, esclava de sus cursos de Técnicas de Voz, Optimización del Lenguaje y Mejoras de la Pronunciación, nos indica el aviso que nos dan los compañeros. Un delincuente habitual de nuestra zona, un tal El Banano, se ha saltado un control de la Guardia Civil. En ese acto, no solo hizo caso omiso a los compañeros de la Benemérita, sino que en su huida atropelló a un guarda civil, y lo mandó al hospital con pronóstico grave.
La huida nos puso en alerta a todos los profesionales de la seguridad ciudadana. Todos recordamos nuestros días en esos puestos, en mitas de una carretera, con las luces puestas y los triángulos y señalizaciones varias colocadas. Evocamos a ese peor recuerdo, cuando los avisos son de los malos. Algún gran delincuente huido, peligroso y armado, puesto hasta arriba de sustancias prohibidas, que no solo le hacen más peligroso, sino más inestable e impredecible.
El tal Banano salió a todo gas con un coche, un BMW rojo, modelo Serie 1.
Todas y cada una de las patrullas de la zona estábamos a la búsqueda de ese modelo.
Como estamos en Estado de Alerta, estos controles son de lo más normal ahora mismo. Intentamos que las personas sean responsables
Y de repente, una de ellas nos da la noticia que le está siguiendo. Nos da las indicaciones para poder ir tras él. Guarda Civil, Policía Nacional y la Policía Local de Granada le siguen la pista. El Banano, un gran conocedor del procedimiento policial debido a su larga carrera como delincuente, es un gran conductor. Maneja el vehículo y las calles de Granada como si fuera su circuito particular. Las patrullas se van juntando en la persecución, le siguen la pista cada vez más cerca, pero el hombre a la fuga da volantazo tras volantazo, ganando metros cuando parecía que estaban a punto de cortarle el paso.
Cada vez son más los coches patrulla de diferentes comandancias que nos unimos a la persecución. Seguimos las indicaciones de por dónde está llevándolos, intentando llegar lo antes posible para detener a este ser sin escrúpulos, que está poniendo en peligro a los pocos peatones que están por la calle.
Ponemos la sirena, nos saltamos los semáforos en rojo con precaución, siendo respetados por los vehículos que circulan. Pero no llegamos a tiempo. Llegamos a la zona donde El Banano ha dado esquinazo a los compañeros que le seguían de cerca, dejando su BMW aparcado de cualquier forma, y sale huyendo a unas viviendas. Ese fue su mayor error.
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LA POLICÍA DETIENE AL BANANO.
General FictionMisma historia, diferentes puntos de vista. ¿Con cuál te quedas?